Otra impresionante filípica de Manuel Milián Mestre en el Punt-Avui —L’orgia de la decadència— denunciando la confusión en que vivimos: «El marketing político ha mutado el sistema de las democracias, hasta el extremo que ya no se elige a los mejores, como exigían los clásicos atenienses, sino los peores, los mediocres, los que falsean las cosas mediante la perversión del lenguaje y del discurso (…) A esto se ha llegado por la vía del relativismo moral, el peor cáncer del siglo XXI, en el que se ha implantado la muerte de toda moral y el ahogo de las categorías de conducta personal y social.»
Claro ejemplo de esto son «los de Podemos, predicando lo opuesto a lo que practican»: «Nada bueno puede venir del brazo de Chávez, Maduro y Venezuela. Y entre nosotros no faltan los idiotizados por esa ingente mentira social y política.»
En este estado de confusión, sometidos a «gobernantes que pervierten las categorías morales según sus conveniencias», se pregunta: «Quién esclarecerá y cuándo el origen del covid-19, la razón de su tardío aviso por China; la actuación poco definida de la OMS; el uso que algunos han hecho de medidas extremas de confinamiento, incluso sabiendo la hecatombe económica y social que tales medidas producirían.»
Ante «determinados insuficientes e impreparados gobernantes», ante «esta crisis de conductas personales», la sociedad está «harta de palabras y hambrienta de hechos», ya que «sin credibilidad no se puede seguir, es inútil gobernar».
¿Cuándo volverán «la rectitud de las actuaciones, la justicia de las decisiones, el respeto escrupuloso de la ley (…) fundamentos de la autoridad respetable»? Parece que vamos en dirección contraria.