Cualquier pleito —con sus consiguientes rumores, sospechas y especulaciones— en que se vea envuelto un miembro de la familia real va a ser aprovechado desde Cataluña.
El diputado y portavoz de la CUP, Carles Riera, ve en la expatriación de Juan Carlos «una oportunidad para debilitar el Estado y fortalecer el independentismo (…) que no podemos desaprovechar porque nos carga de razones».
Al menos reconoce que el pleno del Parlamento no servirá para nada, dado que esta cámara «no tiene capacidad ni voluntad de ir más allá de lo declarativo». Otro brindis al sol para encender los ánimos de los adictos, pero sin resultados tangibles en ningún aspecto.
Riera deja claro que «la república española no es nuestro objetivo político», pero que «la consecución de la independencia de Cataluña comportaría el mejor acto de solidaridad con el republicanismo español.»
Opina que, «con nuestra contribución, lo que hacemos es debilitar todavía más el régimen, el Estado y la monarquía». Ni se le ocurre pensar que haya españoles partidarios de una república que no quieran ver debilitado al Estado por ningún concepto.