ERC está sabiendo rentabilizar la abstención que permitió al socialista Pedro Sánchez revalidar como presidente del Gobierno el pasado mes de enero. El último movimiento de los republicanos en este sentido ha sido lograr que uno de los suyos, el científico Pep Salas, pase a formar parte de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), según recoge Vozpópuli. Salas es experto en transición energética y, como independiente, fue el número 12 de la lista del republicano Ernest Maragall al Ayuntamiento de Barcelona en las últimas elecciones municipales.
Salas estará en la CNMC durante, al menos, los seis próximos años. Y es que los consejeros no pueden ser cesados a lo largo de su mandato, tal y como establece Bruselas. Nacido en Molins de Rei, Pep Salas es ingeniero y doctor por la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC). Fundador de la empresa km0.energy, promueve el debate sobre la transición energética en Cataluña a través de la web smartgrid.cat.
¿Adiós a la DUI?
Con la llegada de Salas a la CNMC, ERC da un paso más en su pretensión de convertirse en la nueva CiU ante el Gobierno central. Los republicanos parecen haber abandonado ya totalmente la idea de que la independencia es posible por la vía de la unilateralidad y trabajan desde hace meses en la línea de profundizar la relación con el Estado para, dicen, acabar logrando pactar un referéndum y la amnistía de los líderes independentistas condenados por la consulta ilegal del 1-O.
En este nuevo viaje de los republicanos, la mesa de negociación entre el Gobierno y la Generlitat parecía, hasta el 15 de marzo, el mayor logro. Muchos pensaron en febrero, cuando Quim Torra anunció la ruptura de JxCat y ERC en el Govern y una próxima convocatoria de elecciones autonómicas, que esta mesa ayudaría a ERC a ganar los comicios, para los cuales las encuestas ya les auguraban la victoria sobre los posconvergentes. La pandemia del coronavirus dio al traste con esta estrategia. La actitud de deslealtad del presidente Quim Torra no logró que el PSOE diera por cerrado el diálogo pero sí parece claro que las negociaciones, si se retoman, no irán por los derroteros que desearía JxCat.
La pandemia, por otro lado, ha arrasado las residencias de ancianos y el sistema desalud catalán, cuya gestión está en manos de ERC. Es evidente que, ante una convocatoria electoral, nadie en el partido podría emplear esta gestión como carta de presentación ante los electores. De ahí que los republicanos se hayan volcado en su relación con el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Sánchez y Aragonés
Tanto es así que el apoyo implícito de ERC a la que se supone que será la última prórroga del estado de alarma ha sido negociado directamente entre Pedro Sánchez y el líder del partido y vicepresidente del Govern, Pere Aragonés. A cambio de estos apoyos a lo largo del estado de alarma, la formación ha logrado arrancar algunos compromisos para Cataluña al Ejecutivo central. Compromisos que coinciden con algunas de las reivindicaciones que ha venido formulado Quim Torra en los dos últimos meses.
Así las cosas, ERC está sabiendo moverse en los siempre difíciles recovecos de Madrid y comienza a hacerlo con la agilidad con la que en su día lo hacía la extinta CiU. Los convergentes de entonces, bajo la dirección de Jordi Pujol, supieron convertirse en imprescindibles para los diferentes gobiernos del PSOE y el PP. Vendieron sus apoyos al mejor postor y en beneficio de los intereses de ambas formaciones, que no siempre coincidían con los de los catalanes en general. Y lograron, además, que tanto socialistas como populares hicieran la vista gorda ante cuestiones tan graves como la inmersión lingüística o el adoctrinamiento en los centros escolares. Por no hablar de la tan traída y llevada corrupción del 3%.
JxCat, a la deriva
Hoy, los sucesores de Convergencia, bajo las siglas de JxCat, no tienen ante el Gobierno el peso que tuvieron en su día. Desde la declaración del estado de alarma, no han mostrado excesivos apoyos al Ejecutivo del PSOE y Unidas Podemos. Y han llegado a extremos difícilmente comprensibles como el de votar en contra de medidas para facilitar la reactivación de la Justicia, con gestos hacia Cataluña. Algo que solo se explica porque se trata de una competencia gestionada por ERC.
En JxCat comienza a estar claro que será Carles Puigdemont quien lidere la candidatura a las autonómicas, aunque de ganarlas, no podría ejercer puesto que sigue fugado de la Justicia española. Para tratar de dar una imagen menos radical la elegida para ocupar el segundo puesto de la lista y aspirar por tanto a ser la primera presidenta de la Generalitat es Ángels Chacón, consejera de Empresa y tenida como bussines friendly para tratar de taponar al nuevo partido nacionalista catalán liderado por Marta Pascal. Pero eso no impide que Puigdemont haya empezado ya a marcar el paso, pretendiendo que las tres formaciones independentistas, JxCat, ERC y las CUP, se sometan a sus decisiones. Lo llama «dirección aliada» y lo presenta como la única vía posible hacia una independencia que sigue defendiendo que debe ser unilateral.
Si bien la secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha hecho también llamamientos a la unidad del independentismo, la relación con JxCat no solo está rota sino que la guerra es abierta. Y ni siquiera la intervención de Oriol Junqueras exigiendo desde la cárcel a Quim Torra el cumplimiento de su compromiso de convocar las elecciones, tras la aprobación de los presupuestos de la Generalitat, ha servido para que la posconvergencia haga algún gesto hacia sus antiguos socios en el Govern que indique que realmente desean esa unión. Es más, las acusaciones de autonomistas y traidores cada vez que apoyan las medidas de Sánchez contra la pandemia son lo habitual en las redes sociales.