El anuncio por parte de La LLiga Democrática de que solicitarán el indulto de los políticos presos del ‘procès’ ha generado un interesante debate político en las filas constitucionalistas. La Lliga es, de entre los partidos que reivindican el catalanismo político, algunos de sus miembros prefieren hablar de catalanidad, el más alejado de las posturas soberanistas. No sólo no se declara independentista sino que tampoco soberanista y, por tanto, no reivindica un referéndum secesionista ni que sea para votar que no como hacen, por ejemplo, los comunes. El constitucionalismo y el respeto a la legalidad son elementos centrales de su ideario. Pedir el indulto es una muestra de ello. Se puede discrepar por razones políticas o jurídicas de dicha petición, pero quién solicita el indulto asume que se ha cometido un delito y pide unas medidas de gracia plenamente constitucionales. Precisamente por estas razones, los políticos presos no lo quieren y reivindican una amnistía como ha hecho Jordi Sánchez en respuesta a La LLiga.
El tema ha tenido una repercusión mediática importante porque entre los promotores de La LLiga se encuentra Josep Ramón Bosch no sólo expresidente de SCC sino una persona clave en su fundación. Sin Bosch SCC no habría nacido, al menos la SCC que hemos conocido. Y hablo con conocimiento de causa porque me cuento entre los fundadores de la entidad. Bosch tuvo la habilidad de juntar constitucionalistas de procedencias políticas muy diversas para una función fundamental, que ahora sigue siendo importante, pero que en 2014 era esencial: dar voz al constitucionalismo, romper la espiral de silencio de la sociedad catalana y hacerlo sin ser correa de transmisión de ningún partido, aunque PSC, PP y Ciudadanos tuvieran militantes en la Junta junto a independientes de derechas, centro e izquierda.
«La petición de la LLiga es genérica y tiene un carácter político, no jurídico»
Bosch es, ahora, un dirigente destacado de la LLiga, con una idea básica que comparto: es hora de pasar de la resistencia al independentismo a abordar un cambio de gobierno en Cataluña. Para obtener dicho objetivo es necesaria, entre otras cosas, una confluencia de fuerzas centristas, no sólo de la LLiga, que supere las divisiones identitarias y con ello contribuya a una nueva mayoría no independentista en el Parlament.
En este marco hay que entender la petición de indulto. Y, espero, otros gestos dirigidos al reconocimiento de los derechos de la Cataluña no nacionalista. La petición de la LLiga es genérica y tiene un carácter político, no jurídico. Habrá que afinarla, acotar su alcance, a mi entender no debe incluir la inhabilitación de los políticos condenados, deberán emitirse los correspondientes informes jurídicos y, en última instancia, será el gobierno español quién tenga la decisión final. Pero políticamente me parece una petición oportuna. El ‘procès’ trata de superar su fracaso agarrándose al victimismo de los presos. Es hora de cambiar el chip y abordar algo que la sociedad catalana reclama: un gobierno que se dedique a abordar la reconstrucción, que deje atrás la confrontación identitaria y revierta la decadencia de Cataluña que ponen de manifiesto todos los indicadores económicos y sociales.