ENTREVISTA | Andrés Trapiello: «La tercera España es más necesaria que nunca»

El escritor publicará en breve ‘Madrid’, donde relata su historia de amor con la capital

El escritor Andrés Trapiello, uno de los fundadores de La Tercera España, en una calle de Madrid.

A obras como la ambiciosa novela-en-marcha Salón de los pasos perdidos —que acumula ya 22 volúmenes— y su emblemático ensayo Las armas y las letras, Andrés Trapiello suma ahora un estudio sobre la ciudad a la que llegó hace ahora cincuenta años: Madrid. En esta entrevista con El Liberal, Trapiello nos habla de su nuevo libro pero también de los principales problemas del país, amenazado por «extremismos reaccionarios como el populismo o el nacionalismo».

En octubre verá la luz un libro suyo titulado simplemente Madrid. ¿Qué nos cuenta en él?

La mayor parte de los libros que ha escrito uno se han escrito ya cuando me pongo a escribirlos. Están interiorizados, o como se decía antiguamente «en la masa de la sangre».  Este llevaba escribiéndose cincuenta años, los que llevo viviendo en Madrid, pero, en fin, sólo en los últimos cuatro me he puesto a pasarlo a limpio. Mucho trabajo, muchos libros que leer, mucho afinar. Contar Madrid es fácil y difícil.

Madrid es un puerto franco, pero también la ciudad en la que todo es provisional. He tratado de contar la ciudad contando de paso mi vida en ella, tal y como la enseñamos a un amigo, al que llevamos al lado: todo un poco al mismo tiempo, le contamos la historia, le enseñamos las cosas bonitas, iglesias, calles, museos, plazas, le hablamos, al pasar, de los lugares que han significado algo para nosotros —donde han vivido tales o cuales personas a las que hemos tratado y admirado; dónde sucedieron tales o cuales hechos singulares—. O sea, es un libro más orgánico que mecánico; sin renunciar a la seriedad de los datos y tratando de hacerlos amenos.

El año pasado se cumplieron 25 años de la publicación de su ya clásico ensayo Las armas y las letras, en el que se vindica la idea de una tercera España. ¿Es ésta aún posible en un escenario tan polarizado como el actual?

No es que sea posible, es que es más necesaria que nunca, la única manera de poner coto a los extremismos representados por las fuerzas más reaccionarias: nacionalistas y populistas, aquellas precisamente que tratan de acabar con el régimen que ha garantizado la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos como ninguno en ningún otro periodo de la historia. Claro que nacionalistas y populistas serían lo que siempre han sido, un residuo del sistema democrático, como la escoria de sus calderas, de no haber encontrado el pegamento providencial: el partido socialista. Frente a ese «tres en uno» que quiere fosilizar de nuevo nuestra sociedad, la tercera España vendría a ser el único disolvente eficaz.

«Los populistas se han apoderado de las universidades americanas —y de rebote, de las del resto del mundo— y tratan de imponer el discurso del odio: el odio a la razón»

Andrés Trapiello

Usted es autor de un traducción del Quijote al castellano actual. ¿Qué sintió cuando la estatua de Cervantes fue atacada en Estados Unidos por los manifestantes antirracistas?

Los populistas se han apoderado, empoderado, diríamos, de las universidades americanas —y de rebote, de las del resto del mundo—  y tratan de imponer el discurso del odio: el odio a la razón. Para ello los sentimientos lo son todo: he nacido varón, pero me siento unos días mujer, otros trans y otros el loro de Flaubert. Nada, nada, los sentimientos son sagrados y para eso estamos, para hacer hablar a Bambi, como Walt Disney.

Les parecen intolerables las opiniones de Cervantes sobre los moros, pero ocultan que en aquel tiempo todos eran racistas, incluidos naturalmente los moros respecto de los cristianos.  La crueldad de Hernán Cortes, al lado de la de los indios, parece broma; si uno los mataba, los otros los mataban y se comían sus hígados. A Cervantes no le han levantado estatuas por ser racista, sino por haber escrito el Quijote, libro, por lo demás, en el que están algunas de las páginas más hermosas contra la política racista de Felipe III y a favor de la igualdad y libertad de todos. Creo que es la revolución de los mediocres: «A mí no me levantarán jamás una estatua, acabemos con todas», parecen decir. Ya lo decía alguien: «Que no sean yo, lo encuentro intolerable».

Mientras para unos la cultura de la cancelación —esto es, boicotear la vida o la obra de alguien que haya dicho o hecho algo políticamente incorrecto— supone una auténtica amenaza para las libertades, para otros se trata de un problema exclusivo de «ricos» y «privilegiados». ¿Quién tiene razón?

Las herramientas para juzgar el pasado no pueden ser las mismas que las que empleamos para juzgar hechos del presente. No podemos derribar la estatua de Pericles o de Aristóteles porque defendieran la esclavitud ni dinamitar las pirámides porque son el testimonio de una explotación inhumana. En el presente nuestros juicios debieran regirse por los principios de la ilustración: libertad, igualdad y fraternidad. La libertad del otro limita con la mía, y al revés, y en el terreno de las ideas el campo este es infinito: se puede pensar y decir todo, porque la mente humana está hecha para defenderse mediante la razón.

Y lo que se ha dicho: daría mi vida para que pudieras defender tus idas, las más contrarias a las mías. En el terreno de los hechos lo mismo: los hombres nos regimos por las leyes que nos hemos dado entre todos democráticamente. Y la ley nos defiende de aquellos que quieren arrebatarnos nuestros derechos, a la vida, a la propiedad, a la libertad, a la igualdad ante la propia ley…

«Las herramientas para juzgar el pasado no pueden ser las mismas que las que empleamos para juzgar el presente. No podemos derribar la estatua de Pericles o de Aristóteles porque defendieran la esclavitud ni dinamitar las pirámides porque son el testimonio de una explotación inhumana»

Andrés Trapiello

Tras la marcha del Rey Emérito, se han alzado voces que reclaman un referéndum para decidir entre monarquía o republica. ¿Sería conveniente celebrarlo?

Es llamativo que quienes piden ese referéndum hoy sean quienes en la práctica menos defienden las libertades y principios republicanos: terroristas de Bildu, independentistas y podemitas, los que menos creen no ya en una República, sino en la democracia. Lo que les molesta de esta monarquía parlamentaria, no es tanto la monarquía sino el parlamentarismo. Lo que les irrita es precisamente la democracia parlamentaria, que quieren sustituir por una democracia asamblearia, directa…

Tardará años en olvidarse  la foto de los alcaldes catalanes proclamando la República catalana de cartón piedra levantando sus varas en alto, como un coro de segadores de zarzuela, por supuesto una zarzuela española. Duró aquella farsa unos minutos, luego se fueron todos a casa a ver la tele, a llorar como Boabdil y a cambiarse las tiritas que se pusieron cuando el referéndum. De modo que no es que sea conveniente o no. Está absolutamente fuera de lugar hacerlo.

Y si tienen esa perra del referéndum, no es tanto para maquillar su miserable gestión en sus respectivos gobiernos —en el central o en los regionales—, que también, sino porque saben que mientras contemos con una constitución como la actual sus sueños totalitarios y xenófobos lo van a tener mucho más difícil. Además, saben perfectamente que venir ahora con lo del referéndum para cambiar la constitución no sería ni siquiera una carambola,  es sólo ir al billar a hacer posturas.

Por su parte, Puigdemont ha declarado recientemente que el discurso de Felipe VI en octubre de 2017 fue un «golpe de Estado». ¿Por qué el nacionalismo catalán sigue reprochándole al Rey aquellas palabras dos años después?

El del 3 de octubre fue el discurso más importante de toda nuestra historia reciente, acaso más que el de Juan Carlos la noche del 23F. Porque era más difícil: a Felipe VI le dejaron solo, Rajoy estaba leyendo el Marca y el Partido Socialista huido y cobardeando, con Iceta a la cabeza —este se negó a ir a la manifestación del 8 de octubre, pero perdió literalmente el oremus para que se le viera en la que tuvo lugar dos semanas después, tras el éxito de la primera—. Puigdemont tiene razón: el discurso del Rey fue el golpe más claro que se le dio a su golpe de Estado.

Lástima que los jueces no hayan estado luego a la altura no ya del Rey, sino de la ley, con aquello de la «ensoñación». Claro que Puigdemont debe de estar bastante tranquilo, sabiendo que Sánchez, de egos muy parecidos, cumplirá su promesa de traerlo a España y juzgarlo tanto como ha cumplido la de no gobernar jamás con Podemos porque sería una «pesadilla». Y así, entre ensoñaciones y pesadillas, vamos tirando.

«Puigdemont debe de estar bastante tranquilo, sabiendo que Sánchez, de egos muy parecidos, cumplirá su promesa de traerlo a España y juzgarlo tanto como ha cumplido la de no gobernar jamás con Podemos porque sería una «pesadilla»

Andrés Trapiello

Plataforma per la Llengua, una entidad que defiende el catalán como única lengua de Cataluña y anima a delatar a los comerciantes que usan el castellano, recibe anualmente del gobierno catalán 750.000 euros en subvenciones. ¿Qué opinión le merece la concepción de la lengua que defiende el nacionalismo catalán?

Como cualquier nacionalista, se pasan la vida comparándose y la vara de alcaldes es también en ellos la de medir. Nunca podrán competir con una lengua que hablan quinientos millones en todo el mundo, pero serían felices impidiendo que lo hablaran en su territorio unos cinco, o sea, la mayoría de los catalanes. Les compensa. Y lo conseguirán. No han tenido un Quijote catalán, pero eso lo arreglan ellos pronto, diciendo que en origen fue catalán, pero que el texto original se perdió. Es bien triste todo esto, pero me temo que quienes tienen que arreglar eso son los que viven allí. ¿Cómo? No dejándose avasallar. Claro que eso cansa. Pero ya lo decía Pavese: Vivir cansa, o sea, que hay que luchar.

Quim Torra ha instado al Gobierno a convocar cuanto antes la mesa de negociación entre el Gobierno y la Generalitat para poner «condiciones y fecha a un referéndum de autodeterminación». ¿Cree que la celebración de la llamada mesa de diálogo ayudará a superar el problema catalán?

Todos saben, incluidos los propios independentistas, que no servirá para nada, pero cuantos participan en ella la necesitan, desde el PSC hasta los republicanos: mentir ha sido desde el principio parte de sus respectivos proyectos políticos. Y al final el problema no son los que se sientan en esa mesa, sino los millones de españoles a los que no les disgusta ver cómo les privan de sus derechos. Porque la única mesa en la que estamos representados todos está ya inventada, y se llama Parlamento.

«Los propios independentistas saben que la mesa de negociación no servirá para nada, pero cuantos participan en ella la necesitan, desde el PSC hasta los republicanos: mentir ha sido desde el principio parte de sus respectivos proyectos políticos»

Andrés Trapiello

A juicio de Cayetana Álvarez de Toledo, Sánchez debería romper con Podemos y los separatistas y buscar un Gobierno de concentración constitucionalista con PP y Ciudadanos porque «España lo necesita». ¿Está de acuerdo?

Desde luego. Ahora, me temo que eso no lo deseamos de veras más que Álvarez de Toledo y cuatro gatos, a tenor de lo que dicen las encuestas y los de su propio partido. La manera de que el PSOE rompa con Podemos es sencilla: no votar al PSOE. Pero yo veo que la gente está contenta con Sánchez. Ha puesto al frente de la sanidad a un pobre diablo, y la gente dice: «Es que es muy difícil atinar con eso». Gobierna con Pablo Iglesias, y dicen, «es que no ha tenido más remedio». Le han pillado plagiando la tesis, y dicen «tampoco es tan grave; todo el mundo ha copiado alguna vez». Si estuviera en mi mano, esta sí una verdadera ensoñación,  Álvarez de Toledo debería ser la presidenta del Gobierno. Ver cómo saca de sus casillas a los más tontos de este país y como la atacan, es señal de que suele dar en la clave.

Mientras la OMS se ha expresado en términos elogiosos sobre la gestión española del coronavirus, para la Universidad de Cambridge la respuesta de nuestro país ha sido la peor de occidente. ¿Quién está más cerca de la verdad?

De la verdad, no sé. Pero sí sé que Sánchez y su gobierno son los que más cerca están de la mentira.

Óscar Benítez
Óscar Benítez
Periodista de El Liberal. Antes, fui redactor de Crónica Global y La Razón; y guionista de El Intermedio.

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