Durante el día de ayer, el Partido Nacionalista Vasco celebró el Aberri Eguna, una ocurrencia esencialista que forma parte del ecosistema político vasco desde 1932. Una vez más, los herederos de Sabino Arana sacaron a relucir su racismo identitario.
Nuevo tándem
La novedad de esta edición fue el estreno en la Plaza Nueva de Bilbao de Aitor Esteban como presidente del PNV. Llegó flanqueado por Imanol Pradales, formando el flamante tándem que sustituye al dueto ya amortizado Ortuzar-Urkullu.
¿Inmigrantes?
Esteban, fiel a su estilo, no decepcionó: soltó lo de siempre sobre la «nación vasca», esta vez llamándola «integradora», y se metió en uno de los temas fetiche del nacionalismo: la inmigración. Dijo que no sabe si su sucesor se apellidará Agirregomezkorta, Hassan o Diop, pero de lo que no tiene ninguna duda es de que «su única patria será Euskadi«. Vamos, integradores, pero solo si se jura lealtad a la patria.
Críticas a Bildu
El nuevo líder aprovechó el mitin para atizar a EH Bildu. Se enorgulleció de que el PNV, “sin poner palos en las ruedas”, ha conseguido, «día a día», arañar competencias del Estado. Y, cómo no, también se jactó de la paulatina expulsión de la Guardia Civil y la Policía Nacional del País Vasco. Una forma poco sutil de decir que aquí sobran los símbolos de España.
Pradales: centralismo y más leña contra Otegi
Después tomó la palabra el lehendakari Pradales, para sacar el viejo casete de siempre: España es un Estado muy y mucho centralista. Aunque en esta ocasión lo dijo con tono solemne: «No vamos a permitir una Euskadi subordinada». Y santas pascuas. El resto de la película ya se la saben.
En la misma línea, aprovechó el escenario para lanzarle otro dardo a Bildu. Preguntando, con cara de pocos amigos, «qué clase de abertzale es aquel que en vez de construir un país promueve su división». En definitiva, caras nuevas pero el mismo discurso. Más de lo mismo: Jaungoikoa eta lege zaharra.