«Hoy sabemos», dice Joan Puig en la República, que sólo los hechos de octubre de 2017 hicieron temblar al Gobierno. Hoy sabemos, dice, que «si los líderes políticos hubieran aguantado, seguramente hoy seríamos un pueblo en libertad, o al menos habríamos ganado muchas más cotas de esta independencia tan deseada».
Aquellas hojas de ruta llenas de jugadas maestras acabaron en un fracaso que nadie quiere asumir. Los que siguen adelante lo hacen asumiendo la contradicción de, por un lado, seguir brindando apoyo ciego a los líderes que no supieron o no quisieron llegar hasta el final, y por otro, sostener que la espontaneidad popular superaría mágicamente todos los obstáculos.
Joan Puig deja claro qué idea tiene de la política, y qué se puede esperar de los independentistas carentes de raciocinio en una mesa de negociación: «Es necesario que el independentismo, partidos y sociedad civil, reflexionen y pacten para recuperar la iniciativa antes de ir a las elecciones, lleguen cuando lleguen. Es necesario que juntos establezcan la manera de volver a dar miedo a Madrid.» Dar miedo, esa es la idea.