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Y, ¿dónde íbamos a estar mejor?

La debilidad parlamentaria de Sánchez se ha convertido en su mayor fortaleza: ni Sumar ni el resto de socios quieren dejar caer al débil presidente mientras puedan exprimir la vaca

De izquierda a derecha, Jaume Asens, Carles Puigdemont, Yolanda Díaz y Toni Comín en Bruselas.

Estos días hemos escuchado a Díaz, vicepresidenta segunda en el gobierno de Sánchez, sacar pecho por haber obligado a su presidente a dar marcha atrás y rescindir un contrato por importe de 6,3 millones de euros, firmado por el ministro del Interior y publicado en el BOE el 24 de abril, para adquirir a una empresa israelita (Guardian Homeland Security S.A) 15 millones de cartuchos destinados al cuerpo de las fuerzas de seguridad del Estado cuyo lema es “Todo por la Patria”. Semejante proeza obedece a que la belicosa vicepresidenta se opone a que el gobierno de España compre armas a una empresa cuyo gobierno lanzó una operación militar en la franja de Gaza en respuesta a la brutal matanza de unos 1.200 civiles y militares perpetrada por el brazo armado de Hamás en la mañana del 7 de octubre de 2023 en varias localidades del sur de Israel próximas a la franja. Un buen número de las víctimas fueron asesinadas mientras participaban en el festival Nora al aire libre cerca de la localidad de Re’im. 

Todo por La Moncloa

Maillo, militante del del Partido Comunista de España (PCE) y coordinador general de Izquierda Unida (IU) desde 2024, y Santiago, secretario general del PCE y secretario de Estado para la Agenda 2030, dos formaciones integradas en Sumar, la organización multicolor en la que también participan En Comú Podem y Más Madrid, habían amenazado con desatar una crisis del gobierno de coalición que conforman con el PSOE de Sánchez y el PSC de Illa, si se ejecutaba el contrato de compra de munición con la precitada empresa israelita. Llovía sobre mojado porque los líderes de IU y el PCE andaban muy molestos tras escuchar al presidente Sánchez el 22 de abril anunciar el plan del gobierno para aumentar en 10.471 millones los gastos en seguridad y defensa, y exigían en voz baja al PSOE “que los temas importantes no pactados en los acuerdos programáticos de Gobierno sean debatidos previamente, evitando que se impulsen de forma unilateral o se incluyan a última hora en el Consejo de Ministros”.

Son ya demasiadas las jugarretas que les ha gastado Sánchez a estos ministros con cartera de andar por casa (Trabajo descafeinado sin pensiones; Cultura, Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030; Sanidad, Juventud e Infancia) para que no hayan caído en la cuenta de que su presencia en el gobierno no pasa de ser figuras decorativas que posibilitan a Sánchez mantenerse en la Moncloa a cambio de concederles algunas migajas. Ni pinchan ni cortan en un gobierno donde los ministros del PSOE controlan todos los ministerios (Hacienda; Economía; Inclusión, Seguridad Social y Migraciones; Digitalización; Transición Ecológica; Defensa; Interior; y Transportes) encargados de administrar las partidas más sustanciosas de los presupuestos y donde se decide el destino de las remesas del fondo Nueva Generación UE con un amplio margen de discrecionalidad, pudiéndolas dedicarlas a comprar balas, voluntades y hasta otras cosas menos presentables. En fin, si para acallar a los belicosos ministros de Sumar hay que cancelar el contrato con la empresa israelita, pues se cancela y a otra cosa. Pelillos a la mar: unos milloncillos tirados por la borda y Marlaska hundido un poco más en el fango donde el ministro del Interior parece encontrarse tan a gusto desde hace casi ocho años. 

Aspavientos y amagos

Urtasun, militante de En Comú Podem, portavoz de Sumar y ministro de Cultura, se apresuró a quitar hierro a esta última discrepancia. Aseguró que en ningún momento ha estado “encima de la mesa o en riesgo ni la participación de Sumar en el Gobierno ni la continuidad del Gobierno de coalición”, y recordó que “tanto el presidente [Sánchez] como la vicepresidenta [Díaz] han reiterado en determinadas ocasiones la voluntad de ambos socios de Gobierno de gobernar hasta el final de la legislatura en el año 2027 y eso es lo que vamos a hacer”. No me sorprendería que, cuando los ministros y secretarios de Estado de Sumar regresan a casa en coche oficial tras una larga jornada en el despacho, se pregunten dónde vamos a estar mejor que en el gobierno de Sánchez. A estos muchachos les ha tocado una buena pedrea, a Sánchez el gordo y ninguno de ellos está dispuesto a dejar de cobrar el premio por un quítame allá esas balas. 

Una pregunta muy similar a la que seguramente se hacen los diputados y senadores de ERC, Junts, EH Bildu y PNV, las formaciones independentistas que auparon a Sánchez a la Moncloa hace casi siete años y le han respaldado con tiras y aflojas desde entonces en el Congreso. Cada vez que negocian y obtienen de Sánchez lo que le piden para seguir en la Moncloa (indultos, amnistía, condonación de deuda, reparto de menores, transferencia de competencias en inmigración y fronteras, retirada de las fuerzas y cuerpos de seguridad de Cataluña, el País Vasco y Navarra, etc.) a buen seguro que sus líderes se reafirman en que con ningún otro presidente podrían sacar mayor tajada. La debilidad parlamentaria de Sánchez se ha convertido en su mayor fortaleza: porque ni Sumar ni el resto de socios quieren dejar caer al débil presidente mientras puedan exprimir la vaca.

Háganselo mirar

Volviendo a la compra de cartuchería. Según las estadísticas de comercio exterior del Ministerio de Comercio (DataComex), las exportaciones de España a Israel en 2024 se situaron en 1.722,4 millones y las importaciones en 906,0 millones con un saldo favorable de 816,4 millones, dos gotas de agua comparadas con las cifras de exportaciones (384.464,9 millones) e importaciones totales (424.740,7 millones) totales. Las importaciones de armas y municiones (concepto 93) y pólvoras y explosivos (concepto 36) procedentes de Israel ascendieron a 7.003.233 y 29.428 euros, respectivamente, y las exportaciones a Israel cero por el primer concepto y 529 euros por el segundo. Estas cifras dejan en evidencia que si alguien está preocupado porque las importaciones españolas de pólvoras, explosivos, armas y municiones están ayudando a mantener la industria armamentística de Israel anda algo desencaminado. 

Permítanme acabar con un apunte de humor algo oscuro: no acabo de entender muy bien la posición de Sumar en este asunto porque la compra de munición para aprovisionar a la Guardia Civil no supone amenaza alguna para los palestinos sino más bien todo lo contrario: las balas que llegan a España no serán disparadas contra la población palestina. Mejor harían la dirección de Sumar y los partidos que integran esa coalición preocupándose por el destino de los 125,5 millones de pólvoras y explosivos y los 858,4 millones de armas y municiones exportados por España, en lugar de hacer exhibiciones ridículas de pacifismo mientras tapan la corrupción en que está sumido el gobierno del que forman parte y cuya vida quieren alargar con tanto celo hasta 2027. Menuda izquierda tenemos.

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