Sil2025
Sil2025

La Iglesia de Pedro Herrero

La fe en tiempos de vacio

La Iglesia de Pedro Herrero
Interior de la iglesia de Sant Miquel, en Cardona. CATALONIA SACRA.

Hablaba recientemente con un amigo católico sobre la dificultad de confesarse. “Hay pocos sacerdotes y los que hay no tienen demasiadas ganas de hacerlo”, me decía. Interesado por la cuestión y de los beneficios que parece que acarrea, traté de encontrar quién pudiera cristianamente escuchar una vida de pecados, en vano.

“Confesarse es como pegarse una ducha, puedes estar 5 minutos o 50 disfrutando del calorcito del agua. A los sacerdotes no les hace gracia dedicar tiempo a una sola persona, imagínate si esta les quita casi una hora de su día”. A pesar de que creo que las almas se salvan una a una, no puedo sino entender el sentir sacerdotal. Mi madre se puso siempre histérica cuando me pasaba más de 10 minutos en la ducha. En uno de mis infructíferos intentos de encontrar consuelo, me tope con una sesión de adoración en una iglesia cercana. Debo confesar -ahora sí- que no fue una experiencia agradable: Me pareció estar metiéndome en la boca del lobo de una secta. Toda la configuración del entorno y la imagen que proyectaban echaba para atrás al más valiente. Sin lugar a duda no sería el anuncio de marketing que uno usaría para conseguir nuevos feligreses. Lo peor es que se veía todo muy alejado de la cotidianidad del ciudadano medio, de lo mundano de nuestra época. Todo esto lo pienso justo ahora que nos ha dejado el Papa Francisco, un Papa que ha tenido la capacidad de agradar a personas que se encuentran en posiciones muy alejadas de lo que es y representa la Iglesia.

Creo que este Papa ha tratado de ser conciliador posiblemente porque consideró la piedad un valor más útil a proyectar que no otro. Es posible que viera que las divisiones sociales, ideológicas o de otro tipo, no tengan tanto que ver con un deseo inherente de maldad, sino con una necesidad de caridad. A Fede no le gustaba, lo llamó antiespañol y varias cosas más. También es verdad que Fede se comporta a veces como una tieta, pero qué sé yo.

«Lo importante de encontrar una persona que esté a tu lado no es la excitación de los sentidos, sino si va a estar ahí cuando tengan que llevarte al hospital porque tienes cáncer.»

Quiero ver un intento de acercar la Iglesia a aquellos que la ven como una institución alejada de sus vidas. Visto lo visto, no les falta razón. Hay un espacio que en pleno siglo XXI de “Interné” la Iglesia debería estar ocupando y no lo está haciendo. Justo cuando más vacío y soledad hay, justo cuando las sociedades Occidentales, otrora cristianas -si es que no lo siguen siendo aún-, más perdidas están con unas tasas de natalidad alarmantes, una tremenda falta de propósito y por lo tanto, una tremenda infelicidad de fondo; justo cuando nos está pasando todo esto, más lejana parece la Iglesia. Quizás ya han interiorizado la previsión de Benedicto XVI, cuando señaló que la cristiandad volvería a la clandestinidad y que no pasaba nada. Igual han decidido ir tirando.

Quién no lo ha hecho es Pedro Herrero, la única voz humanista moderna que he escuchado en España. Pedro lleva ya un buen tiempo intentando explicarnos que pocas cosas llenan más que tener hijos, que lo importante de encontrar una persona que esté a tu lado no es la excitación de los sentidos, sino si va a estar ahí cuando tengan que llevarte al hospital porque tienes cáncer. Pedro es un modernete, con esos pelos que se ha dejado crecer, y poco tiene de doctrinario religioso. ¡Nos ha contado que se ha drogado! No tiene pelos en la lengua cuando habla de política, yo aún hay veces que no sé si habla en asturiano o en lenguaje inclusivo, tiene toda la pinta de estar a favor de los enlaces no convencionales y sus formas son más de ese tío que nos hace reír en las comidas familiares que no de persona entregada a la rectitud. Se le nota que juega con lo que hay y trata de hacer que las cosas nos vayan un poquito mejor. Pedro siempre parece que nos quiera dar a nosotros, los ciudadanos modernos, un abrazo, para contarnos que la vida es maravillosa por cosas que no son los viajes a Tailandia o Sri Lanka. Pedro, igual él no lo sabe, ha venido para darnos esperanza y acariciarnos como esa suave brisa de verano que nos entra por debajo del bañador.

No sabemos qué pasará, no sabemos quién será el nuevo Papa, no sabemos qué tiene pensado hacer la Iglesia. Pero si sabemos que tenemos a Pedro, y que por ahora podemos fiarnos de Él.

Quim Boldú
Quim Boldú
Quim Boldú, profesional del sector turístic

NOTICIAS RELACIONADAS

Sil2025
Sil2025
Sil2025
- Publicidad -

Opinión