1. Lo que se ha denominado el «procés», iniciado por Mas en 2012 y que alcanzo su cénit con el intento de golpe de estado de 2017, ha vivido esta semana su secuencia final con la sentencia y las movilizaciones posteriores. Su final, no significa la derrota del nacionalismo en Cataluña.
2.Entramos en otra fase caracterizada por la previsible ruptura entre ERC y JxCat, con el horizonte de un nuevo tripartito entre ERC, PSC y Comunes.
3. La convocatoria en los próximos meses de elecciones autonómicas es más que probable. Veremos lo que dicen las encuestas, pero Torra espera capitalizar haberse puesto al frente de las movilizaciones, aunque para ello deberá evitar que el PDeCat, el sector que se reunió en Poblet, presumiblemente liderado por Artur Mas, acabe rompiendo con Puigdemont y sus fieles.
4. ERC puede capitalizar su moderación, o verse castigado por la misma. La CUP puede robarle muchos votos. Es significativo que Rufián fuera recibido por los manifestantes este domingo a los gritos de «botifler». Además si, finalmente, Mas se presenta o fructifica la operación lanzada por la LLiga Democrática, tendrá competidores en el campo de la moderación catalanista o del soberanismo no unilateral.
5. El Régimen nacionalista creado por Pujol en 1980 se replegará, pero, sea cual sea el resultado de las próximas elecciones autonómicas y el gobierno resultante, continuara vigente. Nada de fondo va a cambiar. La experiencia nos enseña que un nuevo Tripartito no va a alterar los fundamentos ideológicos del Régimen. Por el contrario puede ampliar su base como ya paso con los Tripartitos anteriores. Un gobierno constitucionalista en Cataluña es imposible si antes no se restablece la democracia. Si no hay un acuerdo de revertir el Programa 2000 de Pujol mediante un pacto de Estado que contemple medidas a corto, medio y largo plazo entre PSOE, PP y Ciudadanos, no hay ninguna esperanza de que cambie la dinámica de fondo. Los últimos 40 años no hacen ser muy optimistas, aunque, quizás, el haber visto las orejas al lobo haga recapacitar a nuestros políticos (la esperanza es lo último que se pierde).
6. El Gobierno ha perdido una oportunidad única de aplicar el articulo 155, razones ha habido de sobras, por los cálculos electorales de Sánchez y la coincidencia estratégica de los socialistas con ERC . Por ello el pacto referido en el apartado anterior es muy difícil salvo que las matemáticas electorales no den otra alternativa de Gobierno en España.
7. Entraremos en una fase de tranquilidad aparente, el nacionalismo conservara el poder y esperara otra oportunidad para intentar otra vez el golpe definitivo.
8. La frustración del independentismo puede producir la aparición de grupos violentos. La kale borroka ya ha aparecido esta semana. El terrorismo es un riesgo cierto.
9. Esta semana de vacío de poder ha servido para visualizar que la crisis catalana ha contado con la participación de antisistemas y, presumiblemente, potencias extranjeras interesada en mantener un foco de conflicto permanente en el sur de Europa. Cataluña se ve como el eslabón débil de la democracia en España y un foco de contagio para otras reivindicaciones separatistas. Los enemigos de Europa y la democracia liberal son los amigos del independentismo por coincidencia coyuntural de objetivos.
10. Los catalanes no independentistas tienen escasísimas posibilidades, al menos a corto plazo, de que se reestablezca el estado de derecho y se respeten la ley y el pluralismo. Ninguna opción de asistir al fin de la discriminación lingüística, del adoctrinamiento escolar, del clientelismo político exacerbado, de la propaganda exasperante de los medios de comunicación públicos. Les toca conformarse con seguir siendo ciudadanos de segunda en su tierra , someterse o emigrar como desean los nacionalistas y ya han hecho muchos compatriotas.