Cogiendo al vuelo la noticia que el Gobierno de España va a destinar a Cataluña una partida de 1.714.000 mascarillas, el consejero de Interior de la Generalitat ha afirmado rotundamente que se trata de «una cifra simbólica para Cataluña» y que «con la historia de los catalanes no se juega». Es un ejemplo magnífico de lo que se ha dado en llamar locura de la interpretación. Si Umberto Eco estuviera entre nosotros podría dedicarle unos párrafos en algún ensayo o convertirlo en un capítulo hilarante de alguna novela.
El loco de la interpretación cree que en todo hecho hay un significado oculto, y se pone a buscar frenéticamente cuál puede ser. Por supuesto, quien busca siempre encuentra. Es como quien imagina tener el mapa de un tesoro; cuando se pone a excavar, puede que halle un tesoro, o tal vez el cadáver de una rata. Que no aparezca el tesoro no significa que no hubiera estado allí sino que alguien lo ha encontrado antes y ha dejado un cadáver de rata para reírse de él.
El consejero lee en el número 1.714.000 una referencia a la caída de Barcelona y la entrada de las tropas felipistas en 1714. Si se hubiera tratado del número 1.716.000 habría visto un homenaje al Decreto de Nueva Planta de 1716. Si del número 1.519.000 se habría horrorizado al descubrir que en 1519 Carlos V fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, lo que confirmaría el propósito imperialista que anima las decisiones del Gobierno y el trato colonial que inflige a Cataluña. Le habría dado igual cualquier cifra, porque en todas ellas habría sido capaz de encontrar una justificación de lo que pretendía decir.
Si Umberto Eco estuviera entre nosotros podría dedicarle unos párrafos en algún ensayo o convertirlo en un capítulo hilarante de alguna novela
También ha amenazado al Gobierno con que, si se les ocurre enviar la cantidad de 1.939.000 de lo que sea, «no se lo van a permitir» -aunque no ha concretado cómo-, ya que 1939 es otro año nefasto para Cataluña. Pero se ha quedado corto. Si vamos en busca de claves numerológicas, prestemos atención al significativo hecho de que en 1714 está el 13, número nefasto donde los haya: basta con sumar 1+7+1+4. Y en el 13 (1+3) está el número 4, que resulta de sumar 2+2. El año en que estamos es el 2020, y nos invita también a sumar 2+2 igual a 4. Pero eso no es todo: 1939 (1+9+3+9) nos lleva a 22, otra vez 2+2 igual a 4. La conclusión salta a la vista: la gestión gubernamental de la pandemia del año 2020 nos remite a las derrotas de 1714 y de 1939.
Buch es un mago de los números. Basta con encontrar el valor numérico de su apellido: B es la 2ª letra del alfabeto catalán, U la 21ª, C la 3ª y H la 8ª. Eso, 2+21+3+8, nos da 34, y 3+4 son 7, el número mágico por excelencia. Ha visto enseguida lo que se oculta detrás de las apariencias. Lo importante no son las mascarillas sino la cifra de ellas, con la el Gobierno quiere enviar un mensaje a los catalanes. Algo así como: «Somos los de 1714 y os vamos a cascar». Habría que ver también si las partidas de los presupuestos generales del Estado tocantes a Cataluña no son también cifras simbólicas. Tal vez lo han sido siempre, desde 1714 al menos.
Habría que ver también si las partidas de los presupuestos generales del Estado tocantes a Cataluña no son también cifras simbólicas
La aplicación de la numerología a la política catalana abre un mundo de posibilidades a los gobernantes de la Generalitat y entidades afines, y puede seducir en gran manera las mentes de los creyentes. Los escépticos tendremos una nueva ocasión de callar y disimular la risa. En vano aduciremos que un gobierno que dispone de tantos medios escritos y audiovisuales para hacer llegar un mensaje a los ciudadanos no va a perder el tiempo vehiculándolo a través de procedimientos esotéricos. Y si quiere enviar un mensaje exclusivamente a los gobernantes de una autonomía, tiene recursos suficientes para hacerlo, el teléfono por ejemplo.
Y aun aceptando como hipótesis la fantasía del mago Buch, deberíamos preguntarnos cómo ha sido tan inepto de desvelar el aviso secreto del Gobierno. El mejor desprecio es no hacer aprecio. Si no hubiera llamado la atención sobre la referencia a 1714, nadie se habría fijado y habría persistido el secreto ante el vulgo. Jugada maestra, habría sido callar. Estaría bien que le cogiera gusto a callar, porque parecería más sabio. El principio básico del esoterismo es que quien sabe no habla, y quien habla no sabe -sobradamente confirmado en este caso-. Y ya que también es aficionado a la manipulación numérica, podría probar a multiplicarse por cero. Sería una bendición.