Tras el fracaso de la primera investidura de Pere Aragonès los nervios de la clase extractiva que vive del independentismo, numerosa y bien alimentada, se han desatado. Reproches a los partidos y petición unánime de que aparquen sus diferencias y continúen gobernando la denostada autonomía de la que viven en la abundancia.
La pregunta que surge en estos momento es:
¿Qué podrá más, el odio mutuo o los intereses comunes?.
El odio entre los dirigentes republicanos y ‘junteros’ , contenido pero evidente desde hace tiempo y que ya salió a la luz en las memorias de Puigdemont, ha ido aumentando y expresándose en público sin miramientos. El último hilo del tuitero Puigdemont ha sido descarnadamente explícito: “algunos independentistas me quieren en la cárcel”. Dicho de otro modo, Puigdemont esta equiparando a los republicanos con el estado opresor , con sus cloacas y claro, en estas condiciones y desde la perspectiva de los seguidores del expresidente huido dar la presidencia a Aragonès exige no sólo taparse la nariz sino además calzarse un buen traje de agua para protegerse de las salpicaduras..
«Puigdemont esta equiparando a los republicanos con el estado opresor , con sus cloacas«
Aunque en mi opinión, un oportunista, un pillo, como Puigdemont es menos peligroso que un fundamentalista iluminado como Junqueras.No cabe duda que la pretensión de Junts de subordinar el Parlamento y el Gobierno de Cataluña, al Consell per la República y al expresidente huido es una aberración democrática. Por muy manifiestamente mejorable que sea la democracia en Cataluña, cautiva de un control clientelar de corte mafioso, después de 40 años de gobiernos nacionalistas.
«Un oportunista, un pillo, como Puigdemont es menos peligroso que un fundamentalista iluminado como Junqueras«
La tesis de que el gobierno en el exilio es el gobierno legítimo de Cataluña no ha sido nunca sostenible. Recordemos que Puigdemont se ha presentado a las elecciones y el independentismo tiene mayoría en el Parlament. Otra cosa sería si los partidos independentistas estuvieran prohibidos como con Franco estaban todos los partidos. Puigdemont ha sido derrotado en las urnas y debería asumir las consecuencias si realmente fuese un demócrata como presume. Subordinar el Govern y el Parlament a Waterloo es la estocada final a la decadente democracia catalana.
Y volviendo a la pregunta inicial de este artículo: ¿habrá acuerdo in extremis o nos encaminamos a nuevas elecciones?. Puigdemont cree que una repetición electoral puede devolver a Junts al primer lugar en las elecciones.
«Las elecciones las carga el diablo y el cansancio de muchos votantes independentistas va en crescendo«
Con reabsorber el casi 3% del PdeCat tendría suficiente. Pero su posición en Junts no es unánime. Las elecciones las carga el diablo y el cansancio de muchos votantes independentistas va en crescendo. Son muchos , sobre todo los menos cercanos a Puigdemont, los que prefieren no correr riesgos y van a apretar para lograr un acuerdo cueste lo que cueste. Hay demasiado en juego para jugárselo todo a cara o cruz. Por ello el acuerdo in extremis es la hipótesis más probable. Pero el odio mutuo es un sentimiento que puede descontrolarse. Ahora que están tan de moda las emociones veremos si se imponen a los intereses. Con todo mi apuesta es que prevalecerá el dicho: mejor pájaro en mano que ciento volando.
«Hay demasiado en juego para jugárselo todo a cara y cruz«
Desigualtat electoral
«El vot de Lleida val gairebé dues vegades i mitja que a Santa Coloma de Gramenet»