La alcaldesa de Barcelona, AdaColau, tiene una doble vara de medir a la hora de tratar los asuntos religiosos desde el Ayuntamiento. Hace pocas semanas no felicitó de manera oficial la Pascua a los barceloneses y en sus redes sociales se limitó a calificar la «Semana Santa de atípica» debido al confinamiento.
En cambio, las dos últimas semanas por las calles de Barcelona, especialmente en Ciutat Vella, y a pesar del confinamiento, podemos cruzarnos con un coche eléctrico equipado con megafonía exterior que felicita el Ramadán en varios idiomas: catalán, castellano y árabe.
Según vecinos de la zona de las calles Junqueras y Ortigosa, señalan que cada tarde cuando empieza la caída del sol, aparece esta furgoneta eléctrica que no para de repetir el mismo mensaje una y otra vez: «Ramadán mubarak, siguiendo el decreto de confinamiento y las restricciones derivadas del estado de alarma, les deseamos que paséis un feliz Ramadán desde casa».
Cabe recordar que la celebración del Ramadán se inició el pasado 24 de abril y su duración es de un mes, hasta el 24 de mayo. Corresponde al noveno mes del calendario musulmán, (de base lunar) en el que está prescrito el ayuno, la abstención de fumar, beber y mantener relaciones sexuales desde el alba a la puesta de sol, y solo pueden omitirse obligaciones en casos especiales como enfermedades. En Cataluña se estima que actualmente hay unos 500.000 musulmanes.
Evita referencias de las tradiciones católicas
Según la página web de Acción Intercultural del ayuntamiento de Barcelona, define el Ramadán como: «Una festividad que en Barcelona tiene lugar desde hace años en un contexto de normalidad, y que este año se verá forzada a celebrarse con más introspección y familiarmente, sin esta dimensión comunitaria que tanto la caracteriza. Son muchas las federaciones y comunidades islámicas que han acordado y recomendado a sus fieles seguir los preceptos, oraciones, etcétera, en la intimidad de su hogar y con más recogimiento, cumpliendo así con las condiciones sanitarias establecidas y el confinamiento social«.
Mientras que el gobierno municipal evita las referencias de las tradiciones católicas en festividades señaladas como la Navidad y Semana Santa, no escatima esfuerzos para explicar qué es el Ramadán para los musulmanes. Organizando actividades en equipamientos municipales de los distritos, charlas en centros cívicos, así como distribuir folletos informativos en los que explican con detalle que tradiciones se siguen durante el mes que dura el Ramadán.
Sorprende que, tras el inicio del Ramadán, el pasado 24 de abril, la alcaldesa Ada Colau todavía no haya felicitado a la comunidad musulmana en sus redes sociales, tal y como hizo el año pasado en plena campaña de las elecciones municipales. «Barcelona es una ciudad afortunadamente diversa, Ramadán Mubarak a todos los vecinos y vecinas musulmanes de la ciudad que hoy inicia este periodo de reflexión para encontrar la harmonía y la paz», señalaba Colau en su cuenta de Twitter.
En cambio, si las fiestas tienen un sentido católico como la Navidad, el esfuerzo y detalle para explicar la tradición religiosa no es la misma. Una buena muestra la campaña de Navidad del Ayuntamiento de Barcelona, bajo el título «Bienvenida Magia» no hacía ni una referencia a la tradición católica. «¿Qué hay más mágico que la Navidad? Ese momento del año en que la ciudad se llena de luz en medio de la oscuridad, los hogares y los abrigos calientan más que nunca, abundan los besos y abrazos y una mañana encontramos que nuestras ilusiones y nuestros sueños han entrado por la ventana o por el balcón en forma de juguetes». Un mensaje más cercano a la celebración del solsticio de invierno que a una fiesta de tradición católica.
Desde la llegada de Colau a la alcaldía de Barcelona en 2015, los ataques y menosprecios a la comunidad cristiana han sido en muchos casos sonadas polémicas. Suprimir la tradicional misa en la Basílica de la Mercè en programas y folletos oficiales de las fiestas o el Padre Nuestro blasfemo en los premios «Ciutat de Barcelona» 2016. Y hasta llegar a promover una campaña de ataque a la Iglesia católica, con la campaña «Las únicas Iglesias que iluminan son las que pagan el recibo de la luz» que lucían en las marquesinas publicitarias de la ciudad con el logo del Ayuntamiento.