Elisa Mouliaá vuelve a ser tendencia en redes sociales. La actriz, que se encuentra en pleno procedimiento legal contra Íñigo Errejón por una presunta agresión sexual por parte del expolítico, se ha convertido en uno de los principales temas de conversación del panorama mediático español tras la filtración de sus declaraciones ante el juez. Sumado a la polémica causada por el tono tajante del magistrado en su interrogatorio, las aparentes inconsistencias en el alegato de la denunciante han abierto un debate sobre la verosimilitud de su acusación.
👨⚖️ El juez defiende su interrogatorio a Mouliaá: "Si la denuncia contiene términos groseros, yo de eso no tengo la culpa"
— Noticias de Gipuzkoa (@NotGip) January 24, 2025
🗣️ En esta línea, ha recalcado que la técnica que utilizó es la de "indagar", "contrarrestar" y "hacer ver las contradicciones"https://t.co/SgL029FxnE
Credibilidad en entredicho
El procedimiento, que ya comenzó en controversia por antecedentes que parecían poner en tela de juicio la credibilidad de Mouliaá, ha dado un nuevo giro tras la filtración del testimonio de la propia denunciante. Sus declaraciones han sido objeto de un intenso análisis, especialmente tras el señalamiento del juez sobre una serie de aparentes contradicciones en el relato que han puesto en alerta a los detractores de la actriz.
No es incompatible 1) criticar la actitud del juez Alfonso Carretero, por su falta de sensibilidad a la hora de interrogar a una posible víctima, 2) sospechar del testimonio de Elisa Mouliaá por sus contradicciones y 3) sentir absoluto rechazo ante un baboso como Errejón.
— Loola Pérez (@DoctoraGlas) January 25, 2025
Unos de los aspectos más cuestionados ha sido el de la ubicación del presunto incidente. Primero se situó en un salón de actos público, pero luego se describió como un «espacio reservado y cerrado» dentro del recinto. Esto hizo a su vez cambiar la publicidad del episodio: si bien se aseveró en primera instancia que diversos testigos podían corroborar los hechos que se describían debido a su presencia en el lugar, su testimonio posterior afirmó que, debido a la privacidad del sitio donde se habían desarrollado «no había testimonios directos«, añadiendo confusión a la narrativa en su conjunto.
A su vez, el contacto físico denunciado, originalmente calificado como una agresión explícita, fue matizado durante el interrogatorio, donde lo describió como un gesto invasivo pero ambiguo, diluyendo la contundencia inicial de su relato. Por último, los cambios en los tiempos en que habrían sucedido los hechos, pasando de la «última hora de la tarde» a «un horario cercano al mediodía», complican la corroboración de su versión con grabaciones de seguridad o testigos.
Estas inconsistencias han sido subrayadas por el magistrado Adolfo Carretero, quien destacó la importancia de la coherencia para determinar la credibilidad del testimonio. A su vez, la defensa de Íñigo Errejón ha utilizado estas contradicciones como eje central de su argumentación para cuestionar la acusación.
En el ámbito público, las redes sociales han actuado como un espacio de amplificación para estas observaciones. Los usuarios han señalado estas disparidades como motivo de duda, mientras que otros menos críticos abogan por un análisis más comprensivo, argumentando que en casos de este tipo es común que los recuerdos «se vean afectados por la carga emocional» del momento.