‘Paralelos’, una reminiscencia woodyalleniana de la mano de Melero y Viar

Con un tono distendido, esta comedia romántica reflexiona sobre el amor y la moral

Filmin
Paralelos, el cortometraje de Rodrigo Melero / Filmin.

Cuando dos genios como Rodrigo Melero y Jon Viar se juntan, no tomar partido y limitarme a contemplar me parece una opción de vida más que razonable. Pues bien, Paralelos es el corto que Melero ha presentado en Filmin. En esta breve comedia romántica, Pablo (Jon Viar) y Berta (Aysha Daraaui) se encuentran en una cafetería, donde él le confiesa su amor y ella desaprueba la posibilidad de tejer un futuro compartido. La creación de Melero adquiere un valor añadido sobre cualquier otro film, porque es capaz de hilvanar, con fina sutileza, la hipocresía del identitarismo más exacerbado. El tono distendido del cortometraje, que me evoca cierta reminiscencia woodyalleniana, coordina a la perfección reflexiones profundas y respuestas bruscas, tan burdas como despreciativas.

Los derrotados hoy somos quienes mantenemos cierto apego por el sustrato racional

Marc Luque

Al final, recurriendo a un concepto hoy en boca de todos, Paralelos es una ventana única para observar el desarrollo político-moral de la sociedad. Los derrotados hoy somos quienes mantenemos cierto apego por el sustrato racional que debería calibrar nuestras decisiones. Y los triunfadores, en cambio, son aquellos que se pueden permitir el lujo de tildar de «machista» a Albert Einstein, sin saber siquiera que ingerir helio modula tu voz, convirtiéndote, durante unos segundos, en Jorge Buxadé.

Sin caer en el vacío de la cursilería más altiva, señalaría que el cortometraje toma empaque cuando empiezan a discutir sobre lo que está entre lo divino y lo humano: el amor. No hay arma más poderosa para noquear a un devoto de la secta patriarcade que el paisaje romántico. En este terreno, no hay canon moral que valga; todos, hasta el más recto de la Stasi, funcionamos de manera impulsiva. ¿Por qué personas con formación y autosuficiencia económica acaban con maltratadores de tres al cuarto?, me preguntaba mientras visionaba la obra de Melero.

En fin, a veces caricaturizar la absurda realidad que vivimos nos reconcilia con nuestros conciudadanos e incluso con nosotros mismos: jactarse de la estupidez también es dar la batalla. Y nadie mejor para ello que Melero y Viar, dos grandes infravalorados del cine español, a quienes la vida debe una carrera plagada de éxitos. Aunque ahora vivan maniatados al sexus angelorum que prima en las temáticas que sí reciben ingentes subvenciones públicas, rezo (y prometo hacerme el más ferviente de los católicos) por unos Goya sin discursos clamando por la libertad de los lémures de Madagascar y combativos con los poderes realmente existentes. Ya solo por eso, el éxito de estos dos genios habrá valido la pena.

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