En un esfuerzo por optimizar el uso de los recursos públicos, Donald Trump ha anunciado la puesta en marcha de una serie de medidas para revisar el gasto público efectuado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta iniciativa será liderada por Elon Musk, quién, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental, prevé efectuar recortes masivos para eliminar la financiación de proyectos que la Casa Blanca considera innecesarios o mal gestionados.
USAID has been completely unaccountable for decades, run by bureaucrats with agendas who believed they answered to nobody.
— Rapid Response 47 (@RapidResponse47) February 5, 2025
Here are a few more of the ridiculous projects on which they spent YOUR money:
— $7.9 million to teach Sri Lankan journalists how to avoid “binary-gendered… pic.twitter.com/c2LnxUelWn
Una fuente de financiación mediática
Más allá de los programas en el extranjero, la puesta en marcha de estos recortes ha expuesto un aspecto poco conocido de USAID: su financiamiento directo a medios de comunicación. Durante años, esta agencia ha destinado recursos a medios como Politico, NPR y varias organizaciones periodísticas internacionales bajo el pretexto de «promoción de la democracia» y «lucha contra la desinformación».
Fun Fact: @Politico received USAID funds.
— Kyle Becker (@kylenabecker) February 5, 2025
Everything makes sense now. pic.twitter.com/YkkrXhbOui
Dicho de otra manera, la USAID, un organismo público, ha funcionado durante décadas como un respaldo financiero para numerosos medios de comunicación -en su mayoría con una contundente agenda progresista- bajo programas de «fortalecimiento del periodismo» y «apoyo a la prensa independiente». A través de subvenciones directas y convenios con ONG, la organización ha canalizado millones de dólares a organizaciones mediáticas que, en muchos casos, dependen exlusivamente de estos fondos para operar. Esta relación ha creado un ecosistema donde ciertos medios han podido sostenerse con dinero público, sin necesidad de rendir cuentas a los contribuyentes que, en última instancia, financian su labor. Con los recortes impuestos por Trump y Musk, este modelo de financiamiento corre el riesgo de desaparecer, dejando a varias redacciones en una situación económica incierta.
Reacción de los medios
En respuesta, los medios de comunicación han lanzado una campaña en contra de los recortes, acusando a Trump y Musk de «desmantelar un proyecto para la cooperación internacional y la ayuda al desarrollo». Sin mencionar que sus propios ingresos estaban en juego, han presentado las auditorías como un «ataque a la libertad de prensa y los derechos humanos», creando un relato que va ganando fuerza entre los sectores progresistas del espació mediático amerciano e internacional y señalando con críticas y escarnio a quienes apoyan la medida.
Esta campaña mediática gana adeptos entre los detractores de Trump, que compran el relato de los medios subvencionados «en defensa de la cooperación internacional por los derechos humanos» sin consultar a donde van a parar los fondosde la agencia que aseguran proteger.
Desde la Casa Blanca, la respuesta ha sido clara: USAID no seguira siendo una fuente de financiamiento para periodistas y medios de comunicación que luego actúan como jueces de las políticas del gobierno. Musk lo tiene claro, los contribuyentes estadounidenses no continuarán pagando para que ciertos medios operen con recursos públicos mientras se presentan como independientes.
A medida que la revisión de USAID avanza, la presión mediática sigue aumentando, con mensjaes cada vez más agresivos y sostenidos en el tiempo. Sin embargo, lo que antes se manejaba con relativa discreción ahora está a la vista de todos: el dinero de los contribuyentes ha estado financiando a quienes hoy defienden a la agencia con uñas y dientes.