En el momento en que se han dejado ver con toda su crudeza la irrelevancia política de la UE, no ya en la escena mundial sino en la propia Europa, la presidenta de la Comisión Europea (CE) recomienda a los ciudadanos que nos hagamos con un kit de supervivencia (documentos importantes, comida y agua para 72 horas) para afrontar posibles emergencias en el futuro inmediato, un eufemismo empleado para evitar mencionar la palabra guerra, siguiendo la misma táctica empleada por Sánchez cuando se refiere a ‘gasto en seguridad’ para eludir hablar de ‘gasto en armamento’. Un cambio de rumbo y lenguaje que nos tiene desconcertados.
Cualquier buen europeo que se precie ha montado en los últimos años unos cuantos paneles solares en el tejado de su vivienda y adquirido un coche hibrido o eléctrico con subvenciones de la CE para impulsar la transición ecológica propiciada por la presidenta de la CE durante su anterior mandato, pero pese a las promesas de bonanza y empleos verdes los precios de la electricidad y los alimentos se han disparado y muchos ciudadanos en la UE tienen dificultades para llegar a fin de mes. Costeamos también el reciclado de envases varios, neumáticos, electrodomésticos, automóviles, etc., aunque nadie sabe muy bien a dónde va a parar nuestro dinero ni a dónde van a parar los productos reciclados una vez desaparecen de nuestra vista.
Rearmar Europa
Con la misma energía con que hasta hace unos días se nos llamaba a reforzar el Pacto Verde Europeo para alcanzar la neutralidad de emisiones en la UE dentro de veinticinco años, Von der Leyen alerta ahora a los ciudadanos de los Estados miembros a prepararse para afrontar “incendios salvajes y ataques cibernéticos a infraestructuras estratégicas” y “disponer de los instrumentos para prevenir crisis y reaccionar con rapidez cuando los desastres nos golpean”. No les sorprenda tampoco si en las próximas semanas Rutte, presidente de la OTAN más débil, agresiva y guerrera desde la creación de la Alianza Atlántica al final de la II Guerra Mundial en 1949, nos anima a excavar refugios bajo nuestras viviendas para hacer frente a la amenaza rusa. “Rearmar Europa” ha pasado a ser el último eslogan de moda entre la nueva generación de líderes de la UE, justo cuando la Administración Trump se inclina por buscar una solución negociada a la guerra en Ucrania, una nueva huida hacia delante demostrativa de la inanidad política de una UE cada día más gestual e inefectiva, incapaz de diseñar un plan realista para buscar la distención en Europa desde el inicio del siglo XXI y de abordar la delicada situación económica, agravada por las guerras arancelarias, de sus principales economías.
Ninguna persona con sentido común da credibilidad a que un ejército ruso exhausto, tras tres años de guerra con cientos de miles de bajas, esté en disposición de abrir nuevos frentes en sus fronteras, y la decisión de Francia y Reino Unido de enviar a Ucrania “un equipo franco-británico en el plazo de tres semanas” para “identificar posiciones estratégicas donde podrían estacionarse tropas Occidentales en el futuro”, en lugar de exigir su presenciaen la mesa de negociación auspiciada por Trump en Arabia Saudí, constituye, en el mejor de los caso, un intento de buscar protagonismo que ni va a decantar la guerra a favor de Ucrania ni ayuda a encontrar una solución acordada al conflicto.
Más bien parece que estamos ante un intento fatuo de recuperar la grandeza de Francia y los oropeles del alicaído imperio británico sustanciado en el magro compromiso inmediato de enviar “dos millones de proyectiles” a Ucrania y elevar las sanciones “para apretar los tornillos a Moscú”, medida y actitud que ni van a decantar la guerra a favor de Ucrania ni van a resolver la grave crisis en Centroeuropa. No me sorprende que sehaya comparado a Macron con los emperadores NapoleónI y Napoleón III, aunque hay una diferencia importante con el primero: Napoleón I invadió Rusia al frente de un ejército en su mayoría integrado por alemanes, austriacos, polacos e italianos para frenar la alianza comercial de Rusia con Inglaterra y permaneció junto a sus hombres casi hasta el final de la desastrosa campaña. Macron y Starmer, ahora aliados, seguirán las operaciones confortablemente desde la retaguardia.
¿Tienen lista la cestilla de supervivencia?
Desconozco cuántos ciudadanos de la UE van a dedicarunos minutos de su tiempo a confeccionar el kit de supervivencia este fin de semana, y cuántos se habrán preguntado qué ocurrirá una vez hayan dado cuenta de las provisiones de agua, las barritas energéticas y las cuatro latas de la cestilla, aunque me inclino a pensar que para la mayoría de los españoles los incendios no están causados por sabotajes rusos sino por la caída de rayos, la actuación de pirómanos, las chispas producidas por las redes eléctricas y las negligencias de agricultores y excursionistas descuidados, del mismo modo que los “ataques cibernéticos a infraestructuras críticas” son cosa de hackers, pero no todos ellos son rusos. Quizá por ello y pese a las advertencias de la CE, la mayoría de ciudadanos vamos a mantener inalterada nuestra lista de compra y seguir adelante con nuestros planes para las vacaciones de Pascua. El día 13, sin ir más lejos, estaré en Las Ventas.
Los ciudadanos más adictos al fútbol ya tienen planes firmes para asistir a los partidos de la fase final de la Liga de las Naciones en Alemania este verano y hasta puede que algunos hayan reservado billetes y alojamientos para presenciar los mundiales de fútbol en América del Norteen 2026. Y hasta habrá quien nada más conocer los nombres de las sedes y subsedes elegidas por la Real Federación Española de Fútbol esta semana esté ya planeando viajar a España, Portugal o Marruecos para ver algún partido de la fase final del mundial en un todavía lejano 2030. La amenaza rusa resulta tan poco convincenteque ni Von der Leyen, ni Macron ni Starmer han puesto en duda la celebración de estos acontecimientos deportivos y me atrevo a pensar que, por responsabilidad, lo habrían hecho si de verdad en Europa “estamos viviendo el momento más trascendental y peligroso”, como declarórecientemente la presidenta de la CE.
De una cosa sí podemos estar seguros: quienes hayan seguido los consejos de la CE y tengan lista su cestilla de supervivencia van a tener que reponerla unas cuantas veces de aquí a 2030. Tampoco resulta muy aventurado pronosticar que algunos de los líderes europeos que con más ardor impulsan ahora el rearme de la Unión acabensentados en los consejos de administración de algunasempresas del complejo industrial-militar europeo en 2030.Por cierto, que poner a Von der Leyen al frente de la operación rearme de la UE no ofrece demasiadas garantías, a la vista de la pésima gestión realizada como ministra de Defensa en Alemania entre 2013 y 2019 y el estado de irrelevancia política y postración económica en que se encuentra la Unión tras su primer mandato (2019-2024) como presidenta de la Comisión.