ENTREVISTA | Sergio Fidalgo: «En TV3 solo tienes cabida si llevas la ‘estelada’ tatuada en la frente»

El periodista acaba de publicar ‘TV3, el tamborilero del Bruc del ‘procés’, donde se denuncia la manipulación informativa del canal autonómico

El director de 'El Catalán', Sergio Fidalgo. ÓSCAR BENÍTEZ.

Director del diario digital El Catalán y uno de los activistas más incombustibles del constitucionalismo en Cataluña, el periodista Sergio Fidalgo (Barcelona, 1968) acaba de publicar TV3, el tamborilero del Bruc del ‘procés’ (Ediciones Hildy), un combativo volumen en el que voces como Jordi Cañas, Joan Ferran o Ferran Monegal ofrecen su visión sobre el sesgo separatista de la cadena autonómica. Sesgo que, según cuenta Fidalgo en esta entrevista, «no solo consiste en ignorar a la mitad de los catalanes, sino también, cuando puede, en insultarles».

En el título del libro llama a TV3 el «tamborilero del Bruc del procés». ¿Cuál es la razón?

La expresión no es mía, sino de Ferran Monegal. Se basa en la leyenda del tamborilero del Bruc, según la cual un chico con un tambor, durante la guerra de la independencia —ésta sí— contra Francia, engañó al Ejército Francés haciéndole creer, gracias al eco de las montañas, que tenía enfrente a un ejército cuando estaba él solo. TV3 hace lo mismo: retumba los mensajes separatistas de tal manera que los espectadores se piensan que el 80% de la población está a favor de la causa. Ese continuo eco, es permanente redoblar de tambores —tocados por la Rahola, el Tot es Mou o el Està passant— hace que dos millones de catalanes se crean que son el pueblo catalán. Y que se crean también que las cuatro voces contrarias que escuchan, de Inés Arrimadas o Alejandro Fernández, representan solo a una minoría que engaña a los catalanes.

También considera a la televisión de la Generalitat la «cadena privada más importante de Cataluña».

De nuevo, la frase es de Monegal. Es así porque es una televisión sufragada con dinero público pero cuyo único target son dos millones de catalanes. Es como si fuera la Fox o el Canal Cocina. Solo se dirige a un parte de la población, la separatista. El target no separatista no les interesa. A estos espectadores no solo los ignora, sino que cuando puede les insulta. No es una televisión que todos los catalanes pueden considerar suya porque solo tiene una obsesión: vender la independencia de Cataluña.

Al final del libro, recoge en un apéndice alguno de los casos de manipulación más sangrantes del canal. ¿Cuál le parece el más representativo?

Escogería el caso de Jair Domínguez. Hasta ahora, estábamos acostumbrados a que colaboradores o presentadores de TV3 mostraran en redes sociales posturas críticas a líderes constitucionalistas o proclamas a favor de lo que ellos llaman presos políticos o exiliados. Pero Jair Domínguez ha hecho de esto un arte. El «puta España» es su lema: lo usa en las redes sociales y en la programación de TV3, sobre todo en un espacio que se emite en streaming: Brico Heroes. El hecho de que a una persona que dice «puta España» lo paguemos todos los catalanes, incluidos aquellos que pensamos que España es nuestro país, convierte a TV3, no ya en una herramienta de propaganda, sino de masoquismo: estamos pagando a un tío que nos insulta.

«Jair Domínguez es el ejemplo más claro de que en TV3 cuanto más cafre eres, cuanto más insultas a la gente que no es separatista, mejor te va»

Por otro lado, es el ejemplo más claro de que en TV3 cuanto más cafre eres, cuanto más insultas a la gente que no es separatista, mejor te va. Domínguez presenta Brico Heroes en streaming, copresenta cada tarde en prime time el Està passant y luego colabora todos los días en Catalunya Ràdio. Y todo ello gracias a sus dos palabras favoritas: «Puta España».

¿Y cómo es posible que un canal público cuente con colaboradores como Domínguez o, por ejemplo, Toni Albà, que llamó «puta» a Arrimadas?

Si solo fuera Domínguez o Alba, podríamos pensar que se trata de una cuota de frikis. Pero no son solo estos dos. Los extremistas no son la excepción, sino la norma. Ahí está, por ejemplo, Juliana Canet —presentadora de un programa diario en Catalunya Ràdio y colaboradora en TV3—, que incitó a quemar contenedores alegando que el «puto pacifismo» no servía para nada. O el director de Informativos, David Bassa, que ha hecho apología de Terra Lliure tanto en libros como documentales. Por no hablar del director de la cadena, Vicent Sanchis, que más que periodista es un activista. Y si no, recordemos que fue vicepresidente de Òmnium. Conclusión: si no llevas la estelada tatuada en la frente, no tienes cabida en el canal.

El propio nacionalismo catalán se ha referido en alguna ocasión a TV3 como una “estructura de Estado”. ¿Puede considerarse así?

Sí. De hecho, es la única estructura de Estado que realmente ha conseguido levantar el separatismo. Otros dicen que también la educación, pero con ésta última solo han conseguido infiltrarla. Por el contrario, TV3 es una creación del separatismo: Pujol la funda para su proyecto de construcción nacional y siempre ha tenido esa función. Desde su nacimiento en el 83, no ha parado de vender el estereotipo de la Cataluña progresista y modélica frente a una España casposa. Al principio era más sutil: mientras el malo, la puta o el policía facha hablaban en español, los personajes intachables lo hacían en catalán. Siempre ha jugado a ese juego.

No obstante,  a partir de 2012, esta construcción nacional pujolista, que hasta entonces había sido o menos amable o disimulada, se convierte en algo más siniestro. Aprietan el acelerador y se convierten en una herramienta de propaganda. En este sentido, cabe destacar que las grandes manifestaciones separatistas se han montado desde TV3, informando desde meses antes sobre cómo participar en ellas.

«En las televisiones del resto de España puede haber sectarismo, pero lo de TV3 es ingeniería social»

Ahora, ha cambiado de fase. Hasta 2017, intentaban ensanchar la base separatista. Desde entonces, sin embargo, su objetivo es mantener prietas las filas. Una vez que  el golpe de Estado fracasa, el canal se vuelca en que los suyos no despierten y se den cuenta de que les han tomado el pelo. Resumiendo, es una estructura de Estado perfecta. Domina practicamente el espectro audiovisual en catalán en Cataluña.

Mientras algunos constitucionalistas optan por acudir a los debates de TV3 para que en la cadena puedan oírse voces diferentes, otros han decidido dejar de asistir y no ser una coartada de su supuesta pluralidad. ¿Cuál es la actitud correcta?

Yo respeto las dos posturas. Entiendo perfectamente a la gente que quiere ir para visibilizar que hay otro punto de vista, por si algún despistado que esté viendo TV3 y no haya sido abducido del todo pueda plantearse el error en el que está. Pero yo personalmente estoy por no ir: al final, los mensajes positivos que uno pueda lanzar van a quedar diluidos en ese magma de cinco contertulios secesionistas contra uno constitucionalista —recordemos que el presentador también suele unirse a la fiesta—. Participando, refuerzas su imagen de que son una televisión plural. Pero una televisión verdaderamente plural sería más equilibrada: tendría a tres contertulios de un signo contra tres del signo contrario.

El activista antiseparatista Oriol Güell i Puig ha comparado a TV3 con «la TVE de Urdaci y Aznar y el Canal 9 de Camps y Zaplana». Pero, ¿tiene el caso de TV3 parangón en España?

La televisión pública en España siempre ha estado dirigida por el Gobierno de turno: sea del PSOE, PP, PNV o BNG. Ese mal ha estado siempre, sin excepciones. Ahora bien, una cosa es estar al servicio del presidente autonómico para que quede bien y otra cosa es lo que ha hecho TV3, que es algo más siniestro: ser una herramienta de ingeniera social. Y es que TV3 no pretende que Artur Mas quede bien o quede bien Quim Torra. TV3 está construyendo un país, una Cataluña diferente al resto de España. Y está convenciendo a millones de catalanes de que somos algo así como un “pueblo escogido”: intelectualmente superiores, más emprendedores, etc. Es decir, está la España casposa de los Guardia Civiles con bigote y está la Cataluña superguay de TV3.

«Cuando alguien protesta por un exceso de TV3, el CAC se encarga de blanquear la tropelía»

Eso no lo hace Televisión Española ni Canal Sur. Casi te diría que no lo ha hecho ni la televisión vasca. Teniendo la EITB también un mensaje nacionalista muy potente, dudo que en ella tuviera cabida el «puta España» de Jair Domínguez. Insisto: en el resto de España hay sectarismo, pero lo de aquí es ingeniería social.

El Consejo del Audiovisual Catalán (CAC) es el organismo que vela por la neutralidad informativa de los medios catalanes. La pregunta es: ¿Qué está fallando?

El separatismo lo que ha hecho es controlarlo todo, incluido el CAC. Controlan las diferentes Administraciones, colegios profesionales, entidades civiles… no se les escapa nada. El CAC es el organismo regulador, y al controlarlo directamente, lo que hacen es justificar cualquier barbaridad. TV3 y Catalunya Ràdio se saltan cada día su propio libro de estilo infinitas veces y el CAC no les reprende jamás, cuando debería ser el garante de que eso no ocurriera. Así, sirve de coartada para que TV3 y Catalunya Ràdio hagan lo que les dé la gana, pues el CAC lo justifica todo. Y cuando alguien protesta por algún exceso del canal, ellos se encargan de blanquear la tropelía.

Según datos aportados por el CAC, durante los últimos ocho meses de 2019, la desconexión territorial de TVE en Cataluña dedicó un 71% del tiempo de palabra a entidades separatistas y solo un 28% a colectivos constitucionalistas. ¿Está siguiendo TVE en Cataluña los pasos de TV3?

En lugar de estar combatiendo a TV3, Televisión española se ha convertido en el segundo canal de TV3. Por ejemplo, acaba de fichar a conocidos nacionalistas como Òscar Dalmau y Flora Saura —que, sin ir más lejos, ha presentado actos de la ANC—. Televisión Española se ha convertido directamente en una copia barata de TV3. Digo barata porque TV3 lo hace mejor: tiene más dinero y lo hace con más calidad. Y es que, a la hora de hacer propaganda, no se puede negar que son buenos profesionales. Sin embargo, Televisión Española no alcanza el mismo nivel: es la versión cutre.

«Con TV3 debe hacerse como con Canal 9: cerrarla y, posteriormente, refundarla con gente nueva»

Por último, ¿qué habría de ocurrir para que TV3 fuese la televisión de todos los catalanes?

Es imposible que TV3 pueda ser la televisión de todos los catalanes. TV3 hay que cerrarla. No digo que sus trabajadores se vayan a la calle: si son funcionarios, que mantengan su empleo en otro lugar. Porque el problema de este canal no es solo la marca, sino que hay dos mil empleados que, durante diez años, no han abierto la boca para protestar por lo que se hacía con la televisión pública. Por lo tanto, es imposible cambiar TV3 con la misma plantilla: los que no han manipulado con entusiasmo,  se han callado y han sido cómplices. Es por esto que el canal no tiene arreglo. ¿Solución? Debe hacerse como con Canal 9: cerrarlo y, posteriormente, refundarlo con gente nueva.

Óscar Benítez
Óscar Benítez
Periodista de El Liberal. Antes, fui redactor de Crónica Global y La Razón; y guionista de El Intermedio.

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