Una sección del grupo criminal más complejo y peligroso de Europa, vor v zakone (ladrones de ley, en ruso), originaria de la Federación Rusa y de otros países de la antigua URSS como Armenia o Georgia, lleva años afincada en España: amaño de partidos de fútbol para ganar dinero en las apuestas, asaltos violentos a viviendas (en ocasiones, de futbolistas famosos), extorsión a empresarios, tráfico de drogas Dos de sus miembros han caído esta semana en Barcelona, acusados de tráfico de ciudadanos de Georgia mediante documentos falsos.
Aunque «a priori» los ladrones de ley han sido descabezados varias veces en la última década por operativos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sus conexiones con España son amplias y se reparten por diferentes regiones como Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid, explican fuentes judiciales a este periódico. Los dos arrestados en Barcelona formaban parte de las células de los vor v zakone dedicadas a los robos en domicilios en España y otros países europeos durante los últimos 15 años, según fuentes de la Policía Nacional. «Actúan siempre armados hasta los dientes», subrayan.
Jerarquía y tatuajes
A sus líderes se les conoce en todo el mundo como ladrones de ley, rango más alto en la jerarquía del crimen organizado ruso y de los países del espacio postsoviético. Procedentes del gigante euroasiático y de países de la antigua órbita comunista, formados en ultracompetitivos centros de alto rendimiento deportivo de la URSS, curtidos algunos de ellos en la guerra que el Ejército Rojo libró contra los talibanes en Afganistán, los ladrones de ley se caracterizan por una violencia extrema.
La denominación vor v zakone hace referencia al estricto código de honor que gobierna el comportamiento de los jefes mafiosos rusos. Según este código, un criminal debe abandonar a su familia, nunca debe trabajar legalmente y ha de vivir en comunidad con otros criminales y enseñar el oficio del hampa a los jóvenes capacitados. Algo nada alejado a ser un miembro de la Cosa Nostra. Los tatuajes que lucen los ladrones de ley señalan cuál es su posición jerárquica dentro de la organización. La estrella tiene buenas connotaciones. Algunos, sin embargo, pueden ser negativos y estar asociados a malas experiencias carcelarias sufridas por un vorí.
Historia y literatura ‘vorí’
El origen de los vor v zakone se sitúa entre la Rusia zarista y la posrevolucionaria de principios del siglo XX. En esa época convulsa, los vorí eran un dolor de cabeza para la Checa, la policía revolucionaria de Lenin. En los gulags de Siberia fue donde se fraguó su leyenda. Allí, en Unión Soviética de Stalin, los ladrones de ley se negaban a trabajar. «No construirás tu propia cárcel», indica su código de honor. Durante las más de siete décadas de régimen soviético, la presencia de los mafiosos descendió. Pero lograron recuperar su estatus original tras el desmoronamiento de la URSS y el fin de la economía planificada.
Años después, la literatura y el cine han contado con mayor o menor acierto historias de los ladrones de ley rusos o ex soviéticos. En Vory: La ley del crimen: los vorí v zakone, la mafia rusa más temible(RBA, 2019), Mark Galeotti describe con profundidad la esencia de los ladrones de ley. Como Roberto Saviano en Gomorra, el autor va más allá del cliché y narra cómo los mafiosos rusos fueron utilizados por los dirigentes estalinistas para intimidar a los disidentes políticos en los gulags euroasiáticos.
En ‘Promesas del Este’
Los bandidos eran percibidos por algunos soviéticos como ladrones honestos en comparación con los funcionarios corruptos, expone Galeotti. En épocas de escasez en el hipermercado, los ciudadanos de a pie necesitaban, al fin y al cabo, a los mafiosos para poder tener productos que comprar en el mercado negro.
Promesas del Este, película de David Cronenberg sobre la mafia rusa afincada en Londres, sin embargo, muestra a los ladrones de ley tatuados, atractivos, salvajes, astutos, rebeldes, elegantes y crueles. El actor Viggo Mortenseninterpreta a un vor v zakone que trabaja como chófer para otro ladrón de ley de mayor jerarquía.