El último Consejo de Ministros del Gobierno de España ha aprobado destinar 23.773.067,30 euros para el desmantelamiento de la central nuclear de Almaraz, un paso más en la cruzada antinuclear de Sánchez. Este plan, que busca cerrar todas las centrales nucleares españolas para 2035, va en contra de la tendencia global: Francia -65% de su electricidad es nuclear-, China -con 24 reactores en construcción- o Reino Unido apuestan por esta energía para garantizar estabilidad, soberanía y descarbonización. Mientras tanto, España prioriza renovables intermitentes, comprometiendo su independencia pese al reciente recuerdo de los graves problemas que acarrea la subordinación energética.
🔴 Mientras medio planeta invierte en energía nuclear ☢️, nosotros seguimos gastando millonadas en desmantelar las pocas centrales que nos quedan.
— Pablo Cambronero 🇪🇦 (@PabloCamPiq) April 22, 2025
Aquí van cadi 24.000.000€ a desmantelar uno de los dos reactores de la Central de Almaraz.
Agenda de ruina on… pic.twitter.com/d35dgHTgxf
El desmantelamiento de Almaraz, cuyos dos reactores producen el 6% de la energía total española, costará más de 1.000 millones de euros. Esto, sumado a la pérdida de 2.000 empleos directos e indirectos en Extremadura, refleja el impacto económico de una decisión ideológica. La nuclear aporta actualmente un 20% de la electricidad nacional, una fuente estable que las renovables no pueden reemplazar completamente ante picos de demanda, como los previstos por el aumento, entre otros, de vehículos eléctricos y centros de datos para IA.
Sánchez ignora así las advertencias de expertos que alertan sobre el riesgo de mayores costes eléctricos y pérdida de competitividad. Incluso Iberdrola, líder en renovables, defiende mantener las nucleares operativas. Mientras el mundo invierte en reactores de nueva generación -Suecia planea dos plantas para 2035- España gasta millonadas en desmantelar una tecnología limpia y eficiente, hipotecando su futuro energético. La obsesión antinuclear de Sánchez es un error estratégico y un lujo que España no puede permitirse.