Ecos de la prensa independentista: de la crisis de la unilateralidad a la duración de un Govern dividido

¿Cuánto puede durar un gobierno dividido entre los que quieren elecciones cuanto antes (ERC) y los que quieren elecciones cuanto más tarde mejor (JxCat)?

Jordi Barbeta, en elnacional.cat, recomienda a Puigdemont y Junqueras «un encuentro telemático por Skype, uno o todos los que sean necesarios, para verse las caras, decirse y reprocharse todo los que tienen pendiente de reprocharse, hacer toda la catarsis necesaria, y empezar a pensar conjuntamente lo que conviene al país. No se juegan el poder, se juegan la biografía».

Por importantes que sean ambas figuras en sus respectivos partidos, cuesta pensar que una discusión entre líderes logrará superar el distanciamiento y la desconfianza que han ido aumentando con el transcurso de los años perdidos del proceso.

Nunca ha habido un movimiento independentista unido, o tan unido como ha pretendido presentarse antes sus seguidores. Lo ha estado en acciones muy concretas, como las manifestaciones de cada 11 de setiembre o el pretendido referéndum del primero de octubre de 2017, pero las diferencias estratégicas afloran en cuanto se quiere debatir algo con un mínimo de seriedad o administrar un presupuesto público.

La idea que las diferencias políticas sólo existen entre los líderes y que desaparecerán fácilmente en aras del bien superior que es conseguir la independencia forma parte también de las premisas que nunca se han cumplido.

Puigdemont y Junqueras pueden llegar a acordar cuándo se termina la legislatura, pero no lograrán «pensar conjuntamente lo que conviene al país» y si lo intentasen no coincidirían en nada.

¿Cambios en algunas consejerías?

Apostando por la continuidad, o ejerciendo de portavoz presidencial, Pilar Rahola sugiere que hay que cesar a algunos consejeros de la Generalitat, lo que ella llama una pequeña crisis de gobierno:

«Ahora convendría hacer una pequeña crisis, controlada e inteligente, para reforzar las áreas en las que se tendrá que intervenir en materia…para resolver el tema económico, que será muy serio».

Reforzar las áreas se puede entender como poner al frente a alguien más competente o subdividirlas en más organismos, o ambas cosas.

Eso sólo lo hace un gobierno que piensa durar unos cuantos meses al menos. Está por ver si Junqueras lo permite o lo impide.

Pero, por poco que pueda, el presidente Torra seguro que hará algún cambio, con los consiguientes equilibrios entre las dos fuerzas que gobiernan coaligadas pero no bien cohesionadas.

Reflexiones presidenciales

En el Punt-Avui del domingo aparecen cuatro artículos de cada uno de los ex presidentes de la Generalitat, excepto Pasqual Maragall, analizando el momento político actual, centrado en la lucha contra la pandemia: ‘Diagnòstic presidencial’.

Carles Puigdemont, después de algunas generalidades sobre «pensar en clave de modernidad, innovación y apertura», aporta algunos datos ilustrativos sobre lo que nos viene encima:

«En Alemania se calcula que de un 12% de trabajadores en oficina doméstica (teletrabajo, para entendernos) se pasará a un 25%, y que esto irá aumentando. (…) Un miembro de un importante lobby europeo del sector de la hostelería explicaba hace unos días en el portal Politico que entre un 40% y un 50% de los restaurantes de Irlanda podrían no reabrir. (…) El sector de las aerolíneas, que en parte ha sido el responsable del éxito de la globalización, experimentará cambios sustanciales (…) En el sector turístico, el impacto es evidente. Y mientras que para el conjunto de Europa el peso del sector en el PIB no llega al 4%, en Cataluña es de un 12%«.

José Montilla, centrándose en la confianza que la sociedad necesita para recuperarse, lanza esta advertencia:

«Hay que reconocer que a menudo la vida política no sabe estar a la altura de esta necesidad de confianza. Jugar con las víctimas del virus para desacreditar a un gobierno y obtener así réditos políticos o electorales no es aceptable».

Àrtur Mas afirma que «Cataluña es un país fuerte para resistir dificultades y para movilizar energías de superación2, pero introduce tangencialmente una reflexión sobre el liderazgo:

«Para mí, un líder es el que sabe escuchar, que se rodea de personas de valía y que asume el riesgo de tomar decisiones, que no son siempre las más populares y que nunca son las más populistas. Un líder debe saber discernir entre hacer el bien o quedar bien».

¿Estará pensando en alguien en concreto? Jordi Pujol, hablando de la «reivindicación política de Cataluña», lanza una advertencia:

«Estaría bien que quien sea se dé cuenta que bien puede ser que, a pesar del considerable incremento que de unos años para acá ha tenido el independentismo, no sea lo bastante fuerte para conseguir la independencia».

¿A quién se refiere con ese «quien sea»? A los líderes, algunos de los cuales son de su propio partido, que pusieron en marcha el llamado proceso hacia la independencia sin medir bien sus propias fuerzas ni las del país que pretendían redimir. Es lo más probable; pero tal vez también a tantos que les siguieron sin reflexionar demasiado.

Seguidamente lanza un pero: «Pero también se ha demostrado que el tema de Cataluña tiene suficiente grosor y solidez para, sin propiamente pretenderlo, perjudicar seriamente la gobernabilidad y el buen funcionamiento del Estado. Esto ya ha pasado. Está pasando».

Unilateralidad en crisis

Densa entrevista a Daniel Innerarity en naciodigital.cat en torno al tema omnipresente, y a cómo saldremos de esta crisis:

«No comparto el optimismo banal de los libros de autoayuda y el discurso de que cada crisis es una oportunidad. Hay civilizaciones enteras que desaparecieron como consecuencia de una crisis y nadie las recuerda. Lo mismo ha ocurrido en países, partidos y organizaciones. Los momentos de crisis son momentos de decisiones especialmente arriesgadas y a veces se han cometido errores gravísimos. Pero haciendo un análisis comparativo, si nos fijamos en las crisis que ha habido en Europa desde 1945, desde la crisis de Suez a Maastricht, en general se constata que Europa se ha ido equipando cada vez mejor para afrontar las crisis siguientes. Pero lo ha hecho en un grado insuficiente y con una gran lentitud».

Respecto a la cuestión soberanista, malos tiempos para la unilateralidad tan invocada en algunos ambientes catalanes:

«Una primera cosa que hay que decir es que los que dicen que la pandemia ha hecho desaparecer otros temas de la agenda política se equivocan. Sí que los términos del problema se pueden modificar. En estos momentos, la justificación del autogobierno, para ser entendida por los ciudadanos, debe estar vinculada a resultados efectivos y a la eficacia, a los bienes públicos de la gente. El estado de alarma ha interrumpido el proceso de diálogo. Después de la pandemia, probablemente, algunos términos del problema se tendrán que replantear. Las que pueden salir debilitadas de esta crisis son las ideas de unilateralidad y de imposición, y la que puede salir reforzada es la idea de que las oportunidades se construyen de una manera cooperativa y horizontal».

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