Cuando alguien como Salvador Cardús se pregunta Dónde está ahora el independentismo, es porque la desorientación, la improvisación y las contradicciones ya no pueden disimularse.
«El independentismo popular que conocemos -no el del siglo pasado, obcecado en el antiespañolismo-» No es cierto. Las expresiones antiespañolas han sido más frecuentes y más viscerales en los últimos quince años que en el secesionismo del siglo XX.
«comenzó a caminar con más intuición que proyecto». O con más ganas que otra cosa. Pero la gente creía que sí había un proyecto. Y los líderes nos contaban que estaba destinado al éxito.
Prosigue Cardús: «La frescura de lo que iba de abajo arriba» No es cierto, iba de arriba abajo. Lo que daba credibilidad al movimiento era precisamente que lo encabezaban las autoridades de la administración autonómica.
«el movimiento que sólo tenía liderazgos -en Muriel Casals y Carmen Forcadell– tan honestos como sobrevenidos» No puede escapar a nadie que el liderazgo no residía únicamente en estas damas convocantes de grandes manifestaciones de carácter familiar y festivo.
«o la revolución de las sonrisas, que ofrecía la mano a todo el mundo sin preguntar qué se votaba» Sólo faltaría, es que el voto es secreto.
«sólo tenía una pega: avanzaba reescribiendo hojas de ruta demostrando que no tenía estrategia». Es fácil decirlo ahora, pero entonces las llamadas hojas de ruta eran vistas como un plan infalible para poner al Estado español contra las cuerdas.
Sorprende, y mucho, la afirmación que «el independentismo ha sobrevivido sin estrategia». Pero si había, nos decían, una estrategia win-win. Pero si cada movimiento, nos decían, era una jugada maestra.
Sí, había una estrategia, pero no lo suficientemente buena, ni de lejos, para conseguir los objetivos señalados. El independentismo ha sobrevivido no sin estrategia sino a pesar de su mala estrategia.
En su afán por negar que hubiera una estrategia, Cardús desacredita los grandes éxitos del independentismo: «Incluso la consulta del 9-N y el referéndum del 1-O eran desafíos al Estado, confiados en que se le desestabilizaría, más que confrontaciones para ser ganadas.» De ser cierto, eso convierte a los líderes independentistas en los mayores irresponsables de la postguerra fría. ¿Qué esperaban obtener en medio de una envestida desestabilizadora de la quinta economía de la UE? ¿Ignoran que en un estado desestabilizado no es fácil para nadie tomar decisiones racionales, ni mucho menos justas y democráticas?
En cuanto a la situación actual, hace este divertido resumen: «La CUP chuta balones hacia adelante, ERC hace pasadas hacia atrás y JXC aún busca el balón». ¿Hacia adelante, la CUP? Lo de cargarse a Àrtur Mas, ¿no fue más bien un gol en propia puerta?
Unilaterales y pragmáticos
Andreu Barnils ahonda en la confrontación entre nosotros los unilaterales y los llamados independentistas pragmáticos. No dice que los unilaterales, a veces también llamados hiperventilados, ya tuvieron su oportunidad en el proceso que culminó en octubre de 2017. Persistir, impasible el ademán, en repetir jugadas que ya han demostrado su alcance no parece muy sensato, pero la sensatez aquí no está ni se la espera.
Barnils aprovecha los movimientos parlamentarios de los últimos días, como el apoyo de Ciudadanos al gobierno, para descalificar a los que van a Madrid a «buscar el diálogo con España».
Su simplicísima visión de la política aparece enseguida: «Si hoy, en lugar de un gobierno del PSOE con comunes, tuviéramos un gobierno del PP, sería peor, pero con Rajoy de presidente quizás Asens aún sería independentista. Es el cuanto peor, mejor, que funciona. Pasa que queda feo decirlo».
Cuesta creer que aún espere apoyo de los que han manifestado simpatías independentistas por puro oportunismo. Por otro lado, el cuanto peor, mejor, es cierto que funciona, pero sólo a veces. Y no queda feo decirlo, queda feo hacerlo.
Sin embargo, es también capaz de ver los defectos propios: «Vamos tan perdidos como ellos. O más, que a diferencia suya, ni marcamos el paso, ni la agenda, ni los nuestros deciden casi nada. Peor aún: los unilaterales no hemos sabido explicar ni siquiera nuestra diagnosis del pasado reciente ( ) Los unilaterales hace tres años que el partido lo vemos desde la grada: a un lado España y al otro los pragmáticos».
Lo único que tienen en común es afirmar que lo volverían a hacer, aunque discrepen en aclarar qué hicieron realmente.
ERC en la Internacional Progresista
ERC se ha adherido a la nueva Internacional Progresista, organización que impulsan Bernie Sanders desde los Estados Unidos y Ianis Varufakis en Europa, con el propósito de «unir, organizar y mobilizar fuerzas progresistas en todo el mundo».
ERC afirma que «en una situación excepcional y compleja para toda la humanidad debemos sumar fuerzas para aprender e intercambiar buenas prácticas que ayuden a implementar unas políticas lo más avanzadas posible con el objetivo principal de proteger y salvar a las personas vivan donde vivan» y considera «imprescindible hacer un frente común con todos los movimientos de izquierdas y progresistas a favor de la implementación urgente del llamado Green New Deal y de un gobierno global que priorice el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobada por NacionesUnidas«.
Aceptan pues toda la vulgata izquierdista, sin añadir matices por lo que respecta a soberanismo ni a identidad cultural.
Vicent Partal cree que se trata de un posible nuevo modelo de hacer política y de organizarse.
Valora positivamente que, en esta internacional, «no hay ningún corpus ideológico cerrado ni dogmático, sino una voluntad de crearlo a partir de la pluralidad y alentando la diferencia».
También destaca que, en cuanto al problema catalán, «acaban de empezar y de manera explícita no dicen nada, pero entre los miembros del consejo hay mucha gente que ha tomado posición contra la represión española y a favor del derecho a decidir».