El No del PP ¿Aísla a Vox o le regala la oposición?

El líder del PP, Pablo Casado, durante una intervención en el Congreso (Europa Press).

La ruptura total de Casado con Vox, escenificada en su duro discurso y el No a la moción de censura, ha sido bien recibido por círculos financieros, empresariales y mediáticos. Aislar a Vox sería el paso necesario para detener su crecimiento, facilitar la recomposición del centro-derecha con la confluencia entre populares y naranjas y hacer viables pactos de estado con los socialistas en temas como el Poder Judicial, las pensiones o los presupuestos. Consideran que no habrá elecciones hasta 2023 tiempo más que suficiente para que Abascal y los suyos queden arrinconados en un extremo del cuadrilátero político. En las propias filas populares se nota una indisimulada satisfacción: nos hemos liberado del sambenito de ser aliados de la extrema derecha.

Con ser mayoritaria, al menos en la opinión publicada, no es esa la única lectura de las consecuencias que puede comportar lo sucedido. Como señalan acertadamente Roger Eatwell y Matthew Goodwin es su libro Nacional populismo el fenómeno mundial del nacional populismo tiene causas objetivas: elitismo liberal, inmigración masiva, cambio étnico, globalismo y destrucción de la nación, miedo al futuro, cambios culturales, fomento de enfrentamientos identitarios etc. Y los damnificados por todo ello no deben ser despreciados como fascistas inadaptados. Ignorar que hay problemas objetivos, silenciarlos, reprimirlos, es la peor política posible para oponerse al nacional populismo, salvo que se pretenda imponer un régimen iliberal ‘progresista’. Eso es común a todo Occidente con las lógicas diferencias en cada país. En España podemos concretar con algunos ejemplos. Para un no nacionalista catalán es plenamente comprensible oponerse al nacionalismo de Vox, pero es incomprensible no hacerlo también con el nacionalismo catalán, supremacista y en muchos casos xenófobo y de extrema derecha. También es difícil de entender reabrir la guerra civil, y quejarse cuando los del otro bando responden, mientras se pide el olvido de los asesinatos de ETA. O criticar a la Iglesia católica, yo soy agnóstico, y ver como se pide respeto para otras religiones, o ir de feminista y apoyar el velo, o pedir respeto para las tradiciones de otros y despreciar las propias, o convertir al hombre blanco en genocida por naturaleza y en el único racista de la tierra. Podría seguir con otros ejemplos de una doble vara de medir que se impone con el apoyo de las redes sociales y la mayoría de medios de comunicación. El grado de partidismo de Netflix, Twitter o Facebook, por poner algunos ejemplos, debería avergonzar a cualquier demócrata. La izquierda socialdemócrata había sido siempre una gran defensora del libre pensamiento. Ahora parece abducida por el populismo. El voto contrario a la moción de censura por parte del PP, el de Ciudadanos es más comprensible dado el giro dado por Arrimadas a la formación naranja, se explica, además, de por razones estrictamente tácticas, por su voluntad de no quedarse descolgado del pensamiento hegemónico.

Y si los descontentos sólo se sienten escuchados por Vox no es descabellado pensar que mucha gente vote a esta formación, más por ir contra el pensamiento dominante que por comulgar con todo el ideario de los de Abascal. 

El grado de partidismo de Netflix, Twitter o Facebook debería avergonzar a cualquier demócrata

El riesgo de dejar a Vox, de facto, como la única voz de la oposición es que, en lugar de aislarles, les agrande. Sobre todo, si la crisis sanitaria se prolonga y la crisis económica sigue arrasando a las clases medias. Como en otras crisis se nos dirá que se debe sanear el mercado y los autónomos, empresas y trabajadores que no se adapten a los nuevos tiempos, que no sean competitivas, deben desaparecer. Y lo dicen financieros supermillonarios rescatados por todos o políticos que viven de los impuestos de los ‘inadaptados a la modernidad’. El elitismo globalista genera mucho rencor entre los perdedores de la globalización.

La moción de censura puede haber sido oportunista, pero convertirla en una moción de censura contra Vox por parte del resto de fuerzas políticas, en muchos casos enemigas acérrimas, es una decisión arriesgada, sobre todo teniendo en cuenta que el actual gobierno es merecedor de crítica por su gestión de la pandemia y su política de alianzas. Por ello la postura de abstenerse, no tomar partido por la moción, pero tampoco alinearse con el Gobierno y sus aliados, tenía sólidos argumentos a su favor.

El tiempo dirá si regalarle la oposición a Vox ha sido una decisión acertada que ayude a los consensos necesarios para superar los graves problemas que nos aquejan o, todo lo contrario.  En febrero, si finalmente se hacen las elecciones catalanas, podremos tener una primera muestra de por donde van los tiros, aunque Cataluña sea un territorio hostil para Vox porque su espacio natural esta en buena parte ocupado por el nacionalismo catalán.

Francesc Moreno
Francesc Moreno
Abogado y editor. Ha sido profesor de derecho financiero en la UAB y derecho mercantil en la UB. Fundador de cronicaglobal.com y SCC .

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