Martín Varsavsky -fundador de Jazztel- lo tiene claro: el Gobierno español está debilitando a Telefónica, una de las mayores empresas de telecomunicaciones del país, con una capitalización bursátil de 22.5 mil millones de euros en marzo de 2025. En un mensaje publicado en X, Varsavsky denuncia avivadamente las decisiones impulsadas por el Ejecutivo de Pedro Sánchez, que bajo su criterio están llevando a la compañía a un declive, priorizando una agenda ideológica sobre la rentabilidad y el crecimiento sostenible.
El gobierno de España probablemente va a lograr hacer con Telefonica lo que yo no pude hacer dirigiendo en su época Jazztel: debilitarla enormemente. Van a producir contenidos pro gobierno que ve mucha menos gente, se van de países en crecimiento, como Argentina a dictaduras…
— Martin Varsavsky (@martinvars) March 24, 2025
Un modelo ideologizado
De acuerdo con el análisis de Varsavsky, Telefónica está «destinando recursos a producir contenidos progubernamentales que alcanzan poca audiencia», mientras reduce su inversión en infraestructura de red, clave para mantener su competitividad. Critica a su vez la estrategia de la empresa de abandonar mercados en crecimiento como Argentina, –donde generó 1.2 mil millones de euros en ingresos en 2023-, para invertir 500 millones de dólares en Venezuela, un país con una inflación del 49.4% en 2023 y restricciones económicas que dificultan la repatriación de beneficios. Todo, asevera, por motivos de complicidad ideológica.
El empresario también alerta sobre el uso de la tarta publicitaria de Telefónica para presionar a periodistas, lo que podría de todo modo mermar la eficacia de sus campañas y su cuota de mercado en España, donde Movistar ostenta de momento un 29% del sector móvil. Con una deuda de 26 mil millones de euros en 2023 y la entrada de STC como accionista con un 9.9%, Telefónica enfrenta un panorama complicado. Varsavsky advierte que estas políticas perjudican gravemente a los accionistas, mientras usuarios en redes sociales ya se plantean vender acciones o apostar por un declive de la compañía bajo la nueva dirección. Con todo, el nuevo rumbo del grupo, marcado por una fuerte línea partidista, promete torpedear el correcto funcioamiento de la empresa.