Cataluña se estanca, Madrid se dispara

Ayuso supera a Cataluña y consolida a Madrid como el principal motor económico de España.

Ayuso
Ayuso presentando las actividades programadas en Madrid para la Navidad

Leo en prensa esta semana que la Comunidad de Madrid refuerza su posición como principal motor de la economía española al aportar el 19,6% del Producto Interior Bruto (PIB) nacional en 2023, según los datos de la Contabilidad Regional publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Amplía así su distancia con Cataluña, que con el 18,8% es la segunda región de España. 

Esta posición relativa de Madrid ha venido mejorando a lo largo de los últimos años. Los datos macro ponen de relieve que la comunidad que gobierna la Sra. Ayuso ha ido ganando peso específico mientras Cataluña se estancaba, especialmente tras el denominado “procés”.  La serie histórica refleja que Madrid se sitúa por encima de Cataluña de forma ininterrumpida desde 2017, cuando la superó por tan solo una décima, mientras que en el año 2000 estaba 1,2 puntos por debajo (17,7% Madrid y 18,9% Cataluña). La remontada económica madrileña desde que empezó el siglo XXI es más que destacable. 

Tres datos que prueban el sólido liderazgo económico madrileño:

  • 42.198 euros de PIB per cápita en 2023, por 35.325 euros de Cataluña. 
  • El crecimiento medio anual de la economía regional de Madrid desde 2010 ha sido del 1.75%, mientras que Cataluña sólo ha crecido un 1.08% de media. 
  • La inversión extranjera en Madrid supera con mucha diferencia a Cataluña. Si analizamos los datos al respecto de los últimos 25 años, podemos observar que Madrid recibe el 61% de la inversión extranjera en España, mientras que Cataluña apenas acoge el 15%

Cataluña no ha sabido aprovechar su histórico músculo industrial y no ha sido capaz de reindustrializar la región tras las traumáticas deslocalizaciones industriales de los últimos años.  Tampoco ha hecho valer su mayor cercanía a los mercados europeos, ni el hecho de disponer de un gran puerto exportador, ni la ventaja de tener un millón más de habitantes que la Comunidad de Madrid, ni su extraordinaria fortaleza turística, ni el efecto Barcelona 92, que disparó la notoriedad mundial de la capital catalana. 

Los nacionalistas catalanes suelen recurrir al “efecto capitalidad” de España para justificar el tirón de Madrid. No recuerdan que la Corte está en Madrid desde 1561 y nunca fue la ciudad más próspera de la Corona, hasta que empezó la descentralización autonómica y el incremento de las reivindicaciones continuas nacionalistas. 

Los números dibujan un muy mal escenario para el nacionalismo: a más poder, más demandas, más competencias, más política… peor le va a su región. Enfrente, la región comparable que nunca ha tenido un partido regionalista en el parlamento autonómico es una de las que más ha aumentado su peso en la economía nacional (más crecimiento, más empleo, más inversión extranjera…).

Los gobernantes catalanes durante las últimas décadas han estado más preocupados en la construcción de una “nación” que en el desarrollo económico de su territorio. Las proclamas secesionistas y la inseguridad jurídica asociada han espantado a inversores, depósitos, miles de empresas y mucho talento. Las inversiones multimillonarias no han ido a partidas económicas prosaicas y útiles, sino a estériles y utópicas “estructuras de estado”. Tampoco han gestionado bien los presupuestos públicos: con el mismo sistema de financiación autonómica, los gobernantes catalanes han disparado la deuda pública de su región hasta un 30% de su PIB, mientras que Madrid sólo es de un 12%. 

El exceso de burocracia, el intervencionismo, la asfixiante regulación de todos los aspectos de la economía y la promoción de la cultura del “no a todo” restan competitividad y dinamismo a Cataluña. Por no hablar de la voracidad fiscal catalana: Cataluña es la región de España con más presión fiscal y con más impuestos propios, con mucha diferencia con respecto a Madrid. 

Madrid es la comunidad donde los ciudadanos pagan menos impuestos y sigue liderando el índice de la Tax Foundation, que mide la capacidad del sistema fiscal para dinamizar la economía, mientras que Cataluña es la comunidad con la fiscalidad que más lastra su competitividad y la comunidad con la fiscalidad más alta de las comunidades de régimen fiscal común.

En definitiva, el modelo madrileño, más orientado a ofrecer confianza y certidumbre a las empresas, más abierto y cosmopolita, más austero, más concienciado con el equilibrio presupuestario, con una fiscalidad más estimulante, con un marco regulatorio menos burocratizado y que ha venido apostando abiertamente por la colaboración público-privada, ha dado mejores resultados. A la economía siempre le sienta mejor la libertad que el politiqueo extremista e intervencionista que ha venido protagonizando Cataluña. 

Salvador Illa debe tomar nota y aprender de Madrid, si quiere que la comunidad que preside no se siga quedando rezagada en lo económico. Se equivoca atacando a Madrid, acertaría si tratara de imitarla. 

Antonio Gallego
Antonio Gallego
Antonio Gallego: Economista. Ha sido diputado en el Congreso y en el Parlament.

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