Lo hago ininterrumpidamente desde 1978. Siempre de forma activa, participando en todas las campañas previas y en el ‘Día D’ en mesas electorales como organizador; interventor o apoderado con mesas de muestreo inmediato.
Hoy ha sido la primera vez que rompo ese hilo conductor de implicación personal y he votado por correo.
Me duele hacerlo así, pero la herida de mi abandono del PSC está muy fresca y me encontraría incómodo viendo como los demás hacen, sin hacer yo.
Utilizando una metáfora muy tópica, he votado con una pinza en la nariz.
No he votado lo que yo querría, por que todavía lo estamos engendrando, no ha nacido.
Los que nos sentimos huérfanos de una izquierda española, indudablemente constitucionalista y española sin complejos, los jacobinos, no tenemos partido. Estamos en ello.
Pero esa desazón no puede convertirse en una abstención, un voto en blanco o nulo. Si porque no me gusta como llevan las reuniones en mi comunidad de vecinos de escalera, dejo de participar en ellas, me tendré que tragar y asumir todos los acuerdos que tomen, aunque no me gusten, sin ni siquiera ‘derecho al pataleo’.
«Pero esa desazón no puede convertirse en una abstención, un voto en blanco o nulo«
Votar constitucionalista es una opción global para los que estamos desde el inicio luchando contra el monstruo de la secesión en Cataluña; pero cuando se trata de votar izquierda, las opciones se reducen sólo a dos: Socialistas o Podemos. Alguna opción testimonial que nunca ha pasado del 0,3 % hay, pero es sólo eso: testimonial.
Cuando hay dos grandes bloques enfrentados: A).- la continuidad de los secesionistas que llevan arruinándonos la vida desde hace 10 años; o B).- la posibilidad de sustituirles por otros menos malos, es de sentido común optar por el mal menor.
Que en Cataluña se pueda reproducir el modelo de coalición del gobierno de España, confederalistas (PODEMOS) con federalistas (PSC+PSOE), tiene sus peligros. Otegui y Junqueras, con la ayuda inestimable de su protector en el gobierno, Iglesias, ya se relamen explicándole a sus huestes que esto no es una renuncia, que es solo un paso atrás para coger impulso, y cuando llegue el momento de abordar la reforma constitucional para adaptar el modelo autonómico, ellos plantearán una confederación de estados (de 8 naciones según Iceta) y entonces, si han conseguido mayores cuotas de soberanía para sus cantones, romperán la baraja y se declararán independientes…otra vez.
Ese proceso de reforma constitucional será lento, a medio plazo, 3-4 años. Estamos seguros que para entonces la alternativa de un Partido de las Izquierdas Españolas ya habrá crecido y consolidado lo suficiente como para plantarles cara y evitarlo.