Torra aleja las elecciones, saca a la posible candidata del PdCat del Govern y pone a ERC contra las cuerdas

Muchos se preguntan en estos momentos si el presidente acatará la sentencia de inhabilitación en el caso de que sea confirmada por el TS

Un momento de la intervención de Carles Puigdemont. En el plató, Quim Torra.
Quim Torra junto a Carles Puigdemont en la presentación del nuevo JxCat el pasado agosto.

En política, como se suele decir, nadie da puntada sin hilo. Y eso es precisamente lo que ha demostrado este jueves el presidente Quim Torra al remodelar por sorpresa el Govern dos semanas antes de que el Tribunal Supremo decida si confirma su sentencia de inhabilitación. Con esta reorganización, Torra aleja la convocatoria electoral que prometió en enero, salda cuentas con el PdCat presidido por David Bonvehí y enfrentado al JxCat de Carles Puigdemont y pone a ERC contra las cuerdas.

La inhabilitación como diputado dictada por el Tribunal Supremo y la Junta Electoral Central a principios de año, llevó al presidente a anunciar la ruptura con sus socios de gobierno de ERC y la decisión de convocar elecciones. Algo que haría una vez se aprobaran los presupuestos de la Generalitat. Es difícil saber hoy si realmente tenía intención de llamar a los catalanes a las urnas pues la pandemia del COVID-19 y el confinamiento total obligaron al Govern a centrar sus esfuerzos en la gestión de la crisis sanitaria, dejando a un lado todo lo demás. Una vez que la situación comenzó a aclararse y, en abril, el Parlament dio luz verde a las cuentas de Cataluña, fueron numerosas las voces que reclamaron al presidente la convocatoria electoral anunciada. Entre otros, el líder de ERC, Oriol Junqueras. Pero también el secretario general del PSC, Miquel Iceta, o la jefa de la oposición en el Parlament, Lorena Roldán, de Ciudadanos. La pandemia fue la excusa esgrimida para no hacerlo y es la misma que a día de hoy mantiene el presidente, que esta semana aseguraba en una entrevista en TV3 que tiene pensada la fecha pero que no la dará a conocer hasta que no sea el momento.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, minutos antes de retornar a la cárcel de Lledoners (Europa Press).

Anular al PdCat

Con la remodelación de su gabinete, está claro que ni Torra ni el nuevo JxCat de Puigdemont tienen pensado llamar a las urnas en breve. Sin embargo, ¿obedece esta remodelación a una intención de mejorar la gestión de lo público? No lo parece pues, de ser ese el objetivo, lo lógico hubiera sido sacar a los responsables de Salud y Asuntos Sociales, los republicanos Alba Vergés y Chakir el Homrani, cuya gestión está más que cuestionada. Sin embargo, quienes han salido del Govern han sido Àngels Chacón (Empresa), Miquel Buch (Interior) y Mariàngela Vilallonga (Cultura).

La ya ex consellera Àngels Chacón, en una imagen de archivo.

Y es este otro de los factores que explican la crisis de gobierno. El enfrentamiento entre JxCat y el PdCat se ha saldado este jueves con la salida del Ejecutivo catalán de la única consellera de la formación de David Bonvehí. Chacón no se han dado de baja del PdCat para afiliarse al JxCat de Puigdemont, como sí han hecho, entre otros, Meritxell Budó, Damià Calvet o Jordi Puigneró. Es, además, la persona que seguramente liderará la lista electoral del Partit Demòcrata, por lo que no tendría sentido, en términos de intereses políticos, mantenerla en un Govern dominado por JxCat. Estaría así también claro que Puigdemont no tiene ninguna intención de pactar con el PdCat de cara a las futuras elecciones y que los de David Bonvehí barajarían seriamente llegar a un acuerdo con el PNC. La antigua Convergència haría frente de este modo a un Puigdemont desbocado y partidario de la declaración unilateral de independencia, objetivo que no comparten los conservadores catalanes, más inclinados hacia una solución negociada con el Estado. y todo ello a la espera del posicionamiento final de Artur Mas que no se ha dado de baja del PdeCAT.

La guerra que no cesa

Un tercer elemento explica la crisis provocada por Torra este jueves. La guerra abierta entre JxCat y ERC y la necesidad de los primeros de poner contra las cuerdas a los republicanos, que empezaron 2020 con inmejorables expectativas tras pactar con el PSOE la creación de una mesa de negociación entre el Gobierno y la Generalitat. Mesa que, según se ha sabido este jueves, volverá a reunirse en las próximas semanas, según han acordado Pedro Sánchez y Gabriel Rufián aunque la exigencia de Torra de que se hable de la amnistía y el referéndum hacen que la convocatoria sea muy difícil o que, tras la inabilitación de Torra se aplace sine die. Sea como sea, Torra ha exigido a los suyos que no presenten ningún candidato a la Presidencia si el Supremo, como todo indica, confirma su inhabilitación. De ser así, tendría que abandonar el cargo, según establece el Estatut d’Autonomia. La pregunta que muchos se hacen en estos momentos es si realmente está dispuesto a salir del Govern o si, por el contrario, se plantea presentar batalla.

El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante un pleno de control al Govern (Europa Press).

Si Torra decidiera acatar la sentencia, se abriría un plazo de dos meses para la designación de un nuevo presidente de la Generalitat. Dado que él mismo ha exigido a los suyos que no presenten ningún candidato, se abren varias posibilidades. O bien no está dispuesto a irse o bien quiere forzar a ERC a dar por finiquitada la legislatura a través del presidente del Parlament, Roger Torrent. Puede ser que Torra se aferre a algún recurso de última hora contra su inhabilitación y se escude en eso para no renunciar al cargo, lo que pondría en graves aprietos a un Torrent que ha demostrado no estar dispuesto a enfrentarse a la Justicia. En este caso, su forma de anular a los republicanos pasaría por el nombramiento de un conseller en cap que restaría protagonismo al actual vicepresidente del Govern y líder de ERC, Pere Aragonés.

El rebelde sin causa

Pero Torra tiene más opciones. Podría intentar presentarse como nuevamente rebelde no acatando la sentencia y forzando a ERC a pronunciarse, otra vez mediante el presidente del Parlament, que, legalmente, tendría que convocar las elecciones y disolver la Cámara. De ser así, Puigdemont y JxCat tendrían un argumento de peso para demonizar a los republicanos en el espacio independentista, presentándose como víctimas de una ERC autonomista y, según dicen, sometida a España.

Sea cual sea el objetivo de Quim Torra y Carles Puigdemont, lo que está claro es que el otoño será otra vez caliente en Cataluña. Pero esta vez el motivo tendrá más que ver con la reordenación del espacio separatista, profundamente atomizado, que con la intención de dar algún paso hacia la independencia. No parece, pues, que la actual legislatura vaya a permitir a Torra trascender como el 131 presidente de la Generalitat que prometió un nuevo referéndum de independencia y hasta una Constitución catalana.

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