Girona ha desbancado a Barcelona. La también capital de província se ha convertido en el epicentro de la escalada de precios de la vivienda en Cataluña. Con un incremento interanual del 7,2%, el precio medio por metro cuadrado alcanza los 1.750 euros, superando en términos de crecimiento a Barcelona (+6,2%), Tarragona (+2,5%) y Lleida ( +2,5%). Este auge, constata la literatura existente, se debe a una combinación de alta demanda, oferta limitada y el atractivo creciente de la región, especialmente tras el boom rural postpandémico.
La Costa Brava lidera esta tendencia, con municipios como S’Agaró rozando los 5.800 euros/m² -la media en Barcelona se situa en 2.083 euros/m²-. Estos precioes son impulsados por compradores con alto poder adquisitivo, muchos de ellos extranjeros. A pesar de un aumento del 36% en la construcción de viviendas en Girona durante 2023, la presión sobre el mercado no cede. La capital, Girona ciudad, también refleja esta dinámica, con precios que continúan al alza.
Si bien es cierto que ell fenómeno no es nuevo, su intensidad sorprende. El consenso general señala que la mejora de las conexiones, el teletrabajo y el encanto de la región han atraído a nuevos residentes, , lo cual se traduce a su vez en inversores que quieren aprovechar el nicho emergente. Este boom no está exento de retos: la accesibilidad para los jóvenes y las familias locales se complica, mientras los ayuntamientos buscan «equilibrar crecimiento y sostenibilidad» pero las ratios de construcción de nueva vivienda no aceleran.
Barcelona puede servirnos de caso paradigmático; la escasez de oferta en comparación con la demanda, el inmovilismo administrativo a la hora de facilitar la ampliación del parque habitacional y la aplicación reiterada de medidas de constatada ineficacia deben valernos como ejemplo sobre todo lo que no hay que hacer para encarar los retos que presenta está nueva realidad.
