Proliferan las teorías sobre los efectos políticos de la pandemia. Unos vaticinan un golpe mortal a la globalización a la que culpabilizan, junto al capitalismo, de la epidemia, como si fuera la primera en la historia de la humanidad. Otros ven como irremediable, y deseable, un crecimiento exponencial del estado en la economía. También están quiénes auguran un retroceso de las libertades individuales y un reforzamiento de las alternativas más iliberales y nacionalistas. Nada de ello es inevitable, pero los que no creemos en modelos sociales que han fracasado rotundamente ,debemos esforzarnos para combatir unas ideas que en estos momentos son dominantes en los medios de comunicación.
En Cataluña, además de las tendencias que se dan en todo Occidente, el independentismo alerta contra el fortalecimiento del nacionalismo español y trata de fortalecer sus planteamientos secesionistas culpabilizando no ya al Gobierno sino a la idea de España de las muertes y la segura recesión económica que se avecina. El procés lleva monopolizando la política catalana desde 2012. Es hora de pasar página. De concentrar todos los recursos materiales y humanos en la reconstrucción del país.
El ‘procés’ lleva monopolizando la política catalana desde 2012. Es hora de pasar página. De concentrar todos los recursos materiales y humanos en la reconstrucción del país
Ante este panorama y de cara a una elecciones autonómicas cuya convocatoria parece que Torra ha decidido retrasar hasta que el Tribunal Supremo le inhabilite definitivamente como estrategia para reforzar el victimismo tradicional del nacionalismo catalán en general y de JxCat en particular, me parece trascendente promover una confluencia electoral de centro , de carácter disruptivo, en base a los siguientes principios:
- Frente al independentismo y los nacionalismos de todo tipo, potenciación de la cooperación internacional, la solidaridad y la transparencia como único forma de conseguir una lucha eficaz contra los retos más importantes: paz, salud, bienestar, sostenibilidad.
- Frente a las derivas estatalistas, defensa de la economía social de mercado. La única forma de asegurar el estado del bienestar y la redistribución de la riqueza es creándola primero. El necesario incremento del gasto público en apoyo a la recuperación económica y a la cobertura de las necesidades de los más perjudicados por la pandemia, debe compaginarse con una política de austeridad de gastos superfluos de todo tipo, muy en especial todos los vinculados al clientelismo político y la agitación y propaganda para mantener vivo el «procés».
- Frente a las tendencias iliberales y colectivistas, defensa de los derechos individuales y de la democracia basada en el pluralismo político y el estado de derecho.
- Frente a la confrontación identitaria, convicción que la pluralidad de orígenes y lenguas de Cataluña es un activo que hay que potenciar y aprovechar y no una anomalía que hay que finiquitar.
- Frente a la ética de las emociones, la ética de la responsabilidad.
- Frente a las políticas que buscan la creación de enemigos, ya sean de género, de clase, religiosos, de origen, ideológicos o cualquier tipo ,defensa de políticas que favorezcan lo que nos es común, lo que nos une. La necesaria lucha contra las desigualdades de todo tipo debe realizarse sin odios, ni fundamentalismos. Defender los legítimos intereses de los catalanes , corredor mediterráneo, financiación, pero sin victimismo ni supremacismo
- Frente a las promesas de paraísos futuros, defensa de que ocuparse de solventar los problemas del presente, la gestión eficaz de los problemas concretos es la única manera de construir un futuro mejor. Dar respuesta a los problemas e inquietudes de las generaciones más jóvenes es un objetivo esencial de un buen gobierno. La educación de calidad, la ecología, el feminismo de la igualdad de oportunidades, la inserción en el mercado laboral, constituyen objetivos que deben impregnar toda obra de gobierno.
- Frente a los posicionamientos ideológicos extremos que contaminan la resolución de problemas, tratamiento pragmático de los mismos, alejados de fundamentalismos de toda índole.
- Frente a la utilización groseramente partidista de las instituciones, neutralidad de las mismas.
¿Pero debemos resignarnos a que el independentismo gobierne eternamente Cataluña y que la única alternativa sea un Tripartito de no muy grato recuerdo?
Una oferta electoral de este tipo debería integrar a aquellos partidos que coinciden con ese modelo de sociedad. Debería tener como eje a Ciudadanos, primer partido de Cataluña en 2017, ahora en sus horas más bajas pero que ha iniciado un giro estratégico en esta dirección tras el relevo de Albert Rivera por Inés Arrimadas. Ciudadanos nació como un partido de centro no nacionalista para derrotar democráticamente al nacionalismo catalán. Para conseguirlo, hoy, no es útil envolverse en la bandera española, espacio consolidado pero que no atrae al votante más joven y cosmopolita que no se identifica con el nacionalismo catalán pero tampoco con el español, y que ahora esta ocupado por VOX, ni competir con el PP por el liderazgo de la derecha. Estos espacios políticos ya están cubiertos. Si que existe un espacio, agrandado por el gobierno de coalición PSOE-Podemos, que he tratado de definir en los puntos anteriores, que es determinante para configurar mayorías electorales y que con una sociedad cansada de enfrentamiento de banderas y de debates ideológicos puede tener una buena acogida. Los verdes de Baviera son un ejemplo del que se pueden extraer enseñanzas útiles. Pero Ciudadanos no puede ocupar este espacio sólo. Al menos a corto plazo, necesita tiempo. Necesita credibilidad y llegar a sectores empresariales ,intelectuales y sociales provenientes de lo que se ha llamado la catalanidad no secesionista. Este espacio ha sido ocupado desde la izquierda por el PSC pero tanto la alianza con Podemos como sus coqueteos con ERC le alejan del votante de centro , el que se posiciona entre el 4 y el 6 en el eje ideológico y que declara una identidad compartida, catalana y española, en mayor o menor grado.
No se trata de excluir a nadie pero la aportación del PP a esta confluencia sería contraproducente si el objetivo es conseguir una mayoría alternativa a la actual por cuanto alejaría a los votantes más inclinados al centro izquierda y dejaría el campo expedito para que VOX monopolizara al votante nacionalista español. Es una apuesta compleja. ¿Pero debemos resignarnos a que el independentismo gobierne eternamente Cataluña y que la única alternativa sea un Tripartito de no muy grato recuerdo?