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Turismofobia y cruceros

El crecimiento del turismo de cruceros en Barcelona genera debate, con posiciones enfrentadas entre el Ayuntamiento, el Puerto y las plataformas vecinales

Manifestación
Manifestación contra el turismo en Barcelona / X.

En este medio pueden leer una entrevista con Daniel Pardo, portavoz de la plataforma STOP CREUERS. En Barcelona, crece un movimiento crítico con el turismo, impulsado por problemas difíciles de ignorar, como el aumento del precio de los alquileres, la contaminación y la masificación.

Por otro lado, la contribución del turismo a la economía de la ciudad es innegable. Algunas cifras ayudan a contextualizar el debate:

  • Empleo: El turismo genera aproximadamente 150.000 empleos directos en Barcelona, además de un impacto indirecto difícil de cuantificar, pero significativo.
  • Contribución al PIB: Representa cerca del 14% del PIB local, con estimaciones que lo sitúan hasta en un 20% según fuentes no oficiales.
  • Afluencia de turistas: Barcelona recibe entre 15,5 y 15,6 millones de turistas al año con pernoctación.
  • Turismo de cruceros: Los cruceristas suman entre 3,5 y 4 millones de visitantes adicionales, aunque muchos no pernoctan en la ciudad.

Como firme defensor del turismo, considero que toda actividad económica relevante conlleva inconvenientes o molestias para los ciudadanos. La industria contamina, las startups y los nómadas digitales encarecen la vivienda. Es fácil afirmar que el turismo puede ser sustituido por otras actividades económicas, pero hacerlo es otro asunto. Apostar por el decrecimiento puede traducirse en la pérdida de competitividad y el cierre de pequeñas y medianas empresas, lo que llevaría a una ciudad más inhóspita. Creer que reducir la actividad económica salvará el planeta es una idea errónea: lo que se expulse de Barcelona no desaparecerá, sino que se trasladará a otro lugar.

El turismo debe ser gestionado adecuadamente. De lo contrario, el auge de la turismofobia podría perjudicar seriamente la imagen de Barcelona, ya debilitada por problemas de seguridad. En este contexto, las propuestas de STOP CREUERS resultan razonables cuando plantean la necesidad de frenar el crecimiento de un turismo con escaso impacto económico y altos costes para la ciudad. Como señala Daniel Pardo: «El turismo de cruceros es la versión más intensiva del consumo turístico. Está muy concentrado en todos los sentidos. Son grandes barcos que pasan pocas horas en el puerto y descargan miles de cruceristas, que se agrupan en masa en zonas específicas de la ciudad como la Sagrada Familia, el Paseo de Gracia, el Barrio Gótico, el Parc Güell o la Barceloneta».

A pesar de que el Ayuntamiento ha expresado su intención de limitar los cruceros, la realidad parece contradecir esta voluntad. Mientras se anuncian cierres de terminales, el Puerto sigue adelante con la expansión de nuevas infraestructuras, favoreciendo a las grandes compañías sin reducir el número de cruceristas. La Terminal H de MSC ya está operativa, y se ha confirmado la construcción de otra para Royal Caribbean, lo que permitirá la llegada de barcos de mayor capacidad. Como ejemplo, en 2026 está prevista la llegada del Legend of the Seas, con 6.000 turistas. ¿Se los imaginan visitando simultáneamente los lugares más emblemáticos de la ciudad?

Por ello, no parece descabellada la propuesta de frenar al menos la construcción de esta última terminal y reconsiderar el cierre de algunas de las más pequeñas, evitando así que la turismofobia siga en aumento y que Barcelona se vea aún más afectada por la masificación turística.

Francesc Moreno
Francesc Moreno
Abogado y editor. Ha sido profesor de derecho financiero en la UAB y derecho mercantil en la UB. Fundador de cronicaglobal.com y SCC .

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