El todavía presidente vicario Quim Torra en su ‘mensaje’ de la Diada solicitó a Felipe VI y Pedro Sánchez que pidieran perdón por el fusilamiento de Lluís Companys y de los miles de catalanes que murieron en el exilio. Lo primero que me llama la atención es que una afirmación de este calibre haya quedado sin respuesta por parte del gobierno español o, al menos, de la izquierda catalana no independentista. La frase forma parte de la campaña, que viene de lejos, de reescribir la historia como se ha hecho con la guerra de Sucesión, convertida en guerra de Secesión, y presentar la guerra civil española como una guerra de España contra Cataluña. Callar es permitir que la mentira vaya penetrando en la sociedad catalana hasta convertirse en ‘verdad’ para un segmento de la población como ocurre con buena parte del relato secesionista. No ahora, todavía quedan demasiados protagonistas vivos, pero si con el tiempo. Es otra manifestación, y no menor, de la renuncia de los partidos gobernantes, ahora y durante los 40 años de democracia, a plantar cara y combatir ideológicamente al nacionalismo catalán en su pretensión de criminalizar a los españoles y fomentar el victimismo. Más extraño es el silencio cuando Pedro Sánchez forma parte de un partido integrante destacado del gobierno republicano que se enfrentó a Franco y sufrió, como señala Azaña entre otros, las deslealtades del independentismo catalán. También es de reseñar la permanente utilización del franquismo por parte del gobierno para deslegitimar a la derecha española y su silencio ante las acusaciones independentistas. Ya sabemos que París bien vale una misa pero esto ya pasa de castaño oscuro.
«Los independentistas han sabido imponer su relato ficticio por incomparecencia de quiénes debieron combatir lo para evitar su hegemonía ideológica en Cataluña.»
No voy a extenderme sobre quién financió a Franco o sobre el Tercio de Montserrat o los 95 alcaldes franquistas que se pasaron a CIU en las primeras elecciones democráticas, episodios perfectamente documentados por los historiadores, pero sí es obligado recordar que muchos de los actuales dirigentes independentistas provienen de familias que se alinearon con Franco durante la guerra y que gozaron de prebendas y privilegios durante la dictadura. Y no hablo de desconocidos: Puigdemont, Llach, Aragonès o Rovira entre muchos otros.
Los independentistas han sabido imponer su relato ficticio por incomparecencia de quiénes debieron combatir lo para evitar su hegemonía ideológica en Cataluña. Pensaba que tras el intento de golpe habrían aprendido algo. Desgraciadamente todo sigue igual.