Los jueves, milagro de casos

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, durante una comparecencia ante los medios Foto: Europa Press

De los cuatro estados más populosos de la UE, España es el único cuyas cifras de casos por COVID-19 sufren alteraciones muy drásticas los jueves desde mediados de agosto y es también el único de ellos que no proporciona cifras de recuperados desde el 17 de mayo, una información que, como he manifestado en numerosas ocasiones, resulta indispensable para calcular el número de casos activos (esto es, casos totales menos total fallecidos y menos total recuperados) y poder valorar cuál es la situación epidémica y sopesar las medidas que conviene adoptar en cada momento. Asimismo, España ostentaba junto con Francia el dudoso honor mantener desinformados a sus ciudadanos durante los fines de semana, desconozco si por indolencia o con intención de mantenernos en la ignorancia. Por cierto que España, pese al agravamiento de la epidemia, se ha quedado sola ya que el gobierno francés se ha puesto las pilas y vuelve a proporcionar las cifras de casos, fallecidos y recuperados en fines de semana.

Comentando estas cuestiones con un buen amigo, me recordó la película ‘Los jueves, milagro’, cuyo título he tomado prestado. Aunque después de tantos meses gestionando la epidemia, no veo impedimento algunos para que cualquier gobierno mínimamente competente y transparente proporcione cifras de casos, fallecidos y recuperados prácticamente en tiempo real, estaría dispuesto a conceder cierto margen para revisar las cifras de los últimos días o incluso, si me apuran, de las dos últimas semanas, pero resulta completamente inaceptable que en un tema de tanta trascendencia social y económica, las cifras de casos totales desde el inicio de la pandemia se alteren todas las semanas. Contrariamente a la imagen que La Moncloa y el Ministerio de Sanidad han intentado trasladar a la sociedad, la transparencia informativa del gobierno de Sánchez ha brillado por su ausencia: mucha comparecencia aparatosa y un baile inaceptable de cifras.

«Les recomiendo que en cuanto vean aparecer a Simón (el Fariseo) en su pantalla cambien de cadena.»

Ya he comentado en otros artículos publicados en El Liberal (véase, por ejemplo, el titulado ‘Los fraudes del SIS’) como las nuevas cifras de casos publicadas a partir de mediados de agosto han alterado completamente la percepción que Illa, ministro de Sanidad, y Simón director del Centro de Coordinación de Alarmas y Emergencias Sanitarias (CCAES) trasladaron a la sociedad en los momentos iniciales de la epidemia, esto es, en la segunda quincena de febrero y la primera quincena de marzo. En efecto, cuando Simón nos decía el 2 de marzo que había 120 casos y no teníamos por qué preocuparnos, las nuevas cifras publicadas el 13 de agosto indican que había 3.403; y cuando el 7 de marzo, en vísperas de la ‘ochomarzada’, Simón nos entretenía durante más de media hora comentando la distribución de 411 casos, y nos aseguraba con cierta retranca que no existía riesgo alguno en asistir a las manifestaciones feministas el 8-M, resulta que había 9.934 casos en España. Errores de medición de tal calibre son sencillamente inaceptables porque esta epidemia está causando estragos en la sociedad y en la economía españolas.

Por eso, les recomiendo que en cuanto vean aparecer a Simón (el Fariseo) en su pantalla cambien de cadena, porque los números que comenta prolijamente y las seguridades que traslada a los ciudadanos en sus comparecencias distorsionan y falsean completamente la realidad epidemiológica sobre la que como profesional y servidor público debería informarnos con precisión y esmerada objetividad. Nada ni remotamente parecido a la aritmética tramposa que practica el SIS (acrónimo que vengo utilizando para referirme al presidente Sánchez, al ministro Illa y a Simón), he podido detectar en las cifras de Alemania, Italia, Bélgica, Francia, Holanda, etc. Por ello, no sólo no comparto las críticas de quienes se quejan de que Simón se tome algunos días de vacaciones de vez en cuando, sino que si en mi mano estuviera lo relevaría de inmediato de sus tareas y lo enviaría a pasar una larga temporada en China o Corea del Sur, a ver si aprende que con los muertos no se juega.

¿Qué pasa los jueves en España?

El jueves 13 de agosto, las cifras de casos totales ofrecidas por el Ministerio de Sanidad, Bienestar y Consumo publicadas en la página ‘Covid-19 World Update’ de worldometer.info sufrieron una drástica revisión al alza que afectó no solamente a las cifras de los días anteriores, como podría uno esperar, sino a toda la serie histórica desde el 15 de febrero. Desde entonces, la serie histórica de casos totales en España se revisa todos los jueves, un hecho completamente insólito entre los numerosos países cuya evolución sigo, tanto de países de nuestro entorno como Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Francia, Italia o el Reino Unido, o países tan distintos como China, India o Irán. Todos estos países proporcionan cada día las cifras de casos totales (TC) y fallecidos totales (TD) y las cifras de nuevos casos (NC) y nuevos fallecidos (ND) que, como impone la más elemental aritmética, coinciden con las diferencias entre casos y fallecidos totales, respectivamente, en dos días consecutivos. España es una anomalía sobre la que el ministro Illa y el director del CCAES no han ofrecido explicación alguna hasta la fecha.

«La serie histórica de casos totales en España se revisa todos los jueves, un hecho completamente insólito entre los numerosos países cuya evolución sigo.»

Las dos primeras columnas del Cuadro 1 permiten al lector comparar las cifras de casos totales publicadas hasta el 12 de agosto (columna TC Ori.) con las cifras publicadas el 13 de agosto (columna Rev. 13-ago). En particular, el lector puede constatar el fuerte aumento que registraron las cifras de casos totales en la segunda quincena de febrero (la primera para las que disponemos de datos) y en la primera quincena de marzo, en las fechas que precedieron a la declaración del estado de alarma el 14 de febrero. Asimismo, el lector puede constatar que las posteriores revisiones realizadas en agosto (Rev. 20-ago y Rev. 27-ago) y septiembre (Rev. 10-sep, Rev. 17-sep y Rev. 24-sep) apenas han alterado las cifras de la primera revisión (Rev. 13-ago), que podemos, por tanto, considerar prácticamente definitivas.

Cuadro 1. Casos totales: cifras totales y revisadas
Fuente: elaboración propia con la información publicada en la página wolrdometer.info Covid-19 update.

Esta revisión tiene un enorme alcance porque desmonta completamente la imagen de tranquilidad que el gobierno Sánchez trasladó a los ciudadanos a través de los medios de comunicación, con Simón empuñando la batuta, hasta el 14 de marzo en que el gobierno Sánchez decretó el primer estado de alarma. Hasta ese momento, ningún ciudadano había alterado lo más mínimo sus rutinas y en mi caso, por ejemplo, estuve impartiendo clases presenciales en la UAB hasta el jueves 12 de marzo. En esos días cruciales en que la epidemia se estaba incubando, el gobierno nos aseguraba que no había motivo alguno para preocuparse, cuando debería haber estado aconsejándonos que adoptáramos medidas para contener la expansión indiscriminada de la epidemia y adquiriendo material sanitario para que los hospitales y centros de salud pudieran afrontar la avalancha de casos que se produjo en las siguientes semanas. Nada de eso hizo Sánchez y así nos fue: 44.400 fallecidos más que el año anterior (42.311 entre el 13 de marzo y el 5 de mayo y 2.105 entre el 28 de julio y el 15 de agosto), según el último informe MoMo publicado el 28 de septiembre, y en torno a 50.000 sanitarios infectados, de los que 40.961 fueron diagnosticados y notificados a RENAVE hasta el 10 de mayo. Todo un récord en letalidad e incompetencia en la gestión hospitalaria y asistencial.

«el gobierno nos aseguraba que no había motivo alguno para preocuparse, cuando debería haber estado aconsejándonos que adoptáramos medidas para contener la expansión indiscriminada de la epidemia.»

Las sucesivas revisiones no sólo han cambiado drásticamente las cifras de los casos totales por COVID-19 al inicio de la epidemia, sino que han alterado también de manera muy notable e inexplicada las cifras de casos en intervalos semanales. El lector puede comprobar en el Cuadro 1 que, por ejemplo, tras la revisión del 17 de septiembre (columna Rev. 17-sep) la cifra de casos totales el 23 de septiembre era 693.656, pero que tras la revisión del 24 de septiembre (columna Rev. 24-sep) la cifra pasó a 727.605.

El ejemplo que acabo de comentar no es un caso aislado sino general. Si miran, por ejemplo, a la cifra de casos totales el 12 de agosto verán que pasa de 376.864, la cifra original, a 358.853 tras la revisión realizada el 13 agosto (columna Rev. 13-ago), y a 380.681 tras la última revisión realizada el 24 de septiembre (columna Rev. 24-sep). Aunque esta información ya no está incluida en el cuadro, les adelanto que la historia ha vuelto a repetirse esta semana: la cifra de casos el 1 de octubre que el jueves era todavía 778.607 ha pasado a 807.865, tras la revisión de la serie realizada el jueves 1 y publicada el viernes 2. La diferencia de casos es 29.258 en esta ocasión.

La desinformación también mata

¿Con este baile continuo de cifras de qué nos sirve que Simón comparezca asiduamente comentando prolijamente las cifras de un día cuando los números sufren cambios de esta magnitud todos los jueves? El crédito que podemos otorgar a sus explicaciones ante los medios de comunicación es prácticamente nulo, de ahí que al comenzar este artículo les aconsejara cambiar de cadena en cuanto aparezca Simón en su pantalla: no se dejen embaucar por su aire desenfadado y aparente cercanía y pongan en cuarentena sus palabras. Estos cambios continuos en las cifras imposibilitan valorar la situación epidemiológica en España y no alcanzo a comprender que el gobierno de España, en en un mundo tan informatizado como el nuestro, no haya sido capaz de establecer un protocolo obligatorio para todas las Comunidades Autónomas que permita conocer con exactitud y en tiempo casi real el número de casos diagnosticados y comunicados a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE). Insisto: en ningún otro país ocurre nada ni remotamente parecido al baile de cifras que ocurre en nuestro corral nublado por la sombrilla del gobierno.

«En ningún otro país ocurre nada ni remotamente parecido al baile de cifras que ocurre en nuestro corral nublado por la sombrilla del gobierno.»

Todo ello me lleva a preguntarme si los principales responsables de la gestión de la epidemia en España nos inundan abundante información para cubrir las apariencias, cuando en realidad esa información, en lugar de esclarecer la situación epidémica y ayudarnos a adoptar decisiones, nos confunde y anonada. La ‘técnica’ de despiste consiste en proporcionar mucha información desordenada, parcial e incompleta, mezclando lo superfluo con lo sustancial, con la intención (posiblemente deliberada) de crear perplejidad en los ciudadanos y dejar las manos libres a los pretendidos expertos para interpretarlas a su conveniencia en cada momento. Como todos los jugadores tramposos, estos ‘profesionales’ juegan con ventaja cuando comparecen ante los medios de comunicación y así les resulta más sencillo ganar la manga, sacándose ases de la manga y eludiendo con jerga y verborrea las preguntas incómodas, a fin de difuminar sus responsabilidades en la gestión de los problemas.

Las comparecencias de Simón, director del CCAES, ante los medios de comunicación constituyen un ejemplo paradigmático de lo que podríamos denominar desinformación informativa reiterada. Tengo grabada en mi retina su comparecencia el sábado 7 de marzo, víspera de la ‘ochomarzada’ feminista. Comenzó su exposición adelantando que por ser «sábado vamos a hacerla breve», y tras aclarar que los 441 casos estaban «bien identificados», avanzó que pese al aumento de casos «la situación en algunas zonas mejora». A continuación, pasó a leer las cifras de casos por Comunidades, porque en «sábado y domingo las cosas son más suaves y hoy no los vamos a publicar en la web del Ministerio». El contenido de su intervención hasta ese momento podría haberse sustituido con la proyección en pantalla de un cuadro con las cifras que estaba leyendo (y se pondrían a disposición de los periodistas al final de la mañana) y se habría evitado además incurrir en varios errores y rectificaciones.

Ya en el turno de preguntas, Simón aclaró que, a diferencia de la maratón suspendida, las manifestaciones del 8-M no suponían la presencia masiva de personas provenientes de zonas de riesgo, una afirmación temeraria; desacreditó con suficiencia de ‘experto’ en la materia a una periodista que osó apuntar la posibilidad de que se produjera una avalancha de casos en el sistema de atención médica, como efectivamente se produjo pocos días después; y concluyó su histórica intervención afirmando en relación a las manifestaciones del 8-M que «si mi hijo me pregunta si puede ir, le voy a decir que haga lo que quiera». A la vista de lo que ocurrió en España en la segunda quincena de marzo y el mes de abril, juzguen ustedes mismos si esta persona está capacitada para coordinar las alarmas y emergencias sanitarias y si la información que proporciona permite a los ciudadanos hacerse una idea precisa de la situación de la epidemia. Simón no sólo sigue en su puesto, sino que el grupo de Unidas Podemos en Zaragoza (ZEC), con respaldo del PSOE, propuso nombrarlo hijo predilecto de la ciudad, un disparate que no se ha consumado gracias al veto de PP, Ciudadanos y VOX. Aunque como bilbilitano el asunto no me compete, me sumo gustoso al veto no por motivaciones políticas sino estrictamente profesionales.

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