¿Cuántas Cataluñas hay? Dicho así, hoy al menos hay dos:
La Cataluña urbana, costera, más castellanoparlante, de voto mayoritario constitucionalista, que ocupa una parte del territorio reducida y de alta densidad, y con una renta per capita superior a la media española. Y la rural, interior, más catalonoparlante, de voto mayoritario separatista, y que ocupa una parte del territorio extensa y de baja densidad, con una renta per capita inferior a la media española.
Para apreciar mejor la dualidad de Cataluña en la Figura 1 se mapifican varios indicadores por comarcas de comunidad autónoma: densidad de población, lengua, saldo fiscal, orientación del voto y nivel de renta.
Figura1. Cataluñas: rural y urbana, interior y costera, separatista y constitucionalista, catalano y castellanoparlantes, Tractoria y Tabarnia
Figura 2. Mapa lumínico de Cataluña
El humor bautizó estas dos Cataluñas como Tabarnia y Tractoria (esta última también con los alias de Carlania o Lazilandia). Con 5,6 millones de catalanes, Tabarnia, la faja costera de Barcelona y Tarragona supone el 75 % de la población catalana y crea el 81% del PIB de la región.
Tabarnia tiene un déficit fiscal en relación a Lazilandia del -13,8 % del PIB. Los catalanes residentes en Tabarnia, y en particular en la provincia de Barcelona, estarían tentados a decir ¡Catalunya ens roba! Sin duda, pueden exclamar ¡La Generalitat ens roba!
Como en otras regiones, la dualidad catalana no es sólo actual sino histórica y tiene una base socio-económica en el asentamiento de actividades en el territorio. En la Cataluña abierta predomina una economía industrial y de servicios orientada al conjunto del mercado español y global. En la profunda predomina una economía industrial y agraria orientada al mercado catalán.
Conclusiones
En la franja costera de la región catalana se concentran las tres cuartas partes de la población y actividades.
Aunque tenga una base territorial y económica, la dualidad de Cataluña es una trágica realidad política exacerbada por la propaganda separatista. De supuesto modelo de convivencia, la comunidad se ha convertido en efectivo lugar de enfrentamiento y caos.