La diputada de la CUP, Laure Vega, ha publicado una tribuna en el medio Crític en respuesta a la intervención de Silvia Orriols en el Parlament. La alcaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana (AC) había acusado a la parlamentaria de mantener posiciones absurdas en materia de feminismo e inmigración. Desde el atril, Orriols ironizó sobre las decenas de manifestaciones en favor de acoger a menores no acompañados, cuestionando su eficacia real. “¿Hacen comedia?”, preguntó a Vega, recordando que ni uno solo de esos manifestantes se ha ofrecido voluntario para acoger a los más de 2.000 jóvenes.
Feminismo «suicida»
Orriols también aprovechó su intervención para criticar duramente el feminismo de la CUP, que adjetivó como “suicida”. “Cuando nos habla de los ataques de la Internacional reaccionaria, ¿de quién nos habla? ¿Del islam?”, cuestionó. Concluyendo su discurso con una advertencia: “Cataluña tiene dos opciones: restaurar el Estado catalán, libre, próspero, seguro y occidental que defiende AC; o el Califato con sede en Madrid que defienden el resto de grupos del Parlament”.
¿Una Cataluña sin Morad?
La respuesta de Vega no se hizo esperar. En su artículo, acusa a Orriols de no querer deportar a inmigrantes en situación irregular, lo que a su juicio favorece su explotación y ausencia de derechos. Sostiene que AC actúa en connivencia con los intereses empresariales: “¿Cómo van a deportar a los inmigrantes, si los empresarios que financian su partido son conocidos por querer mano de obra barata y sin derechos?”, escribe.
La tribuna sigue con acusaciones de alto voltaje. “Ustedes quieren un ejército de esclavos en una Cataluña prisión, y nosotros queremos hombres libres en una tierra libre”, afirma Vega. Remata con una pregunta retórica dirigida a Orriols: “¿Cree que Cataluña sería mejor sin Lamine Sarr, Morad o Lamine Yamal?”.
«Dispara a Silvia Orriols»
La polémica entre ambas formaciones se produce en un contexto especialmente tenso. La CUP organizó recientemente un taller bajo el nombre «Dispara a Silvia Orriols”, lo que ha generado una oleada de críticas por incitación al odio. Además, todo esto ocurre mientras los partidos independentistas tradicionales caen en las encuestas del Centre d’Estudis d’Opinió, arrastrados por un discurso que cada vez convence menos al electorado.
Paradójicamente, este discurso —que hoy se dirige contra la inmigración y denuncia la CUP— es idéntico al que ellos mismos emplean contra el resto de los españoles. Ciudadanos para quienes el mestizaje no es una alternativa deseable ni posible; contra ellos, la defensa esencialista de la patria chica sigue siendo un dogma aplaudido de manera unánime.