La nueva política de Defensa de Trump ha obligado a Europa a aumentar su gasto militar para cumplir con los estándares y los compromisos de la OTAN. No nos engañemos, tarde o temprano, eso iba a pasar. Es normal que los ciudadanos estadounidenses se cansen de tener que pagar de su bolsillo más que los demás perteneciendo –de momento– al mismo “club” estratégico de seguridad común.
En este contexto, la Comisión Europea y la Alta Representante presentaron la semana pasada un “Libro Blanco sobre la defensa europea”. La Comisión también ha presentado, como parte del Plan ReArmar Europa, un ambicioso paquete de medidas de defensa que aporta instrumentos financieros a los Estados miembros de la UE para impulsar un aumento de la inversión en capacidades de defensa.
La cosa va de que el Viejo Continente tenga mayores capacidades militares, cerrar brechas críticas de capacidad de respuesta, mejorar la movilidad y el almacenamiento de equipos de defensa, fortalecer fronteras exteriores y construir una industria de defensa sólida para posibles crisis futuras y apoyar de manera más estable y profunda a la OTAN y a Ucrania del invasor ruso. El plan prevé gastar la friolera de 800 mil millones que ayudaran a afrontar los grandes desafíos en materia de seguridad: gestión de la vecindad con el norte de África, evitar la militarización de la inmigración ilegal, terrorismo, ciberdelincuencia, la amenaza rusa más allá de Ucrania y el constante incremento del peso relativo de China en las relaciones internacionales.
Apenas invertimos el 1.28% de nuestro PIB en Defensa, cuando la Unión Europea ya habla de que tendremos que alcanzar el 3.5%.
Para todo eso es necesario invertir mucho más. España ya no puede seguir mirando para otro lado con una inversión ridícula en Defensa. Según el Real Instituto Elcano, entre los años 2014 y 2024, España incrementó su gasto en 10.215 millones de euros, pasando de 9.508 millones a 19.723 millones. Ahora bien, nuestro país sigue siendo el que menos gasta en Defensa con relación a su PIB. Apenas invertimos el 1.28% de nuestro PIB en Defensa, cuando la Unión Europea ya habla de que tendremos que alcanzar el 3.5%. Así pues, el esfuerzo inversor que va a tener que realizar el Gobierno para rearmarnos va a ser más que notable. Sánchez va a tener que hacer muchas florituras para sacar adelante estos compromisos internacionales. La sarta de mentiras y excusas que escucharemos serán de aurora boreal.
Tengan ustedes en cuenta que España ni siquiera tiene capacidad de aprobar unos presupuestos generales. Llevamos dos años así, circunstancia que en cualquier democracia madura ya habría dinamitado a un gobierno maniatado y sin capacidad de gestionar la cosa pública con solvencia. Por otro lado, los socios pro soviéticos del PSOE en el Gobierno no es que se nieguen a triplicar el gasto público en Defensa, sino que tienen el objetivo de reducirlo y salir de la OTAN.
Para tratar de evitar cumplir con los estándares europeos acordados, aún sin el acuerdo de la mayoría del Congreso, nuestro grotesco presidente está tratando de intentar colar como gasto en Defensa las inversiones en infraestructuras, en medio natural, en medicamentos y no descartemos que también esté intentando imputar el sueldo de las prostitutas de Ábalos. España está haciendo -otra vez- el más esperpéntico ridículo en Europa para evitar recortar otras partidas de gasto del presupuesto público, mientras va presumiendo desde Madrid hasta Helsinki de que nuestra economía es la que más crece de Europa.
Después de tanto despropósito y de intentar engañar a todo el mundo, la imagen internacional de España en general y de Sánchez en particular acabará por los suelos. A lo mejor, esto ayuda a que el mundo vea de una vez lo que muchos españoles señalamos desde hace tiempo: España está siendo gobernada por la incoherencia, la traición, la mediocridad y la farsa.
Postdata: ya es casualidad que justo en este momento de rearme el PSOE destituya por sorpresa al responsable de las compras de armamento.
