El burofax de Messi rescindiendo unilateralmente su contrato, acogiéndose a una cláusula del mismo de dudosa interpretación y que, si no hay un pacto que es lo más lógico, acabará en los tribunales, ha generado una serie de reacciones y acontecimientos que pueden ser calificados de tragicómicos y que muestran, otra vez, que la degradación de la vida pública catalana no tiene fin.
La obsesión independentista por controlar estrechamente toda la sociedad civil catalana ha llevado al independentismo ha redoblar sus esfuerzos para hacer caer al actual presidente azulgrana, cuya gestión, dicho sea de paso,no merece más que un suspenso. En un país normal el debate y las iniciativas, como una legítima moción de censura, se habrían desarrollado en el marco de la propia entidad y sus asociados. Aquí la intervención política lo contamina todo hasta extremos incompatibles con una sociedad democrática. La ocupación temporal de las instalaciones azulgranas para exigir la dimisión de Bartomeu es una consecuencia lógica del ambiente de permisividad hacia el acoso y el desprecio de la legalidad que se emite desde las instancias públicas. Todo vale para obtener los fines queridos. En este caso que el independentismo alcance la presidencia del club por la vía rápida.
«El tuit más que un elogio sentido al jugador pretende desgastar a Bartomeu y facilitar el acceso independentista al club»
Es especialmente llamativo en la línea apuntada el tuit realizado por Quim Torra alineándose con el jugador cuando lo lógico era mantenerse al margen sobre todo porque la pretensión del jugador de salir gratis, legítima desde sus intereses, es gravemente perjudicial para el club, gobierne quién lo gobierne. También me suenan farisaicos los elogios dado que el jugador argentino no ha sido precisamente un abanderado de la adaptación lingüística que los nacionalistas reclaman de todos aquéllos cuya lengua habitual no es el catalán y residen en Cataluña. El tuit más que un elogio sentido al jugador pretende desgastar a Bartomeu y facilitar el acceso independentista al club. Si alguien tiene dudas sobre mi punto de vista que revise las redes sociales y la prensa independentista.
Ahora o nunca, piensan. Esta extrema politización del club sólo hará que acelerar su decadencia. La pandemia ha dejado muy tocado económicamente al Barça, y en inferioridad respecto a otros rivales que al ser SAD pueden ampliar capital y con ello compensar con más facilidad la caída de ingresos. Esta decadencia económica coincide con la decadencia deportiva producto del final de una época, que se inició con la salida de Xavi e Iniesta, y que Messi ha edulcorado pero a la vez provocado por su condicionamiento de los fichajes y la labor del entrenador. Para acabar de complicar las cosas la extrema politización del club va a generar división social. Tres crisis, social, económica y deportiva son muchas crisis a la vez. Pero los ávidos de poder en lugar de buscar soluciones pensando sobre todo en el club, van al asalto del mismo, cueste lo que cueste. Para el independentismo político el Barça tiene valor como instrumento de un bien superior: la independencia. Que sean cuidadosos por que el tiro les puede salir por la culata. La masa social es voluble y, sin difíciles éxitos deportivos inmediatos, las cañas pueden volverse lanzas.
