Como era de esperar, el tema estrella de las próximas elecciones autonómicas en Cataluña será dirimir quién es más independentista. Laura Borràs, entrevistada en Rac1 el lunes 30, ha dejado claro que quien pacta con partidos no independentistas no está trebajando por la independencia.
La confrontación inteligente anunciada por Carles Puigdemont como estrategia a seguir por JxCat tiene ya un primer objetivo: descalificar a ERC como partido independentista. Si eso es muy inteligente, lo dirá elelectorado.
Laura Borràs, con la excusa de que aún están votando en las primarias, no explica si Puigdemont ocupará algún puesto en las listas, sólo dice que «jugará donde quiera», ya que «cuando tienes a Messi, lo pones y marca la diferencia». Curiosas primarias éstas donde hay una variable incógnita que no se sabe cuándo se despejará. También, enfáticamente, pregunta: «¿Cuándo ha perdido unas elecciones el presidente Puigdemont?» Pues, dejando aparte las municipales, en que consiguió la alcaldía al segundo intento, las únicas autonómicas que ha encabezado, las de diciembre de 2017, no las ganó: la lista más votada fue Ciudadanos.
La ambición de JxCat, obviamente, es la mayoría absoluta, y en caso de no conseguirla, pactar con partidos «netamente independentistas», ERC en primer lugar, por supuesto, pero les lanza este claro aviso: «Quien pacta con partidos que no son independentistas no está trabajando para conseguir la independencia; puede estar trabajando para otras cosas pero no para, algún día, la independencia.» A la pregunta de si no es un error repetir una fórmula de gobierno que no ha funcionado, tira pelotas fuera e insiste en tener «un gobierno fuerte, cohesionado, donde las obediencias no sean de partido». Los que ponen el partido por encima del gobierno siempre son los otros.
Le cuesta de entender el apoyo de ERC a los presupuestos generales del Estado y lamenta que no haya una posición unitaria en el Congreso y una interlocución única con el gobierno. En cuanto a reincidir en otra declaración de independencia, afirma que lo importante es «estar en disposición de defender lo que representa».
Le cuesta de entender el apoyo de ERC a los presupuestos generales del Estado y lamenta que no haya una posición unitaria en el Congreso y una interlocución única con el gobierno.
La unilateralidad y el espíritu de resistencia llevan otra vez al asunto de los pactos en Madrid: «Dar un seguro de vida al gobierno español haciendo posible la aprobación de los presupuestos no es resistir, porque son lesivos para Cataluña, no contemplan todos los incumplimientos sistemáticos que ha hecho el Estado español previamente, no tienen en cuenta el déficit fiscal, por lo tanto no son unos buenos presupuestos.»
A la pregunta de si está a favor del aumento de la fiscalidad, replica que, como dijeron en su momento, están en contra del impuesto de sucesiones que aplica la Generalitat pero que la prioridad era tener unos presupuestos. Y volviendo a los del Estado, insiste en los incumplimientos y en la cantidad de millones que nos deben.
De su discurso se desprende la conclusión que los que han negociado con el gobierno español, o sea ERC, no saben negociar, no saben hacerse valer, no saben imponerse. Entonces nos quedamos con el interrogante de si en las próximas elecciones, al hacer las cuentas de los votos a favor de la independencia, los de ERC van ser considerados dignos de sumar, o si por el hecho de haber pactado con «fuerzas partidarias del 155» van a ser rechazados. Si se aplica el principio de que el amigo de enemigo es mi enemigo, habría de ser la segunda opción.
Cosas ya fracasadas
El mismo lunes aparece en el Periódico un artículo de Josep Martí Blanch —El paseíllo de Laura Borràs— sobre el previsible éxito cosechado por la que fue consejera de Cultura en las primarias de su partido.
«Su discurso, anoréxico desde el punto de vista político, entronca perfectamente con la sencillez argumental que exige mayoritariamente la militancia de JxCat en torno al proyecto independentista (…) Todo lo que propone se reduce a la confrontación con el Estado y a seguir comprometidos con el espíritu y el mandato del 1-O de 2017. Es decir, nada concreto o cosas ya fracasadas.»
Según Martí Blanch, ha ganado «sin otro apadrinamiento que el de la propia militancia», por lo que se trata del «primer paso para la consolidación de un liderazgo que no lo sea por delegación de Carles Puigdemont».
Cuesta creer que se mueva algo al margen de su voluntad en el partido que ha creado a su medida, más bien parece que el perfil bajo mostrado por Puigdemont en estas primarias obedece al interés por dejar que los suyos se muevan un poco a su aire. Al fin y al cabo, si Puigdemont es Messi, según Borràs, no nos vamos ahora a creer que no opina nada sobre la alineación con que van a jugar.
Cuesta creer que se mueva algo al margen de su voluntad en el partido que ha creado a su medida, más bien parece que el perfil bajo mostrado por Puigdemont en estas primarias obedece al interés por dejar que los suyos se muevan un poco a su aire.
De lo que no cabe duda es de que «Borrаs es más inteligente políticamente que el presidente recientemente inhabilitado, también es más ambiciosa y con un inmejorable concepto de ella misma». Aunque, al igual que Torra, «su carrera política puede terminar también abruptamente según como actúe el Tribunal Supremo ante los supuestos casos de fraude, malversación y falsedad documental por los que está siendo investigada».
Vicent Partal, en Vilaweb —Borràs marca territori—, también cree que Puigdemont «ha sido muy cuidadoso en no interferir en el debate ni expresar ninguna preferencia» y que Laura Borràs «tomará un protagonismo claro que hay que reconocer que se ha ganado a pulso, con mucho esfuerzo y a menudo contra corriente».
Y bendice a JxCat, aunque «como partido es un poco un misterio sociológico todavía. Pero los datos de estas primarias parecen indicar claramente que el grueso de la militancia responde sobre todo a la lógica unilateral puesta sobre la mesa por el presidente Puigdemont. Se diría que el pasado [el de CDC] les es muy lejano.»