Cuando comencé a entrenar hace tres años, bajo la guía de un profesional bien formado, no tardó en sorprenderme la cantidad de gente que asumía que ir al gimnasio todos los días era el camino para crecer rápido. Es el mantra en redes y foros; más sesiones igualan más progreso. La realidad, sin embargo, es que entrenar a diario no es necesario para ganar músculo y, en muchos casos, es contraproducente si no se entiende cómo funciona el cuerpo.
El músculo no crece mientras levantas pesas, sino después, durante el descanso. El entrenamiento de fuerza bien ejecutado genera microdesgarros en las fibras musculares, que el cuerpo repara y fortalece cuando tiene tiempo y medios para recuperarse, un proceso que puede tomar de 24 a 72 horas -incluso más- dependiendo del esfuerzo y del grupo muscular. Si entrenas todos los días sin dar ese margen, especialmente con sesiones intensas, interrumpes esa reparación y el progreso se estanca. Estudios sobre hipertrofia muestran que tres o cuatro sesiones semanales bien planificadas, con descansos estructurados para la recuperación, son infinitamente más efectivas que machacarse siete días seguidos. La clave no es la frecuencia bruta, sino la calidad del estímulo y el tiempo para adaptarse.
El mito también alimenta una mentalidad de culpa y agotamiento. Mucha gente empieza creyendo que saltarse un día es perder terreno, así que se fuerzan a ir aunque estén cansados o doloridos. Esto no solo aumenta el riesgo de lesiones sino que puede llevar al sobreentrenamiento, un estado donde el rendimiento cae, el sueño se resiente y hasta el ánimo se viene abajo. El estrés constante sin recuperación eleva el cortisol, una hormona que puede desgastar el músculo en lugar de construirlo. Entrenar diario tiene sentido para ciertos atletas de élite con programas específicos, pero para la mayoría, es innecesario y arriesgado.
De dónde sale esta idea también tiene su explicación. Influencers y gimnasios comerciales a menudo empujan la narrativa de «Sin descanso. Sin excusas». Suena motivador y vende suscripciones y contenido, sí, pero su utilidad termina ahí. Ver a alguien entrenando hasta la extenuación en un reel impresiona, pero no muestra las horas de sueño, la nutrición calculada o incluso las ayudas externas que lo hacen posible para algunos. Para el resto, seguir ese ritmo sin contexto lleva a frustración cuando los resultados no llegan, o peor, a abandonar por puro desgaste.
Ojo, esto no debe usarse como pretexto para entrenar poco y mal. La intensidad y la planificación son vitales. 3-4 sesiones semanales, con entre 5-8 ejercicios por sesión, mayoritariamente compuestos, de esfuerzo notable y sin saltarse grupos clave. Esto traerá resultados. No en tres meses claro. Tampoco en 6. El proceso es largo y tedioso, pero las cosas bien hechas acaban por dar recompensa.
No hay que llenar el calendario de sesiones para progresar. Un plan ajustado al nivel y los objetivos de cada uno, con espacio para que el cuerpo se recupere, es lo más óptimo para todo el mundo. Entrenar es importante, innegociable si se quiere conseguir un físico determinado, pero descansar NO es vagancia, es parte del proceso. Obsesionarse con estar en el gimnasio todos los días no te hace más fuerte; entender cómo funciona el músculo, sí.