El gobierno municipal de Ada Colau ha anunciado que la Plaza Sant Jaume no tendrá pesebre esta Navidad. Según el teniente de alcalde de cultura, Joan Subirats la situación de pandemia genera muchas dificultades para realizar esta instalación al aire libre, además supondría “aglomeraciones significativas”, un hecho que es recomendable evitar.
En su lugar, se instalará una exposición en el patio del Ayuntamiento que recordará los pesebres de los diez últimos años en la Plaza Sant Jaume. Esta muestra permitirá observar los cambios de tendencia entre los pesebres tradicionales, de la época de Xavier Trias como alcalde, a los llamados artísticos que se han realizado durante las cinco navidades del mandato de la alcaldesa Colau.
Igualmente, Subirats ha explicado que se mantendrá la exposición de pesebres tradicionales en el Museo Marès y el Monasterio de Pedralbes.
Del ‘pesebre solsticio de invierno’ al ‘pesebre trastero’
Con la llegada de Ada Colau a la alcaldía en 2015, la evolución del pesebre ha sido un tanto extraña, nunca ha dejado indiferente a nadie, pero las críticas han sido siempre su denominador común. Este año Barcelona se quedará sin pesebre, pero también sin la habitual polémica que suscitaba la versión artística del belén de plaza Sant Jaume.
La intención de los pesebres de Colau han buscado casi siempre, eliminar o esconder el sentido religioso, un hecho un tanto extraño para una representación marcada por la tradición católica. Desde algunos sectores hasta se ha llegado a definir como el belén laico de Barcelona.
El último precedente, el pesebre trastero en 2019, objeto de burlas y quejas por parte de los visitantes y especialmente de los partidos de la oposición en el consistorio. Con un alto coste de 97.000€, la composición estaba formada por viejas cajas apiladas con elementos navideños en su interior, entre los que destacaban unas figuras del belén tradicionales, pero colocadas dentro de las cajas de manera desordenada.
Todos los pesebres que el gobierno municipal de Colau ha instalado durante los últimos cinco años han sido objeto de debate. En 2015, la primera navidad de Colau como alcaldesa, la decisión fue escoger una representación más propia del solsticio de invierno. El público podía observar una composición de plafones con árboles y casas pintadas, los personajes nada tenían que ver con las figuras de un pesebre, esta fue la carta de presentación de los Comuns en su primera Navidad al frente de la alcaldía.
En 2016, el pesebre tuvo un coste de 136.000€, fue representado por unas esferas gigantes llenas de nieve que contenían mensajes en su interior en forma de poesía, pero que costaba relacionarlo con un belén. La curiosidad es que el Ayuntamiento convirtió a los artistas catalanes J. V. Foix, Pau Casals y Joan Miró en Reyes Magos, algo que la mayoría no entendió.
El siguiente año 2017, la decisión fue realizar un pesebre minimalista con siluetas aéreas iluminadas con un coste todavía mayor de 148.000€. A pesar que la representación mostraba las figuras tradicionales, los visitantes criticaron la simplicidad, a pesar de todo, podemos decir que este fue el pesebre menos criticado de los últimos años.
Pero en 2018 se volvió a las andadas, debido a que las figuras del pesebre eran sillas gigantes. El niño Jesús estaba representado como un taburete con babero y María y José como dos sillas rusticas. Además, el coste alcanzó los 114.000€, un hecho que causa bastante indignación.
PP y BCNCanvi piden un belén tradicional
El portavoz del Partido Popular en Barcelona, Óscar Ramírez, fue uno de los primeros en reaccionar a la decisión del gobierno municipal de eliminar el pesebre. “Barcelona no debe renunciar al pesebre esta Navidad. Somos conscientes de la situación por la pandemia, pero ajustando la instalación a las medidas oportunas para evitar aglomeraciones se puede montar sin problemas. Parece que la decisión responde a un oportunismo de dejar el pesebre fuera con la excusa de la pandemia y así evitar nuevas polémicas”.
El concejal considera que “la decoración navideña y el pesebre incentivan a visitar el centro de la ciudad, ayuda a los comercios de Ciutat Vella que tanto lo necesita, tras ser uno de los puntos de la ciudad más castigados por la pandemia, con calles desiertas y locales cerrados”.
Ramírez considera que “no hace falta gastarse 100.000€ en un pesebre, el consistorio tiene en sus almacenes figuras de otros años que podrían reutilizarse y evitar costes innecesarios de diseños estrafalarios, que son más noticia por el ridículo que por la admiración”.
Por su parte, la portavoz de Barcelona pel Canvi, Eva Parera considera que el pesebre de la Plaza Sant Jaume supone un dolor de cabeza para Colau, no solo por las críticas que recibe por no ser un pesebre tradicional, sino por el excesivo coste que supone, a veces injustificable.
Parera también considera que el consistorio utiliza la excusa de las aglomeraciones para evitar la instalación del pesebre y las críticas. “Siempre hemos reclamado un pesebre tradicional en la Plaça Sant Jaume. Es un buen momento para retomar una bonita tradición navideña. Menos costoso y con control de aforo este año. Prefiero mil veces visitantes del pesebre que manifestantes pro ocupación”.