Ya está el Vietnam en Cataluña, de la «via àmplia» a la ruta Ho Chi Minh

Carles Puigdemont en la Eurocámara. EP.

Con mayor o menor daño en lo más sensible, con mejor o peor gestión, la pandemia pasará tarde o temprano, como todas. El número de parados, superior al medio millón en Cataluña, descenderá aunque sea poco, pero algo será, cuando el promedio de muertes por COVID-19 se reduzca a cinco o seis por día, como las causadas por otras gripes o pneumonías sin más. Habrá que ver qué mundo y qué país resurgen y cómo, tras la catástrofe. Y no obstante, el procés sigue, proseguirá y, en reciente augurio de Joan Tardà, deriva en «un Vietnam».

Lejana la Via catalana, performance comunitario-festiva tan de otros tiempos pujantes y a la vez dichosos en el procés, se ha entrado, advierte Tardà, en la ruta Ho Chi Minh. Aunque por el momento no han estallado más guerras que las ya en curso, las tensiones entre ERC y Junts, con la CUP por medio, precipitan la magnitud de tamaño escenario: el de un choque bélico, pero a base de escaramuzas, emboscadas y golpes de mano. De lo más cruento, si bien no tan frontal como en las guerras convencionales. De aquí, su invocación al Vietnam.

Tal vez podría aclararlo otra imagen, más ferroviaria por así decir, dado que el procés va de vías y rutas con sus hojas de itinerarios, horarios y destinos, también con sus ecos falangistas aun sin presumir de imperiales en las rutas, ni de universales en destinos. El procés, en efecto, había entrado en las agujas de discurrir entre dos vías, la única o «unilateral» de Puigdemont con apeadero puesto en su Casa de la República allá en Waterloo, y a la cual sólo le faltan el andén, las farolas, la barbacana y los retretes para dar la estampa, y la «via àmplia» que fue de ERC.

El procés va de vías y rutas con sus hojas de itinerarios, horarios y destinos, también con sus ecos falangistas aun sin presumir de imperiales en las rutas ni de universales en destinos

La «via àmplia» de ERC, lema de su reciente campaña electoral, buscó y cuenta, quizás todavía, con el apoyo de Podemos, aunque sea a título de compañero de viaje. Se dirige hacía el PSOE de Sánchez e Iceta, está por ver hasta que punto el PSC de Illa, y en su próxima parada sea apeadero o estación tiene ni más ni menos que la «Mesa de Diálogo y Negociación (interrumpida por la pandemia y elecciones)», según el enunciado literal de la moción que ERC presentó al Congreso, y éste aprobó el 17 de diciembre con los votos del Psoe, Podemos, Bildu y demás.

La moción establece que «tanto la Amnistía como el Derecho de Autodeterminación deben ser formalmente presentadas por el Parlament de Catalunya, parlamento que se renueva el próximo 14 de febrero, o mediante un acuerdo entre el Govern de Catalunya y el Gobierno español en la Mesa de Diálogo y Negociación bilateral». Es tanto que el procedimiento de la moción resulta sin duda abusivo. Pero es concreto, aprobado por el legislativo donde reside la Soberanía nacional, y además señala fecha fija: tras las elecciones al nuevo parlamento.

Vendría a ser un parlamento-bis pero formado solo por diputados independentistas y, si el caso se diera, quienes estuvieran dispuestos a seguir el juego a tan monstruosa feudalidad

Concreta, en efecto, la «vía bilateral» preconizada hasta ahora por Erc, y objetivo se supone de su «via àmplia». La de Puigdemont, su Junts y también su Cup, sigue siendo ante todo la «unilateral», la de su Consell de la República con sede en Waterloo y su nonata «Assemblea de representants» que, por «desdoblament institucional» en el decir del propio Puigdemont, vendría a ser un parlamento-bis pero formado sólo por diputados independentistas y, si el caso se diera, quienes estuvieran dispuestos a seguir el juego a tan monstruosa feudalidad.

La Mesa de Diálogo y Negociación, aquí tramitada en simple moción, debería ser asunto del Constitucional. Recuérdese que el primero de los dos referéndums de Quebec, el de 1980, se celebró bajo la siguiente pregunta: «¿da al gobierno de Quebec el mandato de negociar el acuerdo propuesto entre Quebec y Canadá?». Nada que ver con lo impreso en las papeletas o estampillas empleadas en las performances del 7-N de 2014 o la del 1-0 de 2017. Y en el de 1995, medió la sentencia de la Corte Suprema de Canadá, que motivó la Ley de Claridad.

Puigdemont aguarda y desea el choque, con más roces y tensiones entre las dos vías, en favor de la suya, claro está

En las reuniones para formar gobierno, ambas vías han sido dispuestas en paralelo, sobre la mesa donde los partícipes se sentasen al efecto. Pero Puigdemont no ha cesado de cargar contra la «bilateralidad». La sometió a exorcismo en el ritual multitudinario de Perpiñán, en visperas de la pandemia, precisamente. Y si concediera en admitirla, tal como ha explayado estos días en extenso mano a mano con Vicent Partal en su Vilaweb, sería porque aguarda y desea el choque, con más roces y tensiones entre las dos vías, en favor de la suya claro está.

Este es ya «el Vietnam cada dia», sobre todo fiestas de guardar y Navidad (efeméride precisa del «traspàs» de Macià) que advirtió Joan Tardà en entrevista presencial ante las cámaras y micrófonos de Las mañanas de RTVE, este mismo miércoles del terremoto en Murcia y el estallido en Madrid de la bomba accionada mediante el «botón nuclear», por ir a metáforas periodísticas al uso, día que fue asimismo el siguiente al de Puigdemont, Comín y Ponsatí en la cámara de Europa, que los confirmó como no acogidos a inmunidad parlamentaria.

Para Tardà, otro enésimo gobierno entre ERC y el Junts de Puigdemont «podría nacer muy viciado», a estas alturas, y en lo definitivo, sería lo ya antedicho del Vietnam diario

Para Tardà, otro enésimo gobierno entre ERC y el Junts de Puigdemont «podría nacer muy viciado», a estas alturas, y en lo definitivo, sería lo ya antedicho del Vietnam diario. Contra España o «Madrit», obviamente, y porque en su visión y vaticinio derivaría en un «empantanamiento» del «procés», «igual a crear las condiciones objetivas para que el proceso se pudra». Sin ir al Vietnam, ni a las selvas y pantanos de la ruta Ho Chi Minh, que en realidad discurría por las fronterizas Laos y Camboya, retomó el tema «l’endemà» jueves, con artículo en El Periódico.

«La tarea de rompehielos que ha asumido Erc no ha sido correspondida por el Psc», subtitula Tardà. Vuelve a la tal «autodeterminación», en referéndum. Señala que «el republicanismo» ha «iniciado el trayecto enmendando la estrategia de 2017». Sobre sus desencuentros, o los de Erc respecto al Psc, no aporta hechos ni apunta detalles. Pero su imagen del Vietnam se deduce bien clara al fondo. Lo más belicoso, sean el Vietcong o aquel Hal Moore coronel de caballería que inspiró a Coppola en su Apocalipse Now, lo dicta Puigdemont, protagonista.

Si el procés estuviera en fase «vía doble», la unilateral y la bilateral al mismo tiempo, lo propio y coherente consistiría en un gobierno ERC-Comuns con apoyos externos del PSC

Si el «procés» estuviera en fase «via doble», la unilateral y la bilateral a un tiempo, lo propio y coherente consistiría en un gobierno Erc-Comuns, con apoyos externos del Psc a un lado y Junts con su Cup al otro. Erc tendría tanto margen y por tanto poder que, de darse el caso y su circunstancia, hasta podría quitarse de encima a Junts y su Cup, a base de apoyarse en el Psc. Asimismo, con un Psc o un Ciutadans sin escaños para la alternancia o la alternativa, Erc-Comuns serían el alterne, como Pujol-Duran Lleida lo fueron para Felipe y Aznar.

El Vietnam viene porque, aunque Tardà no sea tan crudo en los términos pese a dolerse por ello, la Erc de Aragonès se ha plegado a Puigdemont, o al Ernest Maragall que gracias a Don Manuel Valls i Galfetti no es alcalde de Barcelona en estas noches de tanta convulsión. Tras los presagios vietnamitas del miércoles y el jueves, la sesión constitutiva del Parlamento ha hecho los honores a aquella Resolución del Golfo de Tonkín. Los discursos de Maragall y Laura Borràs, replicados por Carlos Carrizosa, han venido a ser como los Papeles McNamara.

La vía unilateral se ha interpuesto a la bilateral, al punto que Jéssica Albiach y sus comuns se han visto abocados a la oposición pura y dura

La via unilateral se ha interpuesto a la bilateral, al punto que Jéssica Albiach y sus Comuns se han visto abocados a la oposición pura y dura, y Salvador Illa ha quedado con un palmo de narices, las que le pone el «procés». Lo que sucederá a partir de ahora, resulta tan previsible que ya está escrito y publicado en lo sustancial, bien en prensa extranjera más que local o en instrucciones no tan internas como dicen. Sin ir más lejos, el instrumento o «documento» que el Consell de la República, o sea Puigdemont, titula «Preparem-nos (versió preliminar)».

Antes o inmediatamente al término de la investidura de Aragonès, Laura Borràs sometería a aprobación de la cámara una resolución, al tono y estilo de la de Tonkin, que por supuesto reafirmará con la solemnidad usual en tales ocasiones la «sobirania del poble català», con ella «la via unilateral a la independència» y, no extrañe si así sucede, se declarará «autoritat nacional» al Consell de la República en Waterloo, y activará su «Assembla de representants», parlamento-bis solo para indepes y con Puigdemont de amo y señor, feudal a los efectos.

Pero un Vietnam es un Vietnam, y para negociar a Ginebra, nada de Moncloas o Congresos de los Diputados

Dicha resolución, ya puestos, hasta podría incluir con igual solemnidad la oficialización del boicot institucional a la presencia en territorio catalán de lo que consideren «autoridades del Estado», sean el monarca como jefe del mismo o, si por ello les da porque así también lo han apuntado, «las empresas del Ibex 35», incluidas se supone CaixaBank, el Banco Sabadell, Naturgy, Movistar y hasta Inditex. Simples aires folklóricos, a estas alturas. Pero un Vietnam es un Vietnam, y para negociar a Ginebra, nada de Moncloas o Congresos de los Diputados.

Y todo ello, en pleno choque entre la via unilateral y la «Via àmplia», sucede apenas una semana después del manifiesto de los 300 portavoces empresariales, con su grave llamada al sentido común, constructivo, y la apelación a los retos políticos reales de Cataluña, con la reactivación económica, la gestión de la pandemia y la reversión de los recortes en gasto social entre las cuestiones pendientes. Más que el mismo «procés», corre riesgo de quedar «empantanado», a decir de Tardà, mientras se esfuercen en abrir la Ruta Ho Chi Minh para lanzar la Ofensiva del Tet.

Josep Ache
Josep Ache
Josep Ache (Sabadell, 1962). Periodista desde 1979, a diario en medios sabadellenses. Tras Radio Sabadell-EAJ 20, trabajó de 1981 a 2016 en Diari de Sabadell. Llegó a ser corresponsal de Tele/eXpres o El Correo Catalán, y ha colaborado en medios más globales. Autor de libros, capítulos, artículos o ponencias en congresos o cursos universitarios, y encargos de museos o fundaciones, sobre arte, ciencias, arquitectura, historia del teatro o de la música, incluida la flamenca. A juicio del cantaor Chano Lobato, "es lo que hablamos con Romerito (de Jerez, otro grande): En Sabadell está ese señor catalán, tan buen aficionao y tan formal".

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