«No especularíamos con elecciones. Si quieren, que gobiernen en minoría». La frase, dirigida a ERC, pertenece a Jordi Sánchez, secretario general de JxCat que cumple condena en el penal de Lledoners por la organización del referéndum ilegal del 1-O. La ha pronunciado durante una entrevista con La Vanguardia en la que, además, presenta a la posconvergencia como una víctima de ERC durante la pasada legislatura que, a pesar del daño, está dispuesta a hacer borrón y cuenta nueva. Eso sí, con sus condiciones.
La lista conocida de escollos para alcanzar un nuevo pacto de legislatura entre ERC y JxCat que permita al republicano Pere Aragonés convertirse en el 132 presidente de la Generalitat es larga. El enfrentamiento, sin embargo, no tiene nada que ver con cómo solucionar los graves problemas que atraviesa y atravesará Cataluña por la pandemia del COVID-19. Se debe, básicamente, a la necesidad de dejar claro quién tiene más poder dentro del separatismo y cómo lo ejerce.
El controvertido Consell per la República
De lo conocido hasta ahora, el escollo principal para alcanzar un pacto es el papel que debe jugar la asociación privada Consell per la República (CxR) en esta legislatura. Una entidad creada en Waterloo por JxCat y ERC, entre otras organizaciones independentistas, y que, inicialmente, fue concebida como un Govern paralelo en el exterior desde el que Carles Puigdemont daría órdenes a su presidente vicario, Quim Torra. Con el paso del tiempo y la llegada de la pandemia, el CxR fue adoptando un papel más centrado en la defensa internacional del separatismo catalán en general y de los intereses de Puigdemont en particular. Ahora que es ERC la que puede gobernar la Generalitat, el ex presidente se niega a dejar su asociación en manos de los republicanos y estos no contemplan de ninguna manera que Aragonés sea dirigido desde Waterloo por vía telemática.
No es, sin embargo, el único problema que deben sortear JxCat y ERC para llegar a un acuerdo de gobierno. La unidad independentista en el Congreso es otro de los obstáculos que no son capaces de resolver. La posconvergencia, que cuenta ahora con solo cuatro diputados, pretende lograr más protagonismo en Madrid a costa de los 13 escaños de ERC. Y, además, busca torpedear a como dé lugar la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat ideada por los de Oriol Junqueras como forma de conseguir un referéndum pactado y una ley de amnistía.
ERC-CUP, un acuerdo inasumible para JxCat
A esto debe sumarse, además, el rechazo de JxCat al acuerdo alcanzado entre ERC y Guanyem-CUP. Objetivos como la implantación de una renta básica universal o el retorno a lo público de numerosos servicios privatizados en su día por CiU hacen fruncir el ceño a una formación que se presenta como progresista pero que, en realidad, debería definirse como de derechas o, en algún momento, de ultraderecha. «No es verdad que lo que gestiona el Estado sea más eficaz que lo que gestiona la sociedad civil», ha dicho Jordi Sánchez este domingo sobre estas cuestiones, «suscribir eso aleja a ERC de la centralidad«. Desde ERC, Marta Vilalta ha defendido el acuerdo y ha asegurado, en declaraciones a Europa Press, que se mantendrá aunque lleguen a un pacto con JxCat. «El centro de gravedad del independentismo», ha advertido, «ha virado hacia las izquierdas«. Y es que no se puede obviar que Guanyem-CUP también ha advertido a los republicanos de que un acuerdo con JxCat que suponga la modificación de su pacto deberá ser revisado por sus bases, con el riesgo que ello supone.
El reparto del poder dentro del Govern es otro de los factores que enfrentan a JxCat y ERC. Los republicanos dicen que no quieren un Ejecutivo de taifas en el que cada partido maneje a su antojo las conselleries que gestione, como ha sucedido en la pasada legislatura. Vilalta ha defendido una «mirada transversal» para que los departamentos trabajen de forma conjunta y no al dictado de cada formación. JxCat parece pretender lo contrario y mantener el control absoluto sobre sus departamentos, además de gestionar ahora los que llevó ERC hasta las elecciones, es decir, Economía, Justicia, Salud y Educación.
Unos y otros tienen hasta dos meses para negociar. Mientras tanto, el Govern seguirá en funciones afrontando sobre todo las dificultades generadas por la pandemia. Si ni aún así JxCat y ERC son capaces de alcanzar un acuerdo, el PSC presionará para poder presentar a su candidato, Salvador Illa, a la investidura y se entiende que, hasta entonces, buscará los apoyos necesarios para lograrlo.
El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dit adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.En 2019 hubo cuatro elecciones en Cataluña y , en todas, el separatismo perdió más de 300 mil votos.Por cierto, no había COVID como escusa.
Otto Von Bismarck : «España es el pais más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido».