Con motivo de la vista ante el TS del recurso de Torra contra su inhabilitación por el TSJC entre el independentismo ha arreciado una campaña denunciando el carácter antidemocrático de la posible inhabilitación del presidente por considerar que ha ejercido su libertad de expresión y que por una pancarta no se puede cesar a un presidente. El argumento es tramposo, no ya porque obvia que la condena, de ser ratificada por el TS, sería por desobediencia, si no por algo a mi entender mucho más grave y demostrativo de la degradación de la democracia en Cataluña: el desprecio a la neutralidad institucional siempre, pero en especial en periodo electoral.
La visión que tiene el independentismo es que las instituciones son suyas y, por tanto, puede instrumentalizarlas a su favor sin recato alguno. Por ello colgaron banderas de partido en edificios públicos o pancartas con lemas partidistas. O decir que la calle es suya, o TV3 también.Es el mismo desprecio por la democracia que les hace decir que por tener una mayoría absoluta en el Parlament pueden saltarse el Estatut y la Constitución. Sin reglas la democracia no existe. Y eso es especialmente cierto durante las campañas electorales.
Es el mismo desprecio por la democracia que les hace decir que por tener una mayoría absoluta en el Parlament pueden saltarse el Estatut y la Constitución
De entre los muchos destrozos que el procés ha producido, el desprecio por la legalidad es posiblemente el más grave. Se puso de manifiesto el 6 y 7 de septiembre de 2017, y se sigue utilizando constantemente. Ahora, si los partidos independentistas superan el 50% en las elecciones autonómicas volverán a la carga como si el resultado de unas elecciones ordinarias cambiara las leyes que rigen la convivencia. La única vía democrática para plantear un referéndum secesionista es modificar la Constitución y para ello las reglas son claras. Para el independentismo y para cualquier otra opción que pretenda hacerlo. ¿Acaso los independentistas no hablarían de golpe de estado si el Congreso aprobará eliminar las autonomías sin los trámites y mayorías necesarias para modificar la Constitución? ¿o establecer la pena de muerte? ¿O tantas otras cuestiones amparadas por la Carta Magna o por el propio Estatut?
Yo entiendo que muchos catalanes sufran Síndrome de Estocolmo y piensen que permitiendo las arbitrariedades del independentismo las cosas mejorarán. Nada más lejos de la realidad si de lo que se trata es de saltarse la ley. Defender la democracia es irrenunciable. Y la neutralidad institucional durante las campañas electorales no es un tema precisamente menor. Son temas que deberían ser elementales, pero que hay que repetir porque, a base de consignas sin respuesta ,el independentismo va forjando su hegemonía ideológica, controlando el relato y reescribiendo la historia.