La decadencia de Cataluña sigue su curso. Las imágenes de destrucción de estos días, a la que se suman violentos de todo pelaje alentados por el poder político, no hace más que profundizar, quizás de forma irreversible, una decadencia que tiene múltiples e inapelables indicadores. PIB congelado desde 1980, retroceso relativo del PIB per cápita, pérdida de población respecto a otras tierras de España, caída brutal de la inversión extranjera, estancamiento del área metropolitana de Barcelona, déficit creciente de la Seguridad Social, aumento de la presión fiscal, pérdida de influencia cultural etc.
«La marca Barcelona se asocia cada día más a barricadas, incendios, ataques a la policía, saqueos y actuaciones violentas de toda índole, desde escraches a apedreamientos y destrucción de mobiliario urbano o vehículos».
El desprecio por la ley, impulsada desde la propia Generalitat, legitima la actuación violenta de cualquier reivindicación o planteamiento político. La marca Barcelona se asocia cada día más a barricadas, incendios, ataques a la policía, saqueos y actuaciones violentas de toda índole, desde escraches a apedreamientos y destrucción de mobiliario urbano o vehículos.
La inacción del estado viene de lejos. Y, ahora, es complejo revertirla aunque hubiera voluntad real de implementar una reacción coordinada y a largo plazo, algo dudoso siendo generosos. A los poderes públicos catalanes, como ocurre en muchas dictaduras, lo único que les importa es conservar el poder . El empobrecimiento de la población que no vive directa o indirectamente del presupuesto, su clientela, que es mucha, les importa un rábano. Ya les va bien que los que no se sienten cómodos se vayan y que no vengan personas del resto de España porque les ayuda en su estrategia de ingeniería social. Y a mayor pobreza mayor dependencia del poder público y más eficacia del clientelismo.
«La inacción del estado viene de lejos. Y, ahora, es complejo revertirla aunque hubiera voluntad real de implementar una reacción coordinada y a largo plazo, algo dudoso siendo generosos. A los poderes públicos catalanes, como ocurre en muchas dictaduras, lo único que les importa es conservar el poder«
El nacionalismo, ahora aliado con el populismo de izquierdas, continua con su estrategia desestabilizadora una vez han mantenido el poder en las últimas elecciones. Ante la determinación de una minoría que controla la mayoría de medios de comunicación catalanes, especialmente los instrumentos esenciales de agitación y propaganda que son TV3 y Catalunya Radio, no hay una reacción mínimamente proporcional ni de la sociedad catalana, incluidos los partidos de oposición, ni del estado con excepción del poder judicial. Muchos catalanes , víctimas del síndrome de Estocolmo, siguen apostando por las cesiones, cuando es evidente que sólo sirven para dar más poder a quiénes quieren usarlo para sus objetivos rupturistas y golpistas.
«Ante la determinación de una minoría que controla la mayoría de medios de comunicación catalanes, especialmente los instrumentos esenciales de agitación y propaganda que son TV3 y Catalunya Radio, no hay una reacción mínimamente proporcional ni de la sociedad catalana, incluidos los partidos de oposición, ni del estado con excepción del poder judicial«
El otro día planteaba la necesidad de que quiénes no compartimos la deriva de nuestra tierra reaccionemos con propuestas políticas que puedan empezar a revertir la situación, objetivo muy difícil pero imposible si no se actúa y algunas voces destacadas parecen entenderlo así . Para esta reacción el papel del PSC es decisivo. Confiemos en que su nuevo líder tenga acierto y que su prioridad como jefe de la oposición no sea acabar de destruir el centro – derecha constitucionalista, casi autodestruido, y favorezca su recomposición , única forma de poder articular en el futuro una mayoría parlamentaria que desaloje al nacionalismo y al radicalismo de la Generalitat. Cataluña necesita con urgencia dejar de cavar su propia tumba.