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La Casa de la Generalitat en Perpinyà, en el centro del debate tras la cesión del Govern a los nacionalistas

La posible destitución de Christopher Daniel Person reaviva las tensiones

La Casa de la Generalitat en Perpinyà, en el centro del debate tras la cesión del Govern a los nacionalistas
Christopher Daniel Person en el Parlament de Cataluña / X.

La Casa de la Generalitat en Perpinyà vuelve al centro de un tenso debate tras la decisión del Govern de Salvador Illa de considerar la destitución de su director, Christopher Daniel Person, en lo que muchos ven como una cesión a las presiones de los sectores nacionalistas catalanes. La controversia, generada a raíz de las informaciones publicadas por VilaWeb, pone de manifiesto las profundas divisiones sobre la identidad catalana en «Cataluña del Norte», una región del sur de Francia.

El conflicto se remonta a la negativa de Person a usar el término Catalunya Nord -se refirió a la región como Pyrenees Orientales, nomenclatura oficial francesa del territorio-, un símbolo para los nacionalistas que consideran esta región parte de la nació catalana. Esta postura, junto con otras decisiones controvertidas como la cancelación de un premio cultural, desató la indignación de partidos como Junts, ERC y la CUP, así como de exdirectores de la Casa, llegando a exigir su salida por «menoscabar la misión de la institución»: promover la lengua y la cultura catalanas. La presión parece haber culminado con el anuncio de que el Govern estudia destituirlo, con Albert Piñeira, exalcalde de Puigcerdà y de órbita independentista, como posible reemplazo.

El debate en redes sociales refleja polarización. Los nacionalistas celebran la posible destitución como una victoria para la defensa de la identidad catalana, mientras siguen criticando al PSC de Illa por «haber nombrado a alguien sin vínculos con la región». También hay voces que acusan al Govern de ceder ante los independentistas para apaciguar tensiones, en lugar de priorizar la cooperación con Francia, que parece haber servido de más bien poco, puesto que el universo nacionalista sigue criticando con escarnio al Govern.

La posible llegada de Piñeira, un perfil más afín al nacionalismo, podría calmar a los críticos, pero el episodio deja en evidencia las tensiones entre la gestión institucional y las demandas del aún relevante espacio identitario catalán. Sin confirmación oficial, el futuro de la Casa de la Generalitat en Perpinyà sigue en el aire.

Guillem Espaulella
Guillem Espaulella
Politòleg per la Universitat Pompeu Fabra.

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Opinión