El editorial del Periódico —Estalla el espacio posconvergente— destaca los problemas con que se enfrenta la nueva aventura política del gran exiliado:
«Desde el punto de vista estratégico, no está claro que la jugada le salga bien a Puigdemont, con un espacio posconvergente dividido en tres partidos —PDECat, PNC y JxCat— y un Govern que parece un nuevo tripartito, integrado por PDECat, JxCat y ERC. Lo mismo se puede decir desde el punto de vista ideológico porque, obsesionado con disputarle el terreno a ERC, Puigdemont se escora a la izquierda y deja vacío el centroderecha independentista, que quieren ocupar el PDECat y el PNC. La apuesta es una incógnita y lo único tangible es el destrozo que el ‘expresident’ ha provocado.»
Como era de prever, el editorial del Punt-Avui —Moviments clarificadors— es mucho más optimista: «El horizonte electoral está cada vez más cerca y todos los movimientos que contribuyan a clarificar las posiciones y los proyectos, en este caso en el ámbito del independentismo, son positivos e incluso necesarios (…) En el trasfondo, se configuran dos estrategias hacia la independencia en el actual contexto de inmovilismo y represión del Estado. Dos hojas de ruta, la confrontación y la mesa de diálogo, que llegarán a las urnas cuando el presidente Quim Torra convoque, por activa o por pasiva, las elecciones.»
La incógnita de Mas
El editorial del Ara se centra —en el impacto de la decisión de Àrtur Mas— de permanecer en el PDECat, muy significativa «porque fue con él en el poder que se inició el Proceso y podemos decir que fue su principal líder en el período de 2012 a 2017. La mayoría de presos políticos que eran del PDECat, como Jordi Turull o Josep Rull, han trabajado codo a codo con él durante décadas. Pero ahora sus caminos se separan en una decisión que muestra la fractura ideológica, y sobre todo estratégica, en el espacio que proviene de la antigua CDC.»
En esta fractura la mayor parte de los cargos están con Puigdemont. El Periódico —Las ocho consecuencias del divorcio Puigdemont – PDECat— resume las cifras: tres presos —Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn—, cuatro consejeros del gobierno catalán —de un total de cinco—, 30 diputados en el Parlamento —de un total de 34—, importantes alcaldías como las de Girona,Vic y Valls, y la mitad de los 8 diputados en el Congreso. Hay que añadir los cinco senadores. Todo esto es lo que ha perdido el PDECat y da la medida de su naufragio.
Nació Digital —Puigdemont buida de poder institucional el PDECat— añade más cifras en el ámbito local y acaba preguntando si «habrá tiempo antes de los comicios para llegar a un entendimiento con el Partit Nacionalista de Cataluña (…) Existen sectores de la dirección de Bonvehí que no descartan un acercamiento a los de Pascal, pero también [quienes] están convencidos de que el mejor camino es ir a las urnas en solitario. Enfrentándose, si es necesario, a todas las siglas que han ido proliferando desde que Convergencia rompió con Unió hace cinco años». Hasta hace dos días daba la impresión que el PNC podría reincorporarse a un PDECat liberado de Puigdemont, ahora parece más bien que los escasos supervivientes del PDECat deberían incorporarse al PNC.
¿Ante esto qué puede hacer el presidente que hizo la gran renuncia? Sigue el Ara: «Mas se niega a renegar de su pasado, a renunciar al perfil ideológico en el que creció políticamente, y que la he llevado a desmarcarse progresivamente de la línea impulsada por Puigdemont. Recordemos que Mas ya fue partidario de convocar elecciones autonómicas para evitar el 155 y no hacer la DUI, una posición que fue asumida en un primer momento por Puigdemont pero que finalmente rectificó con el argumento de que no encontró garantías de Madrid.»
¿No llega demasiado tarde la decisión de Mas de no seguir secundando al segundón que elevó a la presidencia de la Generalitat? Unos tres años tarde, al menos. Una desautorización pública en toda regla no hubiera impedido a Puigdemont hacer lo que ya estaba decidido a hacer, pero tal vez habría contribuido a minimizar los daños.