Es un hecho incontrovertible que la actual situación que vive Cataluña se empezó a fraguar con la victoria de Jordi Pujol en 1980, fruto del entreguismo de la izquierda a Tarradellas de la presidencia de la Generalitat Provisional, y que se ha ido materializando con el despliegue del Programa 2000, hoja de ruta que ha cumplido al dedillo el conjunto del nacionalismo más allá de las diferencias entre partidos.
El gran problema de los catalanes no nacionalistas es la falta de un liderazgo potente que impulse desde Cataluña una estrategia a largo plazo. Sin duda, este Programa 2030 debe contar con el soporte de los partidos estatales pero ello sólo será posible si existe un propuesta transversal desde Cataluña.
Salvador Illa es la persona en disposición de impulsar ese ‘Programa 2030’ que no tiene por qué interferir en la lógica cotidiana de los partidos.
Ya hemos visto que, durante 40 años, no ha existido una estrategia de Estado para luchar contra el independentismo. Quizás ahora, a la vista de la gravedad de la situación y de que las concesiones no sirven para nada más que para reforzar el poder del independentismo, se pueda encontrar una mayor receptividad.
Salvador Illa es la persona en disposición de impulsar ese Programa 2030 que no tiene porqué interferir en la lógica cotidiana de los partidos. Hay que ver cómo se penetra en la sociedad civil, cómo se evita que todas las instituciones catalanas caigan en manos del secesionismo, cómo se revierte el dominio de los medios, especialmente en catalán. Todo ello con un relato alternativo que debe hacerse llegar de forma persistente a los ciudadanos para que cale. Desprogramar una sociedad no es un tarea fácil. Pero para conseguirlo hay que ponerse a trabajar con medios, esfuerzo e inteligencia al resguardo de los enfrentamientos partidistas.