¿El último naufragio de Ciudadanos?

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas.

Como coordinador de la Comisión que redactó el primer Ideario de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía en la primavera de 2006 y como ponente del Ideario que aprobaron los delegados en el congreso constituyente del partido, tras discutir y votar todas las enmiendas parciales presentadas por las agrupaciones territoriales, el 8 de julio de 2006, quiero manifestar en estas horas bajas para la formación que modestamente contribuí a crear entonces, mi valoración de los últimos acontecimientos que han empujado al borde del precipicio. No es la primera vez que Ciudadanos se ve en una situación comprometida y conviene por ello valorarla con cierta perspectiva, digamos, algo enfáticamente, histórica.

Ciudadanos un partido necesario

Antes de empezar, me gustaría hacer dos aclaraciones, una de carácter personal y la otra de orden general. Me gustaría, en primer lugar, dejar claro que abandoné el partido tras el segundo congreso celebrado en el Hotel Hesperia en Cornellá el 30 de junio-1 de julio de 2007. Fue también, aunque por razones muy distintas, tan tormentoso como el primer congreso constituyente.

Los delegados rechazaron el informe de gestión de la comisión ejecutiva que presidía Rivera y de la que Robles era secretario general, pero aprobaron la enmienda a la totalidad del Ideario que presentó uno de los impulsores del partido que, al parecer no había encajado el sonoro fracaso que había cosechado en el congreso constituyente cuando intentó, una vez ya aprobado el Ideario, presentar una enmienda a la totalidad.

La nueva adscripción ideológica que situaba al partido en el centro izquierda del espectro político, contraviniendo el inicial espíritu transversal del partido, sumada a las flagrantes irregularidades que se produjeron en el recuento de la votación decisiva para elegir la nueva comisión ejecutiva, me llevaron a abandonar el partido pocas semanas después.

Rivera continuó en los meses siguientes compartiendo el poder con los otros dos diputados del partido, Robles y Domingo, hasta que se consumó el primer naufragio de Ciudadanos en la primavera de 2009, cuando el partido, supuestamente una formación de centroizquierda que alardeaba de hacer primarias, decidió concurrir a las elecciones europeas el 6 de junio de 2009 de la mano de Libertas y con Durán encabezando el cartel electoral.

«Robles abandonó su escaño aquel verano y Domingo lo mantuvo hasta el final de la legislatura»

Robles abandonó su escaño aquel verano y Domingo lo mantuvo hasta el final de la legislatura. A pesar de todo, Ciudadanos consiguió el respaldo de 106.154 catalanes, 3,49% de los votantes, en las elecciones autonómicas de 2010, y logró revalidar los 3 diputados que había obtenido el 1 de noviembre de 2006.

En aquellas elecciones en que Ciudadanos se jugaba la supervivencia, voté a Ciudadanos por considerar que, pese a los bandazos ideológicos y la falta de confianza que me inspiraba Rivera, seguía siendo indispensable mantener su presencia en el Parlamento para que, siquiera a título simbólico, alguien enarbolara la bandera de la resistencia frente a la amenaza cada vez más real que representaba el auge del movimiento nacional-secesionista en Cataluña.

«Pese a los bandazos ideológicos y la falta de confianza que me inspiraba Rivera, seguía siendo indispensable mantener su presencia en el Parlamento para que, siquiera a título simbólico, alguien enarbolara la bandera de la resistencia frente a la amenaza cada vez más real que representaba el auge del movimiento nacional-secesionista»

La segunda aclaración que me gustaría hacer es que la aparición de Ciudadanos no fue un mero capricho de sus impulsores (Azúa, Boadella, Carreras y Espada, entre otros) que redactaron el manifiesto inicial y crearon la asociación Ciudadanos de Cataluña, sino resultado de la necesidad sentida por algunos catalanes de frenar la connivencia de los dirigentes del PSC con los independentistas de ERC, tanto en el gobierno de la Generalidad como en numerosos Ayuntamientos en Cataluña, y de otros catalanes desencantados por la renuncia del PP, a partir de 1993, de abanderar sin complejos la defensa de la igualdad de los ciudadanos españoles y la multiculturalidad de la sociedad catalana.

Ni socialistas ni populares fueron sensibles al desamparo en que se encontraban tantos catalanes de izquierdas y derechas que consideraban ya imprescindible crear un nuevo partido político en Cataluña, transversal, comprometido con la Constitución Española y alimentado por el legado del liberalismo progresista y la socialdemocracia europeas.

Los despropósitos del PSC durante los años de gobiernos tripartitos con ERC se intensificaron, si cabe, al pasar a la oposición e incorporar el ‘derecho a decidir’ en sus programas electorales

Los despropósitos del PSC durante los años de gobiernos tripartitos con ERC se intensificaron, si cabe, al pasar a la oposición e incorporar el ‘derecho a decidir’ en sus programas electorales, en un intento descabellado y condenado al fracaso de ganar terreno a los partidos genuinamente independentistas, como ERC, y a los partidos nacionalistas que, como CiU, iniciaron en 2012 una peligrosa singladura para ponerse al frente del movimiento independentista.

El PSC se desangró en luchas intestinas que sólo acabaron cuando numerosos dirigentes abandonaron el partido y otros se integraron en ERC. La suerte de CiU fue incluso peor ya que la formación pasó a mejor vida en 2015 y de la otrora principal fuerza política sólo queda un partido independentista, Juntos por Cataluña, dirigido por Puigdemont El Prófugo desde Waterloo.

«El PSC se desangró en luchas intestinas que sólo acabaron cuando numerosos dirigentes abandonaron el partido y otros se integraron en ERC«

En cuanto a la falta de criterio del PP para hacer frente a la crisis de Cataluña, destacaría algunas decisiones que en mi opinión condenaron al partido a la marginalidad en que ahora se encuentra y de la que tardará tiempo en recuperarse. Primera, el pacto del Majestic en 1996 entre Aznar y Pujol que supuso, entre otras cosas, entregar la cabeza de VidalCuadras, presidente del partido desde 1991, a cambio del respaldo de los diputados de CiU en el Congreso. Segunda, el apoyo que el PP de SánchezCamacho prestó al gobierno de Mas en 2011 y 2012, antes de que Mas decidiera ponerse al frente del proceso independentista.

Tercera, la actitud timorata del presidente Rajoy entre 2011-2015, cuando el líder del PP disponía de mayoría absoluta en el Congreso y el Senado y podía haber adoptado medidas contundentes para frenar en seco el proceso insurreccional en Cataluña cuyo gobierno había realizado ya una consulta ilegal el 9 de noviembre de 2014.

Cuarta, el error continuado de apreciación por parte del gobierno de Rajoy de la situación política en Cataluña que, convencido de que la situación podía enderezarse mediante el diálogo, se dejó enredar en una negociación infructuosa con el gobierno PuigdemontJunqueras en 2016. Y quinta, la aceptación por Rajoy de la exigencia de Ciudadanos de convocar elecciones autonómicas, apenas dos meses después de aplicar el artículo 155 de la Constitución el 27 de octubre de 2017, para destituir el gobierno de la Generalidad y disolver el Parlamento de Cataluña.

Del éxito resonante al fracaso estrepitoso

Ni siquiera cuatro años han transcurrido entre el inesperado triunfo electoral de Ciudadanos el 21 de diciembre de 2017, cuando el partido naranja logró 36 diputados y recibió el respaldo de 1.109.307 catalanes (25,47% de los votos contabilizados), hasta la estrepitosa derrota cosechada el 14 de febrero de 2021 en que el partido logró 6 diputados y 157.903 votos (5,62% del total) y pasó de ser la primera fuerza política en el Parlamento de Cataluña a ocupar la séptima plaza.

«El veredicto de los ciudadanos fue tan contundente que hubiera sido lógico que quien encabezaba la lista en Cataluña, Carrizosa, y quien le había puesto allí, Arrimadas, hubieran anunciado que ponían sus cargos a disposición del partido esa misma noche»

El veredicto de los ciudadanos fue tan contundente que hubiera sido lógico que quien encabezaba la lista en Cataluña, Carrizosa, y quien le había puesto allí, Arrimadas, hubieran anunciado que ponían sus cargos a disposición del partido esa misma noche. Pues no, ambos se han agarrado a sus sillones en el Parlamento y el Congreso, respectivamente, y a Arrimadas todavía le sobra tiempo para urdir mociones de censura en tiempos de pandemia y servir de muleta al populismosanchista’ que, conviene recordar, fue aupado al poder el 1 de junio de 2018 por la totalidad de las fuerzas políticas archienemigas declaradas de Ciudadanos: Podemos, ERC, PDeCAT, PNV, EH-Bildu, Compromís, etc.

Pocas veces se registran vuelcos de esta magnitud y cuando se producen sólo cabe pensar que los errores cometidos por la dirección del partido han sido antológicos. El 1,1 millón de Ciudadanos que respaldó a Arrimadas en diciembre de 2017 esperaba si no gobernar, algo imposible al haber revalidado los tres partidos independentistas la mayoría absoluta, sí al menos que Arrimadas presentara su candidatura y realizara una oposición sin cuartel al gobierno de Torra. Incluso, por qué no, que hubiera presentado una moción de censura en algún momento de la legislatura. Pero sobre todo esperaban que Ciudadanos se hiciera presente en las calles y plazas y expandiera su implantación territorial por toda la Comunidad Autónoma.

«Pocas veces se registran vuelcos de esta magnitud y cuando se producen sólo cabe pensar que los errores cometidos por la dirección del partido han sido antológicos«

No sólo no ocurrió nada de esto sino que no había todavía transcurrido un año de la investidura de Torra como presidente del gobierno de la Generalidad el 14 de mayo de 2018, cuando Arrimadas anunciaba el 9 de mayo que hacía las maletas y dejaba su escaño en el Parlamento.

En las elecciones nacionales celebradas el 28 de abril de 2019, Ciudadanos obtuvo un magnífico resultado que abría la posibilidad de sumar sus 57 diputados a los 123 obtenidos por el PSOE-PSC. Ante la perspectiva de formar parte de la política nacional, Arrimadas anunciaba el 9 de mayo de 2019 que abandonaba su escaño en el Parlamento de Cataluña y se iba a los ‘madriles’ a hacer fortuna.

Ciudadanos y PSOEPSC no lograron alcanzar un acuerdo para formar gobierno y en las elecciones celebradas el 10 de noviembre de 2019, el partido obtuvo tan sólo 10 escaños y Rivera anunció que dejaba la dirección de partido. Aquel desplome de Ciudadanos en las elecciones de 2019 fueron la antesala del batacazo sufrido por el partido en Cataluña el 14-F.

«Aquel desplome de Ciudadanos en las elecciones de 2019 fueron la antesala del batacazo sufrido por el partido en Cataluña el 14-F«

Ya entonces me atreví “mirando al futuro” a recomendar a Arrimadas que tratara de converger con el PP para conformar una opción razonable entroncada en el liberalismo progresista “para favorecer la deseable y huidiza estabilidad política”, tanto en Cataluña como en el conjunto de España, y advertía que desconocía si “quienes tomen las riendas de Ciudadanos pretenderán reconducir la situación y recuperar los días dichosos, pero estimo que sería ésta una empresa destinada al fracaso”.

En lugar de seguir estos consejos, Arrimadas prefirió desde que tomó las riendas del partido coquetear con el ‘sanchismo’, y fustigar al PP con el tema de la corrupción, como ya había hecho Rivera en la moción de censura que finiquitó al gobierno de Rajoy el 1 de junio de 2018, animada, tal vez, por la vana esperanza de recuperar algo de protagonismo en la política nacional.

«Arrimadas prefirió desde que tomó las riendas del partido coquetear con el ‘sanchismo’, y fustigar al PP con el tema de la corrupción«

No creo que ninguno de quienes votaron a Ciudadanos en Cataluña en 2017, ni siquiera los 157.903 que se mantuvieron fieles a la formación naranja el 14-F, entendió la decisión de Arrimadas de abandonar Cataluña tras ganar las elecciones autonómicas, por mucho que ella les asegurara que dejaba el partido en buenas manos. Como tampoco entendieron el acercamiento de Arrimadas a un gobierno aupado a La Moncloa y sostenido por partidos populistas y separatistas que siempre han hecho gala de mantener un cordón sanitario en torno a Ciudadanos.

Dentro de muy pocos días, el 4 de mayo, tendremos ocasión de comprobar en Madrid las consecuencias de la fallida moción de censura, urdida por Arrimadas y Sánchez en Murcia, con la corrupción de nuevo como coartada. La debacle en Cataluña y el probable desplome de Ciudadanos en Madrid pueden situar al partido muy cerca de la casilla de partida y forzar a Arrimadas, como a Rivera, a salir por la puerta falsa. Aunque a lo mejor Sánchez la repesca.

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