ENTREVISTA | Adolf Tobeña: «Arrimadas y Rufián son los estandartes políticos más reconocibles del mundo ‘catañol’»

El autor disecciona en ‘Catañoles’ la identidad híbrida de la mayoría de los catalanes

El autor de 'Catañoles', Adolf Tobeña.

Catedrático de psiquiatría en la UAB y autor de ensayos como La pasión secesionista o Neuropolítica, Adolf Tobeña publica ahora Catañoles, una obra que pretende desmontar la concepción monolítica que sobre Cataluña mantienen los nacionalistas. ¿En qué consiste la catañolidad? ¿Se puede ser catañol y separatista? ¿Y catañol y francés, como Manuel Valls? Las respuestas a estas preguntas las encontrarán en su nueva obra, publicada en ED Libros, pero también en la entrevista que sigue.

Ha dedicado su nuevo libro a los que usted llama «catañoles». ¿Quiénes pueden considerarse así?

Quienes se reconocen una identidad dual, catalana y española, en distintos grados y combinaciones. Quienes se saben deudores de una doble tradición y cultura: la hispana y la catalana. Quienes lamentarían que uno de esos dos rasgos del carácter, de la manera de ser, se fuera desvaneciendo.

Los vienen identificando los politólogos, desde hace décadas, al preguntar en las encuestas sobre la identificación nacional. El paisaje catañol contiene ahora tres segmentos principales: los que se sienten catalanes y españoles por igual (40%), los que se sienten más catalanes que españoles (20%) y los que se sienten más españoles que catalanes (5%).

Eso da una mayoría clara de identidad dual, catañola, en la ciudadanía de Cataluña (65%), con variadísimos cócteles individuales, por descontado.

Dedica a un capítulo a Inés Arrimadas y Gabriel Rufián. ¿Qué tienen en común personajes tan aparentemente dispares?

Arrimadas y Rufián son, probablemente, los estandartes políticos más reconocibles del mundo catañol, en este período.

Ella encarnó el liderazgo unionista en Cataluña, aunque lo malogró al apuntar a la cúspide del poder estatal. Y él encarna al liderazgo secesionista de raíz nacional dual. Son ejemplos estupendos de la hibridación social catañola.

Conviene tener presente que en el paisaje político catañol, además del grueso unionista preponderante hay bastante posición indefinida (equilibrista) y hay también un núcleo secesionista no desdeñable.

Pero Arrimadas y Rufián forman tan solo un dueto destacado del paisaje político: el mundo catañol contiene un variadísimo elenco de figuras prominentes, en todos los gremios, que también tienen cabida en el libro. 

«Hay pocas dudas de que el envite secesionista se llevó a cabo con un doble objetivo primordial: alcanzar la plena soberanía estatal y mantener silenciada y resignada a la mayoría social ‘catañola’»

Adolf Tobeña

¿Y qué pinta en un libro sobre catañoles Pep Guardiola?

Sale en el capítulo dedicado al liderazgo secesionista, porque conviene identificar a los estandartes de los diferentes segmentos sociales.

En el ensayo se identifica a Carles Puigdemont como líder político máximo del secesionismo y a Pep Guardiola como la figura social más destacada y prominente del secesionismo.

Otro de sus protagonistas es Manuel Valls. ¿Es posible ser catañol y francés?

Valls es catfrancés y catañol sin recato: triple identidad, al menos. El unionismo y el mundo catañol le deben mucho. Mostró que se podía aspirar, desde Barcelona, a ejercer un liderazgo potente en el marco europeo. Eso, ante la actitud algo retraída y provinciana de la actual alcaldesa catañola de la ciudad, es aire fresco. 

«El unionismo y el mundo ‘catañol’ le deben mucho a Manuel Valls»

Adolf Tobeña

Según usted, se ha enquistado un «atrincheramiento hosco y soterrado entre los catalanes secesionistas y los unionistas». Sin embargo, el separatismo ha negado en todo momento que exista división alguna. ¿A qué lo atribuye?

Porque duele reconocer que se promovió un movimiento que ha servido, sobre todo, para dividir, para fracturar una sociedad que antes no estaba polarizada en posiciones enfrentadas. No tiene nada de extraño que intenten ocultarlo, porque la responsabilidad es grave. Es muy severa. Pero da igual. Sale en todos los estudios sólidos. Ahora ya se ha enterado el mundo entero. El mismo mundo que un día pensó, erróneamente, que el secesionismo era mayoritario.

Se refiere al envite secesionista catalán como a experimento con rasgos únicos en la política europea. ¿Fue, como ha señalado Daniel Gascón, un «golpe posmoderno»?

No me pida que me alinee con definiciones apresuradas. Fue un conato insurreccional de notable calado, auspiciado por una Administración Regional. Un litigio que todavía colea, porque el resultado final fue un empate cronificado.

En el ensayo se afirma que constituyó un experimento único en Europa, porque los flamencos, los escoceses, los bávaros, los bretones, los corsos, los galeses, los tiroleses, los sicilianos, los padanos…, a pesar de contar con mimbres parecidos como para emprender una aventura de segregación a la brava, un movimiento de secesión urgente como el que irrumpió en Cataluña…, no lo han hecho.

«En el paisaje político ‘catañol’, además del grueso unionista preponderante hay bastante posición indefinida —equilibrista— y hay también un núcleo secesionista no desdeñable»

Adolf Tobeña

Por otra parte, señala que en el extranjero ha cundido más la versión separatista del conflicto que la constitucionalista. ¿Siguen pensando afuera que España, como señaló Muñoz Molina, es «Francoland»?.

Una buena parte de la opinión ilustrada del mundo sigue albergando recelos ante la tradición autoritaria hispana. Eso resulta fácil detectarlo en la cultura anglosajona dominante, pero no sólo ahí. España tiene su historia y no resulta sencillo obviarla. Por eso es tan fácil explotar ese sesgo de base, aunque conviva con un conocimiento muy extendido de las amenidades y las virtudes de la España actual.

Pero vale la pena señalar que hay ahí, también, un componente de tremenda ineficacia por parte de los agentes de influencia hispana, en el mundo, en todos los frentes. Empezando por los Institutos Cervantes.

Destaca también que el procés se produjo en una de las regiones más ricas de Europa y en un contexto de libertad. ¿Cómo explica, entonces, que todo se llevase tan lejos?

La aspiración secesionista llegó a rozar el 50% de aprobación y tuvo dos millones de personas detrás. Eso es mucho, muchísimo, en un contexto democrático.

Es decir, tuvo perspectivas de final victorioso, aunque fuera demorado y debidamente encauzado: forzar la mediación europea, imponer un referendo de autodeterminación acordado… Esos horizontes se vieron plausibles, me parece.

«El separatismo promovió un movimiento que ha servido, sobre todo, para fracturar una sociedad que antes no estaba polarizada. No tiene nada de extraño que intenten ocultarlo, porque la responsabilidad es grave»

Adolf Tobeña

Para el nacionalismo catalán, la sensibilidad catalana no está suficiente reconocida en el Estado Español. Sin embargo, ¿reconoce el secesionismo la sensibilidad catañola?

Hay un sinfín de sensibilidades catañolas y eso del reconocimiento ajeno es algo difuso y muy volátil.

En los sondeos de los politólogos donde se inquiere sobre la auto-identificación nacional de los ciudadanos, los secesionistas irreductibles, los inamovibles, alcanzan el 25%. Son, sobre todo, los que dicen sentirse «sólo catalanes» y desprecian cualquier gota o atisbo de españolidad. Hay también un 5% de hispanos monocordes en Cataluña: los que se sienten “sólo españoles” y aborrecen el menor ingrediente de catalanidad. 

Ahí reside el núcleo primordial de las intolerancias.

Esos porcentajes, junto a los comentados al principio, apenas se han movido en Cataluña desde 2014.

En cualquier caso, hay pocas dudas de que el envite secesionista se llevó a cabo con un doble objetivo primordial: alcanzar la plena soberanía estatal y mantener silenciada y resignada a la mayoría social catañola.

Por último, ¿cree que la parte catañola estará debidamente representada en la futura mesa de negociación entre el Gobierno de Sánchez y el separatismo?

El mundo catañol estará en los dos lados de la mesa: Rufián, por los catañoles secesionistas y Salvador Illa por los catañoles equilibristas. Los catañoles unionistas no han sido convocados —al parecer—. No tiene visos de que pueda ser fructífera esa mesa. Pero ya se verá. No hay que descartar que, una vez superado el cataclismo sanitario, la situación haya virado algo.

Óscar Benítez
Óscar Benítez
Periodista de El Liberal. Antes, fui redactor de Crónica Global y La Razón; y guionista de El Intermedio.

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