Partidarias y detractoras de la prostitución se han enfrentado a gritos y golpes en la manifestación central del 8-M en Barcelona, a la que han acudido unas 4.500 personas. Unas y otras representan, grosso modo, las dos corrientes del feminismo en España en estos momentos, fuertemente enfrentadas desde hace meses por la Ley Trans que prepara el ministerio de Irene Montero. Cualquier cuestión es susceptible hoy en día de enfrentamiento entre unas y otras y el 8-M no iba a ser diferente.
Un sector del feminismo español, liderado por Montero y otras políticas como Ada Colau, es partidario de la legalización de la prostitución como forma de ayudar a las mujeres que ejercen este oficio de forma irregular. Enfrente tienen a feministas de toda la vida como Lidia Falcón, que consideran la trata como algo propio del patriarcado y, por lo tanto, se oponen radicalmente a su legalización. Y unas y otras han encontrado en el 8-M barcelonés la ocasión ideal para escenificar sus diferencias.
Colau arremete contra Vox
Durante la manifestación, por otro lado, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha arremetido contra Vox, partido al que ha acusado de intentar criminalizar al movimiento feminista. «En realidad», ha dicho Colau en declaraciones recogidas por Europa Press, «lo peligroso es la extrema derecha«. «Es la extrema derecha», ha abundado, «la que pone en peligro los derechos fundamentales y la que pone en peligro la vida de las mujeres«.
La consellera de Presidencia en funciones, Meritxell Budó, ha calificado de «necesarias» las manifestaciones feministas en pleno siglo XXI porque «la igualdad está muy lejos de ser realidad». Budó ha pedido a los hombres «corresponsabilidad» y ha afirmado que la pandemia del COVID-19 ha afectado especialmente a las mujeres porque son ellas las que llevan todo el peso de los cuidados.
Desde ERC, la vicesecretaria general de Mujeres, Raquel Sans, ha dicho, al igual que Budó, que las mujeres han sido las más perjudicadas por la crisis. Sans, además, ha reiterado el compromiso de los republicanos de poner en marcha la Conselleria de Igualdad y Feminismos, así como de organizar un Govern «paritario a nivel de consellers, directores y secretarios generales».