«Sería un fracaso catalán que Quim Torra no ingresase en prisión, por una larga temporada, durante el año 2021, afirma Salvador Sostres en el Diari de Girona —Set anys i un dia—, en la más rotunda diatriba contra el presidente que se ha escrito en los dos años y poco más que lleva en el cargo.
La prisión para Torra es un requisito en cualquier caso: «Ni la independencia ni ningún progreso en la autodeterminación o el autogobierno serán nunca posibles si Cataluña no es capaz de la pulsión mínima, elemental, de sublevarse contra este presidente que todas y cada una de las decisiones que toma y ha tomado han ido dirigidas a destruir la convivencia, la creación empresarial y los recursos que permiten que a los catalanes nos apliquen de hecho las prerrogativas del Estado del Bienestar.»
Después de algunas alusiones demasiado personales, Sostres interpreta que Torra, «en Cataluña, y en su catalanismo viscoso, había encontrado (…) una excusa para cada frustración» y que luego «empezó a sentir primero vergüenza y después odio hacia todos los catalanes».
Su «odio más salvaje (…) es el que ha mostrado durante la pandemia. Primero, atacando gravemente la honorabilidad de los independentistas diciendo que en una Cataluña independiente habría habido menos muertos —propagar esta limitación mental es insultar al propio movimiento, mucho más que a España—; pero sobre todo por las estupidísimas medidas con las que está destruyendo la economía catalana y está condenando al hambre y a la muerte a tantas familias catalanas».
Salvador Sostres es muy dado a la hipérbole y a la acumulación de improperios, pero cuando le acusa de «querernos empobrecer mucho más que cualquier imaginario agravio fiscal», de «manía persecutoria contra los catalanes» y más cosas, cabe preguntarse si la idea de cuanto peor, mejor, que reside en la mente de muchos luchadores independentistas, se ha convertido ya en principio de gobierno.
Concluye que el independentismo «debe enfrentarse a sí mismo para reencontrarse (o para conocer) su dignidad» y que «mientras uno como Quim Torra campe libre y mandando, no seremos más que una tribu».